A Haiti, que yo sepa, ningún organismo ha enviado psicólogos

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

Y lo dicho no es humor negro. Estamos acostumbrados a leer, en cuanto ocurre una catástrofe, que la institución pública correspondiente, ha enviado un equipo de psicólogos, para atender a las víctimas y a sus familiares. Y se quedan tan tranquilos, o al menos así lo parece, según los cronistas. Y piensa uno: ¿qué podrá responder un tal profesional a un padre que llora junto al cadáver de su hija y se pregunta, y le pregunta, solicitando una respuesta, donde está ahora ella?. Y que conste que no tengo nada en contra de los psicólogos y que con alguno lo hemos comentado y con sinceridad y modestia me ha dicho: ante esta pregunta debo responder que no puedo dar una respuesta, que debe acudir a un consejero espiritual.


En el caso de Haití no he leído que se enviaran psicólogos, hubiera sido, pienso yo, triste ironía.


Sí, es legítimo que nos preocupemos del cambio climático, seguramente nefasto a largo plazo, pero no es honrado que queramos ignorar, los peligros inminentes que amenazan desde la misma corteza, a muchos pueblos. Los posibles desplazamientos de las placas tectónicas están estudiados y sus consecuencias bastante calculadas. Ahora bien: ¿se obra en consecuencia?. De otra magnitud hubiera sido la desgracia, si hubiera ocurrido en otro sitio. No es lugar este para recordar la historia de Haití. Consiguió pronto la independencia política, pero nunca pudo librarse de la esclavitud de la pobreza, de la corrupción y del desprecio. No huyamos cobardemente de estas reflexiones. Vaya, para el que no lo haya entendido, una sencilla constatación. Nuestros viajeros, aquellos compañeros o vecinos que dicen que salen de vacaciones, ¿Cuántos van a Haití? ¿Cuántos a la vecina República Dominicana?.


No han ido psicólogos. Las grandes instituciones humanitarias y gobiernos responsables han enviado equipos médicos y especializados en salvamento. ¿Qué ha hecho el Vaticano, es legítimo nos preguntemos? Las inmensas riquezas pontificias, según dicen, ¿para que sirven? Casi nadie habla de ello. Los funcionarios de la Iglesia casi ninguno lleva uniforme. Una excepción, según constato, son las monjas de la M. Teresa de Calcuta ¿Dónde están los demás?.


El Papa ha dispuesto que les llegue una gran suma de dinero, aunque las agencias no hablan de ello, ha indicado que se ayude y se acuda. De una manera modesta: Manos Unidas, Intermon, Ayuda a la Iglesia Necesitada y otras más, se han movilizado de inmediato. O tal vez no, no era preciso, porque ya estaban allí. Muchos servidores de lo haitianos, servidores de un pueblo que reclama respuestas trascendentes, estaban hace tiempo allí y muchos de ellos han sido víctimas del terremoto. Desde el Arzobispo a tantos sacerdotes y seminaristas.


Sé que no soy original en mis consideraciones y que muchos lectores estarán pensando: más de lo mismo. Pero no podía ignorarlo. A mi favor debo confesar modestamente que no he querido escribir, sin que se hubiera depositado mi donativo, mediante Manos Unidas, en la entidad bancaria correspondiente y que si me lamentaba ante el Señor porque me había quedado sin el amor de la hermana que me quedaba, al leer la noticia de la joven haitiana que  constató que había perdido a sus 17 familiares, se había quedado totalmente carente de amor familiar, me he prometido no quejarme más y ofrecer a Dios mis oraciones y mis sufrimientos.  Y no quiero acabar sin advertir, que si bien cualquier ONG destina una parte de lo que recibe a gastos de infraestructura, en el Cuerpo Místico, mediante la Comunión de los Santos, todo bien espiritual, toda oración, todo sacrificio, llega sin quedarse nada por el camino.