II Domingo de Adviento, Ciclo A

San Mateo 3, 1-12: Visión Idílica y endurecimiento de sanciones

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

La cultura judía, como la musulmana, prohíbe las representaciones de seres animados. Es una norma que pueden cambiar los tiempos y las sensibilidades, de tal manera que lo que podía representar un peligro para la fe y creencia en un Dios espiritual, ya no lo es. Os explico esto, mis queridos jóvenes lectores, porque la lectura primera de este domingo la he visto en diferentes sitios y recuerdo muy bien que ilustra el texto de ediciones de la Hagadá que tengo. Es una visión que podríamos calificar de "país de las maravillas" y que es un bonito estímulo para realizaciones plásticas. No os digo que dibujéis panteras, osos, serpientes y corderos. No niego tampoco que puede ser un buen entretenimiento. A los profetas les gustaba expresarse con imágenes sacadas de la naturaleza, son ellos los que mencionan más vegetales y animales en sus escritos bíblicos. Pero sería pueril que nos quedáramos satisfechos con la contemplación imaginativa.

La profecía de Isaías se refiere a comportamientos. Sería irresponsable que quisiéramos juzgar y condenar la actuación de poderes públicos despóticos, si no pudiéramos referirnos a actuaciones concretas de nuestro entorno. Porque para llegar a la idílica situación que describe el cuadro al que me refería, le precede una serie de enunciados severos. Yo sé que vosotros los jóvenes no estáis inclinados a juzgar las actuaciones de los poderes públicos. En general los políticos no os convencen y pasáis de ellos. Revestirse de posturas escapistas no es correcto, aunque resulte cómodo, pero injusto. Os estoy escribiendo cuando sé que en más de un país se celebran elecciones. Estoy seguro que si mirara reportajes televisivos vería monjas que acuden a las urnas, personas de relevancia pública que también lo hacen, escasa gente joven. Yo, que he renunciado a colaborar de cualquier manera en la administración de la cosa pública, como he renunciado a tener esposa e hijos, no voy, pero os digo, a los que no pretendáis seguir este camino, que analicéis con minuciosidad la actuación de vuestras autoridades y juzguéis si su proceder conduce a situaciones de paz y armonía, como la descrita por el profeta. Y que no os quedéis con el juicio positivo o negativo, sino que os planteéis con sinceridad cual debe ser vuestra preparación, cuales vuestros propósitos, para que en el mundo se viva paz mesiánica. Prepararse para una correcta actuación pública, sea política o sindical, es una buena manera de vivir el Adviento.

El poder público lo asociamos, con más o menos acierto, a corrupción, a revanchismo, a privilegios que no le son permitidos a cualquier hijo de vecino. El dominio y la autoridad no son entelequias, impregnan a personas concretas. Vosotros mismos, ya que sois jóvenes ahora, el día de mañana podéis tener grandes responsabilidades colectivas, para las que ahora os debéis preparar. No se puede ignorar que tenéis el peligro de quedaros en planteamientos generales incoloros inodoros e insípidos. Os pongo un ejemplo. No resulta insólito encontrarse a un grupo apasionado de jóvenes de inclinaciones izquierdistas y radicalmente anticapitalistas, que discuten mientras consumen indiferentes el más puro y caro refresco de cola y licor selecto. Tal vez el ejemplo no os sirva y se me ocurre imaginar que os reunís para salvar al Tercer Mundo de sus miserias, mientras mascáis chicles o vais tragando indiferentemente pipas. O jugáis irresponsablemente con sal, o tiráis el selecto aceite de oliva con el que, en excesiva abundancia, habéis regado vuestra ensalada (la sal en el centro de África puede ser un lujo y el jugo del olivo, prohibitivo aliño, por su precio, en la mayoría de países). Podría multiplicar ejemplos. Y no me digáis, mis queridos jóvenes lectores, que exagero. Trato de traducir a lenguaje actual el testimonio de Juan el Bautista. Sólo desde la austeridad radical se pueden denunciar las injusticias. Condenar males desde posiciones aburguesadas, es juego sucio e innoble. El Precursor lo había aprendido en su largo periodo de silencio en el desierto. Cuando se atrevió a hablar en público a la orilla del Jordán y utilizó el lenguaje duro, maleducado, atrevido y sincero, pudo hacerlo porque todos sabían que su vida era ejemplo de dominio de sí mismo, sin buscar selectos manjares ni ropa de marca. La valentía solo se puede mantener honradamente, si se parte de una tal vida. De aquí que las palabras de Juan todavía hoy sean de actualidad.

Son tiempos difíciles, los próximos lo serán también. La vida cambiará no porque cambien los colores de los partidos políticos, sino porque surjan personas más o menos diestras, más o menos adultas, más o menos intelectuales, pero que sean en su dirigir, en su proyectar y en su distribuir, personas honestas. El lenguaje de Juan era todo lo contrario del que uno pueda esperar de un orador que trata de convencer a una multitud. No obstante ello, se hizo, en su tiempo más conocido que el mismo Jesús, al que él anunciaba. Era modesto para con su persona, por eso podía ser exigente para quien debía actuar en el futuro.

¿Os atreveríais vosotros, mis queridos jóvenes lectores, a hablar así? Hay que prepararse en la austeridad. Exigírsela en los pequeños detalles. Sólo un hombre riguroso consigo mismo es capaz de expresarse con libertad públicamente y proferir y anunciar amenazas. Esa virtud ascética, espera el Señor de vosotros, para haceros colaboradores de sus proyectos.