Solemnidad de María, Madre de Dios, Ciclo A

San Lucas 2, 16-21: Santa María, Madre de Dios

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

El significado de la festividad de hoy resultará para vosotros, mis queridos jóvenes lectores, un poco complejo. Antiguamente, cuando yo era niño, recibía el nombre litúrgico de Circuncisión del Señor. El buen Papa Pablo VI instituyó para este día la jornada de la paz. Se llamó simplemente, octava de la Navidad, en otra época. Nuestra cultura, la que sigue el calendario gregoriano, la llama Año Nuevo. Si os fijáis en los textos de la misa de hoy, no solo en las lecturas, encontrareis resabios de todas estas ideas. No nos quejemos de la abundancia espiritual que nos aportan. 

Empezamos el año 2008, ¡que lo hagamos con buen pie!. Con buenos propósitos. La gente se felicita diciendo: feliz año nuevo. Y desearlo no esta mal. Lo que pasa es que lo que para nosotros es deseo, en el caso de Dios, se llama bendición. Porque cuando Dios desea, el objeto de su deseo, es algo más que un ensueño. Es algo realizable, deseable y enriquecedor. Escuchad como en la misa el Señor nos felicita y bendice. Alegraos por ello. Los que no están, no reciben este premio. 

En la celebración eucarística hay un momento que se nos invita a intercambiarnos la Paz de Cristo. En la liturgia católica ambrosiana, este gesto pertenece al momento inicial del llamado ofertorio. El que preside, recuerda el mandato del Señor: si llevas tu ofrenda al altar y constatas que estás enemistado con tu hermano, vete primero a hacer las paces y vuelve después a presentar tu ofrenda. Entre nosotros, "darse la paz" adolece con frecuencia de frivolidad y se convierte en algo así como si se nos invitara a abrazarnos, besarnos y sonreír. Lamentablemente, se queda en un momento de distensión. Así como, si queremos comulgar, debemos reflexionar y ser conscientes de lo que es recibir a Cristo, darse mutuamente la paz, nunca debe ser un gesto frívolo. 

A los pocos días el niño judío era circuncidado. Esta acción era antigua y continúa siendo propia de otras culturas. En el judaísmo, a partir de Abrahán, es el gesto de la incorporación al Pueblo de la Promesa. María y José sometieron a su Niño a este rito. Eran fieles amantes de las tradiciones, leales hijos del Patriarca. 

Hoy es el día de la Madre. Ya sé que no se le conoce por este nombre, pero observad que lo he puesto con mayúscula. Es el día de la Madre de Dios. Y os añado precavido: no se trata de una idea semejante a diosa-madre, propia de algunas mitologías. Ni de afirmar simplemente que es diosa. María es humana. Su Fe es Fe humana, difícil, oscura es la particularidad, según los teólogos, de la Fe cristiana, también la de Ella. 

Difícil y oscura, pero profunda. Y aquí radica su grandeza. Fue biológicamente madre de Jesús, que es Dios, de aquí que la podamos, y debamos, llamar Madre de Dios. Si un día en su seno corporal gestó al Hijo de Dios, Persona divina, simultáneamente, en su seno espiritual, gestó su realidad más sublime. Guardaba lo que se le decía, rumiándolo en su corazón, se nos dice y repite. 

Y si no se nos ha dado, ni se nos puede dar, el privilegio de albergar fisiológicamente a Dios en nuestro cuerpo, sí podemos recibir su mensaje, contemplarlo primero, estudiarlo después, examinar lo que para nuestra vida supone, y retenerlo en nuestro espíritu y nunca olvidarlo. Sin olvidar que cada vez que comulgamos, de alguna manera nos hacemos semejantes a Santa María. 

Le pusieron el nombre de Jesús. No fue el único a quien se le había dado este nombre. Continúa poniéndose aun ahora. Lo que pasa es que, en el caso del hijo de María, el significado del nombre, fue totalmente acertado. Jesús significa salvador. Tal vez os guste un nombre equivalente. Jesús significa socorrista. Socorrista de unos individuos que todos, todos, necesitamos esta maniobra. Nos toca hoy y siempre preguntarnos ¿soy consciente de que necesito ser salvado? 

¿Estoy agradecido a esta singular mujer, a esta agraciada chiquilla, que aceptó en su juventud seguir los planes de Dios, para ella desconocidos e imprevistos?  ¿estoy dispuesto a imitarla según mi capacidad y medida?