I Domingo de Adviento, Ciclo A

San Mateo 24, 37-44: Relevos de final y principio de curso litúrgico

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

En la época en que yo acabé el bachillerato, la gente adulta nos hacía una pregunta: y ahora ¿que vas a estudiar? Las respuestas eran muy variadas. Unos habían pensado en la carrera que por entonces parecía  podía proporcionar mejores empleos. Otros, aquello que más les atraía. Algunos, seguirían la tradición familiar. Yo no quería contestar. Me gustaba la química y las chicas. Pero un gusanillo roía mi interior, más bien era una pregunta: ¿qué era lo que de mí esperaba Dios? ¿Qué era lo que me tenía preparado? Había ido dejando un día tras otro la decisión, pero aquel final de estudios, aquella matrícula que debía efectuar, aquel verano que se iniciaba, me exigía una elección y una renuncia. Debía optar por un camino que me hiciera feliz. La felicidad a veces no coincide con las aficiones, ni los atractivos. Aquel trimestre vacacional podía ser decisivo. Y lo fue, entré en el seminario.

No será  igual vuestra circunstancia, mis queridos jóvenes lectores, o ¿tal vez sí, para alguno? Todo inicio tiene algo de decisivo. Aterrizo en el campo litúrgico. Acabamos un curso y nos toca empezar otro. A aquel le llamábamos ciclo C y este recibe el nombre de A. Tal vez  en este nuevo se decida un importante futuro… Tal vez sea un año de paso, pero nunca inútil. Muchos de vosotros conoceréis una canción de la encantadora película West side history. El protagonista Tony está apilando cajas de refrescos mientras piensa en el encuentro que se le avecina aquella noche, To nigh se llama precisamente la canción que entona. Sumergido en su ensueño, Maria, la bella portorriqueña, le fascina. La fiesta de aquella noche, puede decidir su porvenir. (Lo fue de otra manera, en el argumento del film, si lo recordáis). No resultó, ciertamente, una noche cualquiera. Este curso que se inicia, tampoco lo debe ser para vosotros. 

Muchos quieren realizarse, como se repite hoy. Otros acumular dinero. Algunos obtener éxitos. Los más, simplemente, lo quieren pasar bien, ahora mismo. Sin preguntarse cual será su futuro. No quieren hacer planes. Lo que sea sonará, se dice. Mientras tanto ¿no es mejor olvidarse de problemáticos futuros y aprovecharse hoy de lo que puede alegrarnos? Como en tiempos de Noé. Tanta gente procuraba pasarlo bien, sin complicarse la existencia. Noé en cambio se preocupaba de escuchar a Dios. Podía ser el hazmerreír de sus contemporáneos. Ocurrió como dice el dicho: quien ría el último reirá mejor. Ahora yo os lo recuerdo a vosotros: lo importante es decir sí a Dios, cada uno a su manera. La suya era construir el arca, la vuestra ¿Cuál será?. 

Está en nuestras manos proyectar nuestro futuro. Quien lo hace desde la decisión y convicción de seguir los proyectos del Señor, vivirá como una vocación sus nuevos horizontes. Descubrir el camino a seguir, será una aventura, equivocarse también puede suceder, pero, si uno ha emprendido la excursión de la vida, con el firme propósito de dirigirse hacia Dios, el error es simple, y menor la pérdida de tiempo. La cima está delante, no importa demasiado que nos hayamos desviado un poco, lo importante es proseguir. Este es o debe ser, mis queridos jóvenes lectores, vuestro planteamiento y programa. 

Pero el futuro es siempre una incógnita. Un accidente, un contagio, una enfermedad imprevista, pueden alterar nuestra vida. Pueden entenebrecer nuestros proyectos, pero nunca turbarnos del todo. Dios, de una manera misteriosa, dirige la escena. Debemos estar prontos a acudir a su llamada, a aceptar sus decisiones. A veces nos parece que Dios actúa arbitrariamente, otras pensamos que no es justo en su obrar. No os asustéis si pensáis así. Nuestro Dios fue hombre, conserva su humanidad, que incorporó en Nazaret y se hizo visible en Belén. Nada de lo nuestro le es extraño. Pero nos quiere preparados, desea poner a prueba nuestra fidelidad. Aunque ahora no lo entendamos, dispone Él de la eternidad para explicárnoslo. No tengáis miedo, quien se pone en manos de Dios, no se extravía. Tal vez el curso que comienza sea para algunos el del encuentro definitivo, el de la muerte. Si estamos preparados, Él nos acogerá en su compañía. Hay amistades que se van fraguando poco a poco. Hay amores que surgen de un flechazo. La felicidad puede ser indistintamente fruto de cualquiera de estos inicios. 2007-2008 es una incógnita, pero si lo iniciamos junto a Dios, no debe darnos miedo.