Funerales de estado

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   


Evidentemente que lo que voy a escribir no influirá para nada en las personas implicadas en el asunto que preocupa a algunos, estos días. Ocurrió en Madrid un accidente de aviación que conmovió a muchas personas y ha tenido implicaciones en la vida pública, política y empresarial. Hubo una respuesta inmediata de voluntarios: Fuerza pública, psicólogos y gente de Iglesia, no se olvide esto último. Parece ahora que es preciso celebrar un acto público en el que se signifiquen los sentimientos de la comunidad. Se ha pensado, pues, en un funeral patrocinado por las autoridades y siguiendo unas pautas propias de la Iglesia Católica. No es la primera vez que un tal acto se organiza. Ni España el único lugar donde esto ocurre. Ahora bien, en este caso no ha habido aceptación unánime. Comentaré, no para que se modifiquen los proyectos, que evidentemente nadie de los implicados ni me leerá ni estaría dispuesto a hacerme caso, sino deseando que los lectores se formen una opinión al respecto.

Es muy humano manifestar pública y colectivamente sentimientos respecto a una persona o a un grupo de personas que han muerto. Sabemos que, desde los albores de la humanidad, se ha buscado la manera de recordarlos y homenajearlos. En las cavernas se pueden amontonar los restos de animales, pero, de una manera u otra, se entierran a los muertos apreciados de la tribu. Con el tiempo, la Fe  católica introduce un elemento nuevo en estos actos, se trata de la plegaria intercesora. El testimonio bíblico explícito  más antiguo lo encontramos en II Mac 12,46. Ahora bien, recuérdese que estos  libros, los de los Macabeos,  no son aceptados por la tradición judía, ni por las comunidades surgidas de la Reforma, como textos inspirados. Hecha esta advertencia, se comprenderá que un funeral católico sea en sufragio dé, y uno protestante, sólo en memoria dé. Además hay que advertir que interceder por alguien se puede hacer mediante la plegaria, que nos es común a muchos, sin necesidad de la celebración de la misa, que es propia de la comunidad cristiana.

Pienso yo, que un colectivo como el que sufrió el accidente, se merece un recuerdo público y solemne. Que en el acto nadie tendría inconveniente en que se leyeran textos religiosos que  iluminaran las mentes, Textos que ayudaran a comprender que Dios no es culpable de la catástrofe, que Dios siempre está a favor de la vida, pero que las imperfecciones de aparatos o personas, pueden ser causa de males. Textos que ayudasen a consolar a los que sufren. Y en actos, momentos y lugares como en el que vengo hablando, se invitara libremente a aquellos que tuvieran nuestra Fe, a rezar en sufragio de los muertos. Mientras redactaba este artículo contemplaba en la TV el encuentro del Papa con la juventud de Cerdeña. No he podido seguir el acto con detenimiento. Puedo decir, eso sí, que un joven ha leído un fragmento evangélico, que ha acabado sin pronunciar el: “palabra de Dios”, litúrgico, que Benedicto XVI ha pronunciado un bello discurso y ha dado su bendición. No ha habido misa.

No puedo olvidar la conversación que tuve un día con un Pastor protestante. Se refería él a su grave dolencia cerebral, que le podía, con probabilidad, conducir a una muerte próxima. Le dije que si moría rezaría por él. Amablemente me dijo que ellos no creían posible que se pudiera modificar la decisión de Dios, inmediata a la muerte. O se había salvado el hombre o condenado. Dictada la sentencia, nadie podía cambiarla. Le contesté que estaba totalmente de acuerdo, pero que nuestra discrepancia al respecto no era teológica, era de otro orden. Si supieras un poco más de física moderna, estarías de acuerdo conmigo, le decía. Murió al poco el buen Pastor, bueno de verdad, y yo recé y rezo por él y estoy seguro de que me lo agradece.

Que Francia escoja la catedral de Notre Dame, para homenajear a un gran político, estoy pensando en el general de Gaulle, que dadas las personalidades asistentes y la cultura común de la nación, se hiciera “a la manera católica” lo considero correcto. Que se respetaran las normas de corrección de cada asistente, estoy pensando en el estar con la cabeza descubierta o no, entre otros signos exteriores, al margen de los criterios litúrgicos, lo encuentro muy bien. Algo semejante pienso de los funerales del que fue católico ejemplar, el  rey Balduino de Bélgica. Acto que fue piadoso e impresionante. No digamos los funerales de los Papas, que obviamente, seguirán siempre normas católicas. Mi experiencia me dice que nadie, creyente o no, se ha molestado cuando a mis sentimientos de pena manifestados con sinceridad, he añadido: y  rezaré por ti y por él. Al contrario, la mayor parte de las veces me han dicho que me lo agradecen, aunque no se identificaran con mi Fe.