¿Qué bebián los judiós? ¿Qué bebería Jesús?

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

Evidentemente agua. Por supuesto, leche también, y vino, como ya conté. Pero no se limitaban a estas bebidas.


En primer lugar, herencia de su estancia en Egipto, consumían cerveza. En el texto bíblico aparece en más de un lugar, aunque según de que versión se trate, no con este nombre. Utiliza expresiones equivalentes, como bebida que embriaga, bebida alcohólica, bebida fermentada. Lo curioso del caso es que los mismos santos padres, al referirse a textos donde en nuestras versiones leemos estas acomodaciones, ellos ponen cerveza, recuerdo al mismo Agustín.


¿Cómo era la que se bebía en tiempos bíblicos? La información recibida de documentos egipcios es detallada. Se elaboraba de la cebada, triturada y fermentada que, en aquellos tiempos era barata, pero también de mijo o de espelta, que, a diferencia de ahora, era el grano más barato y al que se acudía únicamente en tiempos de escasez o por parte de los más desfavorecidos por la fortuna. Al lector le importará un comino la cuestión de si en aquel tiempo se le añadía lúpulo o no, pero a mí si que me importan estos detalles. Tengo que confesar, que no puedo dar respuesta segura. La planta se conocía desde el siglo V a.C, pero leo que la incorporación de este vegetal amargo, la iniciaron algunos monjes bastantes siglos más tarde. Probablemente, pues, se trataría de una bebida dulzona, conservada en vasijas de cerámica, con cierta cantidad de gas carbónico, de procedencia totalmente natural y de bajo contenido alcohólico. No obstante, el consagrado a Dios, sea Sansón, Samuel o Juan el Bautista, debía abstenerse, por pureza legal, de consumirla.


Otra bebida, más proletaria, era la posca, que tampoco aparece en nuestras versiones con este nombre. Se trataba de un refresco compuesto de agua y vinagre. A quien le choque la composición de este mejunje, que piense que era semejante a nuestras limonadas. La diferencia está en que la acidez en un caso se deriva del acido cítrico y en el otro del acético. A ambas se le unirían los otros componentes propios del fruto del que provenían. Era muy común entre las legiones romanas. El texto bíblico, sencillamente, le llama vinagre. Recuérdese a Booz invitando a la moabita Rut a que se quede junto a sus segadores y coma con ellos el trigo tostado y beba de su “vinagre”. Al mismo Jesús, en su agonía, el soldado romano le ofrece en una caña empapada, el consuelo de esta bebida refrescante, que tendría a su lado como entre nosotros, los jornaleros se acompañaban de un botijo.


Reconozco que en mi vida no he probado cerveza sin lúpulo, pero que es mi propósito algún día conseguirlo y, como también lo es de un amigo, espero saber que gusto tiene. En cuanto a la otra, a la posca, poco antes de empezar a redactar el presente artículo, lo he hecho, y vuelvo a comprobar, que no es nada desagradable, preferible, en mi caso, a cualquier “cola”.


Continuando con lo de aclarar ambigüedades, añado que también bebían lo que hoy llamaríamos vermut o bitter y que el texto bíblico llamará vino aromático. De la misma manera que saboreaban licores, aunque hay que advertir que al desconocer la destilación, diferirían de los nuestros. Seguramente se trataría de mostos concentrados mediante exposición al calor del sol, para después, una vez fermentados, añadirle algún jugo azucarado extraído de los dátiles o de la miel. Hierbas aromáticas en maceración entrarían en la composición de ambas bebidas. Más espesos que los nuestros, tendrían a lo sumo 15 grados alcohólicos.
¿Que lo dicho pueda parecer tontería o puro diletantismo? Lo acepto sinceramente, pero, como decía Terencio: soy humano y todo lo humano me interesa. Y mucho más si me ayuda a aproximarme a Cristo. Cuando entre lengua y paladar noto el vinagre, me siento unido a algunas sensaciones del Señor durante su vida histórica y a lo último que satisfizo su boca, durante su supremo acto redentor, en el Calvario.