Paisaje navideño

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

Me contaba un amigo, que fue a comprar figuras para estos días, a una cooperativa de material escolar. Como no encontraba lo que buscaba, se dirigió a una dependienta preguntándoselo. Le enseñaron un montón de objetos, ninguno era lo que él quería. Mi amigo deseaba figuras de la Sagrada Familia y le contestaron que no tenían, que eso ya no se estilaba. Pensaba yo lo mismo que mi amigo, mientras me desplazaba la semana pasada por diversos mercados, en algunas poblaciones del centro de Europa. Montones de guirnaldas plateadas, de papás Noel de plástico, de cintas luminosas… Lo que pudiera comentar resultaría de lo más vulgar, lo omito para exponer ideas positivas. En uno de estos mercadillos, una de las casetas, estaba aparentemente vacía. Me acerqué a mirar. Sonriendo me saludaron, no podían hacer nada más, la barrera del idioma lo impedía. Permanecí un momento allí. Me sorprendió un gran letrero que decía: "Feliz día del natalicio de Jesús". En un rincón pude ver: Salvation Army. Nada más. Al lado de quien vendía vino caliente perfumado, salchichas asadas, velas decorativas, de China ¡como no! Aquella frase caldeo mi espíritu. No tenía el rotulo aquel estilo de "terrorismo espiritual" tan propio de los telepredicadores de turno.

¿Qué se puede hacer, que sea original y actual, en el seno de la familia o de nuestros pequeños grupos? Explicaré algunos ejemplos que me han dado resultado. Para empezar diré que es imprescindible crear un ambiente de ilusión, emoción y expectativa. Se trata de centrar la atención en Jesús, como alguien interesante que es, que visitará nuestra casa o población. A partir de aquí decir: ¿queréis que comamos cosas que a Él le gustan? Pues comeremos trigo tostado. Aunque lo que el israelita tomaba eran granos que no habían llegado a madurar del todo, nos sirven los que podemos encontrar en cualquier tienda. Lo haremos en el horno de la cocina, da lo mismo que sea de gas que eléctrico. Hay que hacer pruebas de manera que ni se nos queme, ni quede duro. El resultado, comprobado en chiquillos y adultos, es un producto masticable y sabroso.

Al turrón tan abundante que a menudo se dejan trozos en el plato o se tiran, se le puede dar una referencia cristiana. Hoy en día que se tiende a resucitar antiguas costumbres o comidas originales del país, podemos ambientarlo en este aspecto. Hay que contar que en esta temporada al agricultor que tenía colmenas le sobraba miel y, de sus árboles, frutos secos. Una mezcla endurecida de estos elementos, nos traslada a antiguas costumbres, a los sabores de los que disfrutaría el Niño Jesús. En algún supermercado se pueden conseguir galletitas de harina de cebada. No digo que sean exquisitas, simplemente, son diferentes. Como no siempre se encuentran, he acudido a comprar el cereal, triturarlo en un molinillo de café, pasarlo por un cedazo, amasarlo con agua y un poco de levadura y meterlo en el horno. No importa que el resultado parezca un tablero de madera que cueste un poco masticar, lo importante es recordar que era así el pan que comía diariamente el Niño. Que tenía este gusto el de la multiplicación de los panes. Hasta se puede decir en broma que se trata de aquellos que se recogieron en cestos aquel día, por lo que, al ser tan antiguos, están tan duros. Mayores y niños se divierten comiéndolos.

Las pasas y los higos secos nos trasladan a aquella época. Eran manjares selectos, propios de nobles y gente sencilla. Si uno se prepara con antelación, hasta pueden aplastarse uvas con cualquier utensilio o con las mismas manos, y dejar fermentar el mosto. La apariencia no es atractiva, pero nos traslada a lejanos tiempos. El vino turbio resultante no se diferenciará del que utilizó el Señor en la Santa Cena y que ahora se anuncia como producto natural. Comer granadas, sacar su jugo y bebérselo. Comprar dátiles de Israel, del mismo sabor que los otros, pero que se comen soñando en el obsequio que al Niño le darían, le da un gusto diferente. El ambiente de expectativa, de Adviento, se puede conseguir organizando un concurso. Hay que hacer una lista de alimentos o bebidas que estuvieron al alcance de José y María, para deleite del Chiquillo-Dios. Comprobar que estaba al abasto del judío es fácil, basta buscar la palabra en las ediciones bíblicas electrónicas o en los programas de Internet que lo facilitan. Perderá aquel que habla de patatas o maíz, gana el que piensa en pistachos o algarrobas. Yo por mi parte estoy estudiando como me fabricaré cerveza que se parezca a aquella que podían beber los de aquel tiempo y que les estaba vedado probar a los nazir o consagrados a Yahvé, cuando lo consiga ya lo contaré.