Clases de Pan

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

Paradojas de nuestro tiempo, el cereal de valor ínfimo en tiempos bíblicos: la espelta, hoy en día, se ha puesto de moda entre ciertos ambientes. Ignoro si en aquellas épocas se elaboraba pan con el. Dicen que se ha salvado este trigo especial de milagro, ya que solo continuó cultivándose en parajes centroeuropeos de climas muy fríos. Hoy si quiere uno conseguirlo, debe acudir a establecimientos especializados o rincones de los hiper donde se venden alimentos de régimen.
La cebada, un cereal de segunda clase, se comía a diario. El evangelio de Juan dice que los panes que se multiplicaron, y que ofreció generosamente el muchacho, eran de este grano. Algunos autores aventuran que Jesús siguió, para la preparación y celebración de la Santa Cena, el calendario de Qumram. Si fue así, el día escogido era martes, de aquí que el pan de la primera Eucaristía debiera serlo de cebada. (Sé que a los estudiosos no les gusta la hipótesis). No sé si alguien ha hecho la prueba de reproducir los pasajes de la Pasión del Señor en los lugares y tiempos señalados. Opino que ni con la velocidad de los mensajeros motorizados de nuestros tiempos, se podría convocar y llevar a cabo las reuniones del Sanedrín y que, a un paso que no fuera de marcha atlética, fuera posible el traslado del Señor de un sitio a otro, para conseguir que lo que empezó en Getsemaní pasada la medianoche, concluyera con su ejecución, hacia el mediodía.
Por más que he buscado, no he encontrado ninguna panadería que vendiera pan exclusivamente de cebada. Debí triturar los granos en el molinillo del café, pasarlo por un cedazo, amasarlo y meterlo en el horno. Lo que salió era duro, pero lo comimos con fruición, experimentábamos el sabor que tenían los pedazos que los Apóstoles repartieron a la multitud. En nuestro caso no fue necesario recoger las sobras.


Continúo donde acabé la semana pasada. Harina amasada, sin ningún otro ingrediente y horneada a continuación, es el pan ácimo. En la tradición israelí se comía junto con la pascua del cordero y tenía dos significados. En primer lugar se trataba de algo nuevo, sin restos de antiguo, que pudiera ser la levadura. Año nuevo, vida nueva, diríamos nosotros. En segundo lugar, el sabor de la levadura es agrio, desagradable, como si se tratara de algo corrompido. El pan de aquellas fechas singulares debía ser totalmente puro y exquisito.


En diversas ocasiones nos hicimos pan de tal clase, es decir ácimo. Especialmente en los campamentos en los que organizábamos una especie de concurso, de tal manera que la patrulla que lo conseguía de mejor calidad tenia el privilegio de que era el destinado a ser consagrado. Como harina de primera calidad era una de las ofrendas que traía el chico o chica que empezaba a comulgar, junto con vino para consagrar, tengo una cierta experiencia de mis fracasos, que quiero compartir con los lectores. El pan ácimo unas veces nos salía duro y otras blando y elástico como un chicle. En pocas ocasiones acertábamos. Por otra parte es eflorescente o hidrófilo (ignoro si es uno u otro) de tal manera que al cabo de pocos días enmohece. La solución la encontramos trayéndolo de Israel o comprándolo en la sinagoga, si era tiempo pascual. En la actualidad lo consigo en supermercados de Francia o Andorra, naciones ambas muy cercanas a mi domicilio. Inexplicablemente, se conservan estos panes sin alterarse y que no se me diga que se le añaden conservantes ¡buenos son los judíos! Tienen calculado ellos, que no pueden pasar mas de 18 minutos desde el contacto de la harina con el agua, hasta su introducción en el horno para asegurarse de que no haya podido iniciarse siquiera la fermentación. Y en el caso de que el producto sea “Kósher”, viene avalado por la firma de un rabino, coas que lo encarece. Legítimamente se preguntará quien ahora lea ¿a qué viene tanta molestia? Pues al deseo de que en la misa aceptemos una Eucaristía semejante, por su apariencia y sabor, a la que recibieron los Apóstoles y recibían las primeras comunidades cristianas. No podemos negar que las hostias utilizadas generalmente, tienen poca apariencia de pan y se asemejan más a la cartulina, pero no se puede negar que resultan muy prácticas de conservar.


El pan cotidiano y familiar de la época bíblica era fermentado y a la masa de harina, agua y levadura, se le añadía sal y algo de aceite. Casi todas las Iglesias Orientales, celebran la Eucaristía con pan común, del que se adquiere en las panaderías, cosa que ha causado serias controversias entre las Iglesias. Que fuera uno u otro, depende del día que se reunieron en el Cenáculo. Si no fue de cebada, como la fecha del martes haría suponer, vuelvo al otro posible calendario vigente entre algunos de aquel tiempo.


Acabo con una cuestión marginal pero que creo es bueno comentar. En ninguno de los relatos evangélicos de la institución de la Eucaristía, he leído que esta no se pueda masticar, ni por más que he buscado, he encontrado disposiciones de la Santa Madre Iglesia que lo prohibiesen ¿de donde salió pues, aquellas advertencias que decían que hacerlo era terrible sacrilegio? Me gustaría que alguien me lo explicara. ¡Cuanta angustia se sembró y cuantos pecados subjetivos se cometieron a causa de ello!