Iglesias coptas en Egipto

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

Ya se sabe que, después de un corto viaje a un país que hasta entonces le era desconocido, fácilmente se siente uno capaz y dispuesto a escribir un libro sobre el lugar. Soy lo bastante viejo, para saber que no puedo caer en tal error. Por otra parte, si consultase textos, y partiendo de mis estudios académicos, sería capaz de escribir un mamotreto sobre los coptos. Tan serio como una tesis doctoral. Y tan aburrido también. Ni siquiera pretendo sea un reportaje. Tan solo unas pinceladas.


Sabía que los coptos se sientes descendientes de los antiguos pobladores de las tierras egipcias, de los constructores de las pirámides. Que socialmente gozan de categoría, pero que por parte musulmana, de los fundamentalistas, reciben no solo antipatía sino cierta persecución. Añádase que a su patriarca, titular de Alejandría, pero residente en El Cairo, se le da el título de Papa (como al obispo católico de Roma o al katholicos armenio). Si en tiempos del concilio de Calcedonia hubiera existido el teléfono o Internet, el simpático grupo de cristianos afincados en Egipto, no se hubieran sentido separados del tronco católico. Recordando antiguos estudios, diría que son monofisitas, pero es demasiado embrollado explicar el significado de esta palabra. Hay coptos unidos a Roma, pero son muy pocos y tengo escasa noticia de ellos. Un detalle que nos contaba un franciscano en El Cairo, es que el patriarca, aunque la tradición oriental no lo exija, no ordena a hombres casados, sino solo a monjes. No tuve tiempo de que me diera más detalles.


Lo he contado otras veces, pero no me duele repetirlo. Los chicos, en llegando a una edad en que se sienten responsables de sus convicciones, como prueba de compromiso de por vida, se tatúan una cruz en el antebrazo izquierdo. Lo he visto y tengo fotografiado, ignoro la técnica pero debe de ser distinta de la que entre nosotros está en uso. Se distingue claramente, pero el dibujo queda un poco difuminado. Recuérdese que en las Iglesias Orientales, tanto las unidas a Roma como las que no lo están, es práctica común, recibir en la misma ceremonia el bautismo, la confirmación y la Eucaristía. Y que, por extraño que parezca este proceder, teológicamente es más correcto que el nuestro. Otra cosa son las consideraciones pedagógicas.


Deseaba visitar las iglesias coptas de El Cairo, que según informes estaban situadas en un ámbito propio. Allí nos dirigimos en taxi. Para poder acceder al barrio, para que se nos levantara la barrera, un policía de turismo y antigüedades (así rezaba su insignia) nos pidió el pasaporte. La presencia de esta peculiar guardia de seguridad, omnipresente, no suscita enojo. El país debe proteger sus riquezas culturales y su principal fuente de ingresos: el turismo. Cada dos por tres te encuentras alguno, la procedencia que proclama nuestro pasaporte, les tranquiliza y con facilidad te dicen algo amable (llámese Barça o Real Madrid, sic). Lo primero que encontramos, cuando ya íbamos a pie fue una iglesia ortodoxa. Solitaria en su interior, nada nos sorprendió . Confieso que me sentí decepcionado. A pocos pasos encontramos algunas que sí eran coptas.


Algunos recuerdos, no puedo contar otras cosas. Presencia juvenil, alegre y piadosa a la vez. Sorprende esta estampa, cuando por aquí la asistencia mayoritaria es de gente adulta mayor. Amable también. Iba yo cargado con mi máquina, temeroso de que, como es frecuente aquí, sacar una foto te convierte en una especie de sacrílego delincuente, cuando una sonriente joven, me advirtió que podía sacar fotos, que sí, que también podía utilizar el flash. Disparé las fotos que quise, la piedad que se respiraba les permitía que mis maniobras no fueran distracciones para ellos. Era durante la comunión. A pesar de lo que me habían dicho no quise acercarme demasiado, pero deseaba ver con detalle lo que no era capaz de distinguir de lejos. Pude observarlo, la Eucaristía de vino la recibían en un vulgar vasito de plástico individual, con mucho respeto la bebían y a continuación depositaban este recipiente en una bolsa, también de plástico, que sostenía un clérigo. Se que por aquí muchos considerarán esta manera como irreverente, pero, pensándolo bien, uno imagina que, seguramente, es lo que en la actualidad haría Jesús. A la salida el mismo ambiente alegre. Muy cerca una pequeña tienda, atendida por gente muy joven, ofrecía objetos a precios irrisorios. Se notaba que estaba pensada para atender a los fieles cristianos. A pocos metros, en cambio, otra gente ofrecía a los turistas los objetos que estos piden y a precios que a estos les toca pagar. Recuerdo que en un monasterio del valle de Natrun, compre un alba de fino algodón y con bordados por delante, por detrás y en las mangas, por siete euros. Esta tienda en nada se parecía a las que acompañan a nuestros santuarios. Casi semejaba una de mercadillo. Nosotros éramos los únicos extranjeros.


Recientemente he descubierto que poseen una emisora de TV que trasmite por el satélite EUTELSAT – Hotbird-13E. No puedo expresar ninguna opinión. El idioma me es desconocido y solo he tenido dos ocasiones de sintonizar. Su nombre es CTV, dentro de una cruz redondeada. Evidentemente, emite en libre.