Escarlata

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

Comentan los medios, que nuestra tierra es uno de los lugares tradicionalmente cristianos, donde menos se lee la Biblia. Tal vez sea verdad como lectura privada, pero no hay que olvidar que en la Liturgia de las horas y en la Misa, siempre se leen fragmentos del sagrado texto. Que quede claro, pues, que aunque digan que se lee menos, ningún otro libro lo es tanto como este.

En primer lugar, la Biblia es una de las dimensiones, la fundamental, de la Revelación. Sus contenidos son esenciales para la teología. En segundo lugar, estudiados y meditados, su lectura, enriquece la vida espiritual. No puedo ignorar que muchas personas, con muy buena voluntad, se proponen leer la Biblia y sucumben pronto al intento. No entienden lo que leen, les resulta aburrido o les extraña que puedan suponer alimento espiritual, algunos relatos que hieren su sensibilidad.
Pasan de 500 los ejemplares de la Biblia que poseo. No sé cuantos tratados y artículos referentes al sagrado texto he leído y conservo. Nunca he pretendido rivalizar con los exégetas. Mi papel, una de mis vocaciones, creo yo, es hacer accesible y amena su lectura. No sin estudiar por mi parte el tema. Lo que escribiré hoy, por ejemplo, ha supuesto bastantes consultas, tanto de manuales de papel, como en internet.

Un señor alemán, padre de una monja, hace muchos años, me habló de la cochinilla. Me contaba que en Canarias, cogerlas de las chumberas y venderlas, permitía subsistir a muchos hippies. Quedó entonces archivado en mi memoria lo referente a estos bichitos.

Conté un día, que la púrpura era un colorante que se obtenía de unos caracoles de mar que viven en el Mediterráneo: los murex, frecuentes hoy en muchas mesas. Más de doce mil ejemplares se necesitaban para conseguir una pequeñísima cantidad de tinte, sacado de las entrañas del animal, después de un proceso de oxidación. Parece que este colorante, conocido desde el segundo milenio A.C., ya fue falsificado de alguna manera. En la Biblia se menciona la purpura en 86 ocasiones, a veces seguida de la palabra escarlata. Escarlata a su vez es mencionada 49 ¿de que substancia se trataba?. Vuelvo al principio. El carmín brillante de origen natural, se consigue de un insecto: el coccus ilicis. Su obtención es sencilla, basta tostarlo un poco y atacarlo químicamente, para conseguir el colorante que teñía las túnicas de los nobles o las capas de los soldados romanos. La gama de color que se acercaba al escarlata, se conseguía, pues, de estos animalitos. Resultando fácil y barato. Hay que suponer que el manto que, en señal de mofa, colocaron a Jesús, sería de tela teñida con cochinilla.

Como las chumberas y las cochinillas de Canarias proceden de México, y dicen que son las mejores del mundo, me ha costado asegurarme de que existían en tiempos bíblicos en la cuenca mediterránea. Cuando he estado seguro de ello, he querido conocerlas y ha sido de nuevo una monja, esta vez italiana, y para más encanto llamada Chiara, la que me ha enviado unos cuantos ejemplares, conservados en alcohol. Evidentemente el líquido esta teñido, pero puedo distinguirlos.

Quien beba bitter, consuma conservas de tomate y este tenga vivo color rojo o utilice barra de labios de la tonalidad de la que vengo hablando, que sepa que se ha conseguido, gracias a este insecto machacado y sometido a procesos químicos. Es el mejor colorante orgánico y completamente inofensivo. Industrialmente se le conoce como E-120.

Que nadie se enoje ni le asquee lo que he contado. La amada del Cantar de los Cantares, ya adornaba sus labios de esta manera e imitar un maquillaje bíblico, sin duda, tiene gracia.
Vuelvo a repetir lo del principio. Pretendo hacer atractiva la lectura bíblica, no banalizarla, aunque pueda parecerlo. Acabo recordando que la mala mujer, la bestia y la perversa gran ciudad del Apocalipsis, vestían de escarlata. Cuesta poco encontrar el episodio, ya que está hacia el final del Libro.