Solemnidad: San Jose, Esposo de la Virgen María
Mt 1, 16.18-21.24a:
José, en el buen sentido, un hombre bueno

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

Poco nos hablan los evangelios del esposo de Santa María y lo poco que sobre él se nos comentan, diría, que hasta nos resulta molesto. Estoy pensando en gente joven que haya oído algo al respecto. Que se casara un chico sin perspectivas de consumar su matrimonio, no es un programa atractivo. Que se le llamara padre de un hijo que no había engendrado, no es envidiable. Más vale no pensar, sería salirse por la tangente, no satisfaría a nadie.


Ahora bien, el evangelio es el evangelio y no podemos cercenarlo, ni modificarlo, ni ignorarlo.


Ante el problema se proponen algunas hipótesis. La más común, es la de suponer que era viudo y de avanzada edad, cuando se desposó. Tenía hijos de su anterior esposa y cuesta poco pensar, que su deseo fue ofrecer compañía o buscarla. A nuestra vista, un matrimonio así, resultaría un poco aburrido. De todos modos la visión que se podía tener en aquel tiempo de la unión conyugal, difería bastante de la que pueda tener una pareja de hoy. Hay que colocar las cosas en su contexto histórico.


Otra teoría es que era un joven como cualquier otro, que en principio desconocía los propósitos de Dios respecto a aquella chica que le habían presentado para que fuera su esposa, tal como se obraba entonces, y que, habiéndose comprometido en matrimonio, antes de celebrar la boda, conoció la elección de María y él, por respeto y humildad, decidió no interferir, no acercarse a ella para no perjudicarla. Escogió alejarse discretamente. Este supuesto, para muchos difícil de entender, supondría una delicadeza enorme, respecto a Dios y a su esposa. Pero no es imposible. Almas sublimes existieron, existen y existirán.


Sea como fuere, San José fue un predilecto. Confidente de Dios, que ya es decir. Por lo menos dispuso tres veces de “teléfono rojo”: en Nazaret, en Belén y en Egipto.de Un protector del hijo de Dios, que es tarea importantísima, aunque careciera de escenario. Debe suscitar en nosotros admiración y reflexión. Algo así como nos ocurre cuando estamos ante la llama que perpetúa la tumba del soldado desconocido. (observad, mis queridos jóvenes lectores, que no hablo de quienes, conocidos o ignotos, provocaron guerras injustas)


Fue un trabajador. Seguramente definiríamos hoy su empleo como “autónomo de la construcción”, que ejercía en una población que no llegaba a los 500 habitantes. En otro plano de su historia personal, en el que entra Dios directamente, y utilizando también lenguaje actual, su oficio fue de “logista” en la “operación salvación” que se inició en Nazaret.
No tenemos noticias de su muerte, pero, por el contexto, suponemos que ocurrió antes de que Jesús marchara a ser bautizado y empezara su vida apostólica. En Nazaret hay un sepulcro bastante desconocido por los visitantes. Recoge antiguas tradiciones de una “tumba del Justo” o “tumba luminosa”. Pudiera ser la suya. Me gusta mucho visitarla en silencio.


Dado por supuesto que murió acompañado de Jesús y María, es envidiable su partir de este mundo, de aquí que digamos que es abogado de la buena muerte. Siempre es bueno, no lo olvidéis, saber que podemos disponer de un buen abogado, de honradez sin tacha.


A diferencia de tanta “gente importante” de hoy en día, él fue un hombre discreto, fiel a sus tareas y deberes. Por el contexto sabemos que era un esposo que amaba con delicadeza a su prometida (no quiso denunciarla). Que compartía con ella los afanes de buenos padres (¿no sabías que tu padre y yo, te buscábamos ansiosos?, le dice María a su Hijo, después de la aventura del Templo, recién cumplidos 12 años ). No era un hombre reservado y huraño (era conocido su nombre y ocupación por los vecinos y familiares).


Resta pues, que nos preguntemos: ¿se parece mi vida a la suya? ¿Aspiro a la santidad en el anonimato o necesito imaginar que me tienen preparado un podio donde recibir trofeo y aplausos?