Iglesia sonriente

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

Acabo de recibir la revista Ciutat Nova, me la envían porque han incluido en ella un artículo mío sobre Chira Lubich, que se publicó anteriormente en otras revistas. Incluyen un DVD y es este el motivo de que vuelva a hablar de esta gran mujer, recientemente fallecida, a la que tanto admiré. Anticipo que no pertenezco a ninguna de las instituciones por ella fundadas, hablo, pues, reconozco su simpatía y su profética actitud, con absoluta libertad. Lo hago, eso sí, en cumplimiento de lo dicho en el libro de Tobías (12,7) “es bueno proclamar y publicar las obras gloriosas de Dios”. No ignoro que en la Santa Madre Iglesia, aparecen y permanecen muchos santos. Unos resultan más atractivos que otros. Un ejemplo. Simón, el estilita, pudo ser un gran místico, pero, aun con la notoriedad que le dio la película de Buñuel, su vida no tiene atractivo para el hombre de hoy. Y mucho menos si se trata de la actual juventud. Añado que una iglesia repleta de definiciones dogmáticas, poseedora de líderes capaces de proclamar y exigir que sean reconocidos sus derechos, una tal iglesia, sería pobre en humanidad. La salvación es felicidad, y esto debe evidenciarse.

Chiara Lubich fue un testimonio vivo de la sonrisa cristiana. Aquella sonrisa que florecería en los labios de Jesús, cuando se fijaba en los lirios del campo, cuando recibía por la noche a Nicodemo, cuando asistía a las bodas de Caná, cuando acariciaba a los niños. He conocido a otras mujeres, a otras santas también, me atrevería a decir, y hablaré otro día de ellas. Avanzo el nombre de alguna: M Camino, fundadora de las Misioneras de Xto Jesús, Hna. Elena, de las Misioneras de Nazaret, inolvidable cocinera en La Llobeta… Ninguna de ellas tuvo la resonancia mundial que tuvo Chiara. Y mucha gente se inclina a reconocer méritos por las resonancias mediáticas que una persona pueda tener y por los reconocimientos públicos que se le puedan otorgar. Ponerse a explicar detalles puede fatigar al oyente. Regalar un libro para ser leído, con frecuencia frustra la ilusión, a muchas personas les cuesta hacerlo. El DVD del que hablaba al principio es, para la gente de hoy, mucho mas fácil de asimilar. Hay que aceptar por otra parte, que Chiara Lubich no fue demasiado conocida entre nosotros. Frecuentemente, cuando quiero dar noticia de ella, acudo a una comparación. Menciono a la M. Teresa de Calcuta, de la que todo el mundo ha oído hablar, y añado: en otro terreno paralelo, también excelente y reconocido, fue en el que se movió Chiara.

El DVD dura 90 minutos, pero es suficiente recomendar los 14 primeros. Hoy nadie tiene tiempo para nada, aunque la jornada continúe siendo de 24 horas, para todos los habitantes de la tierra. Diré que rápidamente se suceden en la pantalla noticias de su vida y de sus logros. Probablemente, constatarán muchos la ignorancia que tenían de la Iglesia, deberán reconocer que solo sabían de ella lo que les decía su televisión favorita. Podemos añadirles: la opinión que teníais de Esposa amada de Jesucristo, estaba repleta de ignorancias. Se conocen muchas intrigas de eclesiásticos, jerárquicos o no. detalles que les gusta airear a los medios, por su interés en desacreditar y hasta en satisfacer deseos de morbosidad.

Chiara es un ejemplo de persona valiente, profética y sonriente. Lo importante de la Iglesia no son los personajes y personajillos protagonistas de publicaciones, lo importante son los santos, de los que no siempre se da la noticia que se merecen. La vida de Catalina de Siena fue enormemente útil. Sus cartas providenciales, pero no recordamos como se llamaba el Pontífice a quien iban dirigidas. Juana de Arco fue capaz de acabar con una guerra de un siglo y murió mártir. El nombre del obispo que la condenó a la hoguera, es ignorado por la mayoría de la gente.

Nosotros somos afortunados, nuestro Papa es buena persona y sabe sonreír. Muchos de los actuales obispos, aunque no salgan todos por la tele, son formidables, algunos no, hay que ser sincero, pero abundan los primeros. Y esto debe saberse. Vuelvo a repetir: ver y enseñar el DVD del que vengo hablando, es una práctica excelente para dar a conocer el rostro sonriente de la Iglesia, del que tantos tienen urgente necesidad.