Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, Ciclo A

San Juan 1, 1-18: Navidad

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

El texto del profeta Isaías que se proclama como primera lectura parece estar escrito para un guión cinematográfico. Imaginad lejanos planos que se acercan, pies desnudos decididos avanzando por el desierto. Escuchad interiormente una marcha triunfal solemne. Se lee en la pantalla una palabra: Navidad.

Aparecerán, en un momento u otro, los nombres de los protagonistas. Pensad entonces, mis queridos jóvenes lectores, si puede aparecer el vuestro. Mientras tanto saldrá el nombre de la productora, sin lugar a dudas: la Santísima Trinidad. Los estudios universales se centrarán en algunos parajes. Pensad si podréis ver en esta pantalla espiritual los lugares donde vivís, donde estudiáis o trabajáis, donde por desgracia habéis pecado.

Siendo el día de Navidad pensabais que no se podía hablar de otro artista que de Jesús y resulta que se le concede unos largos planos al precursor, a Juan el bautista. Se abren, luego los espacios celestiales y aparece, como queráis imaginarlo, Dios que se acerca. Asombrados, sin duda, os preguntáis: ¿qué debo hacer? ¿Os vais a apartar prudentemente y dejaréis que Dios se la apañe por su cuenta, ignorándolo? Vino a los suyos y los suyos no le recibieron, se escucha que dice una voz en off.

No puede ser esta vuestra actitud, pensáis, mis queridos jóvenes lectores. ¿Cuál es preciso que sea? La voz en off os vuelve a advertir, ahora confidencial, cálida, comunicativa, animando a vuestra persona que vacila. Dice: a aquellos que le acogen, se les concede el privilegio de ser hijos de Dios. Seguramente, pensaréis ahora: ¿que debo hacer para conseguir una entrada al lugar donde aterrizará? La voz prosigue: el ticket es gratuito, solo es preciso alargar la mano amablemente, humildemente, acogedoramente. Es bueno ahora, si os es posible, mirar al entorno y si veis a alguien que está próximo, darle la otra mano o abrazarlo. No tengáis prisa. Las imágenes de un resplandor maravilloso, pero que no deslumbran, en un acertado fundido-encadenado, se tornan totalmente terráqueas. Aparece un inmenso desierto, la cámara se va acercando a un punto determinado y se distingue un campamento (no un camping). Se realiza ahora un prodigio impresionante. La pantalla se rompe y una voz nos invita a penetrar. Resulta que el Hijo de Dios ha decidido plantar la tienda y se nos propone seamos compañeros suyos. ¿Os imagináis las aventuras que viviremos teniéndole a Él de Monitor?

Lo primero que recibimos es el carnet de socio. Asombrados leemos la fecha de nuestra incorporación, es el día del bautismo. No está demasiado marcado, aquel día, probablemente, erais unas criaturas pequeñitas e inconscientes. Vemos uno sellos más nítidos, corresponden a los días de recepción de sacramentos. Alguna mancha, que no ha ensuciado del todo el documento, o que una operación de limpieza rápida le devolvió la blancura original. Estamos ante esta experiencia totalmente asombrados y, por un momento, pensamos que es un sueño. La voz en off vuelve a intervenir. Es la realidad más real que pueda existirte: hoy es Navidad

Y ahora, henchidos de gozo, veis que, en los títulos de crédito, aparece vuestro nombre.