Viaje de Benedicto XVI a Tierra Santa

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

He seguido con detenimiento el viaje del Papa. He querido saber por donde iba, lo que decía y lo que comentaban los medios, desde distintos ángulos. Así como el GPS, si puede captar las señales de tres o más satélites, informa con exactitud del lugar donde uno está, así he querido yo buscar información en diferentes procedencias para estar enterado. Conozco la mayor parte de los lugares por donde ha ido el Pontífice, de aquí que me sorprenda que un periodista diga que en Amán donde aterrizó, se dio la batalla de David y Goliat, o que otro sitúe Yad Vashem (museo del holocausto) en la ciudad de Tel Aviv. El CTV cubrió bien el recorrido. Como mi vida no tiene un horario fijo (Lo imprevisto es lo normal) tengo por costumbre grabar las retransmisiones, para verlas cuando pueda. Internet me permite estar al corriente. Son diferentes las agencias que informan. Unas son adictas incondicionales, otras no tanto, alguna adversa. Todo hay que saberlo, para reconstruir la verdad. La prensa es otra fuente de información y en ella es donde capta uno las filias y las fobias.
Lo dicho pretende alertar sobre dos cuestiones. En primer lugar no todo lo que se escribe corresponde con la verdad. No hace mucho, un eclesiástico volcaba su ira sobre la tiara papal, y por ende sobre el Papa, cuando hace bastantes años que ya no existe y ni siquiera aparece en el escudo pontificio. Una simple mirada a vatican.va, le hubiera demostrado su error. Pero para calumniar, no se necesita saber demasiado. Cuando uno lee o escucha a los medios, de lo único que puede estar seguro, es de que está leyendo o escuchando. Que correspondan con la verdad, es harina de otro costal.
En segundo lugar, advierto que es preciso estar enterado de la vida y vitalidad de la Iglesia, si uno quiere permanecer en su seno, a no ser que haya escogido vida contemplativa, que, en este caso, tal vez no tuviera tanta obligación. Cuando yo era joven, nos obsesionaban sobre el peligro de las miradas, conversaciones, imaginaciones y actos que pudieran ser deshonestos. Ciertamente que se daba, en muchos casos, una obsesión malsana, que no ignoro podía traumatizar, pero la lucha a la que se nos invitaban, formaba nuestro carácter, afirmaba la voluntad y mantenía el juicio orientado. Ahora bien, cuando de una manera desorbitada, en soledad o en público, se celebra el gol que haya metido el equipo favorito, repito desorbitadamente, se está impidiendo elevar la mente y el corazón a Dios. Y no se me diga que mientras el chico o la chica están aficionándose apasionadamente al deporte, pueden los padres estar tranquilos, ya que no caen en el mundo de la droga o del sexo. Tal tranquilidad es ficticia. La “celebración de la vida” con motivo de un triunfo deportivo, es como un espeso nubarrón, que impide la visión del sol, mejor dicho, la percepción de Dios. Este largo paréntesis quiere alertar de uno de los peligros que nos acechan: vivir un cristianismo “light”. Sin obligaciones, sin conocimientos y sin liturgias.
Es necesario estar enterado de los aconteceres de la Iglesia, que no consiste en saber lo qué ha dicho tal o cual personaje, escogido muchas veces por su notoriedad, locuacidad y falta de simpatía, para desacreditarla. No dudo de la malignidad del aborto, pero creo que es preciso empezar por comunicar la visión cristiana de la existencia. Predicar a Jesucristo y su evangelio. Comunicar la tan necesaria Esperanza que de Él brota, dar a conocer los testimonios proféticos de hoy en día y de tiempos pasados. Estar convencido y anunciarlo. Es mucho más importante un santo, que lo sea, que un futbolero de cualquier categoría. No hace falta vestirse la camiseta eclesiástica, cual la de un club, pero no hay que avergonzarse de su Fe, ni ocultarla. Vislumbrado el mensaje de Jesús, su asombrosa originalidad, la felicidad que nos otorga y la que nos promete para el final de nuestra vida, entonces, a la luz de estas verdades, declarar nuestra aversión respecto al aborto y la eutanasia, por citar ejemplos de actualidad. Y que conste que me he situado en el terreno religioso. Otra cosa es el de la convivencia, las votaciones y sus  leyes. De igual manera creo es necesario que cualquier cristiano sepa que su religión exige esfuerzo, generosidad y cultivar la propia interioridad.
¿Tendrá resultados positivos el viaje del Papa? Los agotadores encuentros y celebraciones a ello iban encaminados. Ha sembrado designios de paz y justicia. Ha ofrecido amor. Ha fomentado la unión entre los cristianos y la aproximación entre los creyentes. Nos toca a nosotros rezar, para que la semilla sembrada, germine, crezca y dé fruto.