Historia de nuestra fe -1-

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja    

 

Me ha ocurrido a veces que, acabada la misa, ha venido a hablar conmigo alguien, diciéndome afligido que su hijo ha ido a comulgar y ¡todavía no había hecho la primera comunión!. Evidentemente, le respondo que si así ha ocurrido, ya la ha hecho en ese momento. Y, a continuación pregunto si sabía lo que hacía. Generalmente, me responden que ha ido a no sé cuantos cursos de catequesis. Pregunto si sabe lo que es comulgar y me dicen que sí, a su manera. Tengo la impresión de que en la preparación, se pone el acento en cuestiones teóricas, más que en la devoción. A veces me cuentan que el catequista ni siquiera va a misa. Opino que pretender formar diminutos teólogos no es la pedagogía divina.

Llegada la hominización, el ser consciente de tener conciencia, que esto es el hombre, por la vía de la intuición, reconoce una realidad superior y, de una u otra manera, siente respeto religioso a esta entidad misteriosa. Siente principalmente asombro, ante el fenómeno de la fecundidad de las plantas, de los animales y de la mujer. Capta el misterio. Si de alguna manera quiere evocarlo, tener algo que le relacione con este enigma, fabrica figuritas de divinidades  femeninas. Esta postura le permite situarse mentalmente, pero no sentirse feliz. Pretende ser fiel a unos principios que brotaban de su interior, pero cae con frecuencia en el error, en el pecado y sufrir soledad.

Llegó un día que Abraham, un hombre privilegiado, se separó de su familia, pues escuchó una llamada interior que le indicaba que peregrinase hacia tierras del sur. En el lugar santo de Siquem, aquella voz se le manifestó como un ser personal, comunicativo. Más tarde incluso le diría que era su amigo. Esta experiencia cambió su vida e inició también el cambio religioso de la humanidad. El Patriarca no es que pensase que lo que había creído hasta entonces era falso, su progreso no llegaba a tanto. Entre todas las divinidades que pululaban en su imaginación, fruto de tradiciones familiares, se sintió escogido por una, que se convirtió en su Dios, al único que a partir de entonces adoraría, con el único que se sentiría comprometido, al solo que pediría favores. Esto fue un hecho tan importante, que nuestra cultura occidental le llama “Padre de los creyentes”.

En Siquem empieza la Historia de la Salvación, que es una historia de amor. Si es importante para un viajero saber su situación, precisa también no sentirse solo, no hundirse víctima del odio. El hombre quiere amar y ser amado y gozar con ello.

Cuando me encuentro con alguien que me dice que no tener fe, no pretendo instruirle en el conocimiento de dogmas o enunciados religiosos. Trato de que descubra que es amado por alguien, y que este Alguien, espera ser reconocido, para aumentar su amor hacia él e inundarle de felicidad a su medida.

Esta reflexión, que de alguna manera es oración, le introduce en el corazón de Dios. Digo siempre que no pretendo convencerle para que sea uno de los míos. Le aseguro que no obtengo ningún beneficio, si consigo su adhesión. Que es él el que logrará enriquecerse y sentir satisfacción. Vivir con un poco de confianza en Dios, cambia la vida. Avanzar acompañado de las enseñanzas de Jesús, un proceso lógico. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en el sendero, dice el salmo 119.
Progresando poco a poco, irá descubriendo y aceptando las verdades que enriquecen nuestra Fe. Pero no cometamos el error de presentarle dogmas a los que debe adherirse previamente, ni le planteemos “cuestiones de sacristía”. La religiosidad auténtica empieza, prosigue y nunca debe de dejar de ser, una experiencia. Primero hombre de oración, después, en todo caso, erudito.