La Sagrada Familia, Ciclo A

San Mateo 2, 13-15. 19-23: Sagrada Familia

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

San Pablo nos advierte que debemos tener sentimientos que sean propios de los discípulos de Cristo. No nos dice que seamos buenos ciudadanos, tolerantes, respetuosos del medio ambiente y amantes de que se mejore el cambio climático. Los sentimientos del cristiano parten de más arriba. Y desde estas alturas, se derivarán consecuencias apropiadas, que incluyen el respeto y aprecio del planeta tierra y sus evoluciones y progresos. Yo soy viejo, os lo he dicho muchas veces, mis queridos jóvenes lectores, durante mi vida, he visto programas que se ofrecían, anunciándolos con decisión convencida, estímulos que se pretendía dar a los jóvenes para que se manifestaran y llevaran camisetas con proclamas más o menos rebeldes. Muchos, ilusionados, se entregaron a ellos. Contribuyeron al éxito de programas políticos y vivieron posteriormente la decepción. Se quemaron, se dice comúnmente. Servir a valores intermedios, tiene este inconveniente. Los valores supremos, además de serlos, exigen ser leales a los de inferior rango. Y como parten de lo supremo, nunca sufre uno el desengaño. 

Hoy contemplamos a la Familia de Nazaret. El señor de la casita se llama José. La señora: María. Ha surgido otra generación, es peculiar. Judío y divino, es el Chiquillo. Su vida, la familiar, ni es aburguesada, ni tranquila. Les toca ir de acá  para allá. Viajan como respuesta a órdenes de funcionarios imperiales, con el inconveniente de que María está en avanzado estado de gestación. Más tarde son refugiados políticos. Como a tantos hombres de hoy. Y vuelta a su tierra, después, tomando precauciones. 

En Egipto fueron emigrantes. Por aquel entonces nada aportaron al país. Ha pasado el tiempo y a aquellas gentes que les sucedieron les beneficia el turismo religioso, (los viajeros siempre son fuente de divisas, los objetos de recuerdo que se venden, también). Comunidades cristianas, perpetúan aquella estancia. Nadie se acuerda de complicidades que pudo haber, de uniones que pudieron programarse. De esta Familia: padre, madre e hijo, sí que se guarda buen recuerdo. Y todavía su testimonio, en Judea, en Egipto o en Galilea, perdura y hace el bien. Los emigrantes, también los que llegan a nuestras tierras, siempre enriquecen, aunque molesten a los gobernantes de estrechas miras. 

Los sentimientos de buen cristiano son tratar de imitar a la Sagrada Familia. Imagen viviente. Existen otras relaciones, siempre existieron, es múltiple el capricho humano, pero no nos equivoquemos, los cristianos hemos escogido el modelo que nos propone Dios. 

Este año los textos de la misa no nos hablan de las dificultades que sufrieron los de esta Familia. No fue esta un conjunto de apáticos seres encerrados en una mansión. Quisiera que recordarais que en ciertos momentos no se entendieron. Que Jesús, llegado el momento de su madurez, se sintió obligado a iniciarse en su misión. En el encargo que había recibido del Padre Eterno y, como el matrimonio no lo entendía demasiado, llegó el conflicto. Recordad, como os explicaba otro día, que entre ellos, en aquel tiempo, no existía la adolescencia. De la niñez se pasaba a ser adulto. Hoy en día, que entre los judíos sí que existe la etapa adolescente, conservan, no obstante, una ceremonia que recuerda que el chico ya no lo es, que es digno de ser lector de la Torá, que se ha convertido en esclavo de la Ley. Una esclavitud que no es suplicio. Si conocéis a gente judía pedidles que os lo expliquen. Yo he visto esta solemnidad, personal, familiar y comunitaria, bastantes veces, frente al Muro Occidental, el que malamente llamamos de los lamentos. 

Leéis el Niño Jesús perdido y encontrado en el Templo y la palabra no es la exacta. El vocablo original expresa juventud. Deberíamos decir: el joven Jesús, que se queda en los patios del Templo, a introducirse, como le toca, en los ámbitos de los estudiosos, sin que lo supiesen sus padres. Se enojaron, no le entendían. Pero, como eran fieles al Señor su Padre, volvieron a Nazaret y a ellos, sin estar obligado les estuvo fielmente acompañando. No os extrañe que vuestros padres no os entiendan. Ya lo veis, a José y María les había instruido un ángel y, aun así, no habían entendido al Chico 

No es seguro del todo el lugar donde se cree estuvo la casa. Quedan los sótanos, faltan estudios arqueológicos seguros para certificarlo, pero a unos trabajadores como fueron José y Jesús, les tocaría intervenir en muchas edificaciones del momento, entre ellas la de la que os estoy hablando. Entrar en este recinto me emociona y estimula mi aprecio a la familia cristiana. He tenido el privilegio, más de una vez, de celebrar misa en este ámbito, donde ciertamente se reunía la primitiva comunidad, de entre los que algunos serían familiares de Jesús. El lugar es tan santo que he celebrado la misa arrodillado. Es la actitud que merece el misterio. Yo, que he amado y admirado tanto la institución familiar, que he escogido el celibato para mejor servirla, me siento de rodillas también ante las familias cristianas que encuentro en mi vida. Uniones transitorias, uniones de personas de un mismo sexo, deberán merecer nuestros respetos, pero nunca creerlos equivalentes a la realidad divina de la Sagrada Familia, a la que se nos propone hoy imitar. 

Cuando el Papa Pablo VI visitó el lugar, pronunció una homilía preciosa. Os recomiendo, mis queridos jóvenes lectores, que la leáis. Cualquier persona que reza la Liturgia de las Horas, os la podrá facilitar, está en el oficio de lectura.