Gallo, Gallina

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   



Cuando pienso en este animal, macho y hembra, relacionándolo con la Biblia, inmediatamente acuden a mi memoria recuerdos de hace años. Fue durante mi primer viaje a Tierra Santa. Deseábamos entrar en contacto con la comunidad samaritana de Nablús. Conseguimos llegar a su sinagoga donde nos informaron de cómo poder ver su famosa biblia. Fuimos a parar al establecimiento de un vendedor de antigüedades. Con amabilidad nos rogó esperásemos unos instantes. Nos quedamos fuera contemplando el paisaje, no por bonito, sino por arropar en su historia momentos importantísimos para Israel. Llegó al poco una mujer con una cesta repleta de pollos, se saludaron, entró él en el interior e inmediatamente salió con un afilado cuchillo. Hizo en el suelo un hoyo con esmero e inmediatamente fue hiriendo a cada uno de los animales que le entregaba la señora. Bien sujetos con sus manos, los sostenía mientras la sangre caía e impregnaba la tierra. En acabando, cubrió el charquito de sangre con la misma tierra que había amontonado al lado y entró a lavar cuidadosamente el cuchillo. Marchó la samaritana, probablemente a su tienda, dispuesta a satisfacer el hambre de sus clientes, que lo harían a su vez cumpliendo antiguos preceptos. Es lo que nosotros imaginamos.
Con sorpresa y sin pretenderlo, habíamos asistido al sacrificio ritual de esta peculiar comunidad. El buen hombre, por lo que vimos después, era uno de sus tres sacerdotes. Estábamos a poca distancia del pozo de Jacob, lugar del encuentro de Jesús con la samaritana, primera apóstol de este pueblo y al pie del Garizín, donde se levantó un templo, émulo del de Jerusalén. No recuerdo haber vuelto a tener ocasión de contemplar un sacrificio y me siento satisfecho de haberlo visto aquel día. El sacrificio ritual es uno de los grandes inventos del hombre, sin duda, una de las expresiones de su genialidad. Su categoría es de tal excelencia que el Hijo de Dios para salvarnos, escogió este lenguaje. Al sufrirlo y ofrecerse Él mismo a su Padre, en consecuencia, hizo innecesaria su continuación, pero muchos no se han enterado  de esto y, en diversas culturas, se perpetua aún.
Explicado el hecho de carácter anecdótico, deduce uno que estas gallináceas son puras, aptas para el consumo y para el sacrificio en el Templo, ya que los samaritanos se rigen estrictamente por los textos de la Torá o Pentateuco.
Aprovecho la ocasión para informar que la emisora italiana Telepace, que emite por el satélite Hot Bird 13, pero se puede también recibir por Internet, retransmite semanalmente un  programa titulado Telepace Jerusalén, casi siempre muy interesante. No hace demasiado lo dedico a la comunidad samaritana, dando un buen reportaje de su celebración de la  Pascua. Su ritual es como se narra en la Biblia. No se trata, en esta ocasión, de pollos como vi entonces, son corderos los que se sacrifican. Acompañaban al documental comentarios de los sacerdotes y de algunos de sus fieles. Se añadían acertadas apreciaciones del franciscano P.Mans, profesor del Estudio Bíblico de la Flagelación, en Jerusalén. Tuve ocasión de saludarle un día y debo decir que a su pericia docente, añade la amabilidad tan propia de los de la Custodia franciscana. Nunca hubiera pensado que esta pequeña comunidad, que no pasa de los 500 fieles, entre los de la población en la que me he situado, los de los alrededores de Tel Aviv y los de tierras norteamericanas, fuera capaz de proporcionarme tanto conocimiento útil para mí Fe. Es verano y adelanto que la continuación proseguirá con la misma sencillez.