Fundamentalismo y New Age. II

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja    

 

Me molesta y me irrita soberanamente es el hecho de que permanecer en una ciudad suponga pagar por ello. Pretende uno encontrarse con alguien, desea ayudar, enterarse, adquirir, cualquier cosa, si supone la más mínima permanencia, debe ir abonando por estar parado sea en vía pública sea en parking. El trasporte público cumple una función que no llega a responder a muchas necesidades personales. Como me pone de mal humor procuro desplazarme a Barcelona o a cualquier otra población lo menos posible. Hay cosas que uno no puede resolver por Internet, de aquí que vaya personalmente y deba pagar o exponerse a la correspondiente multa.

Ya contaba la semana pasada que me desplacé a Barcelona para visitar el establecimiento dirigido a la comunidad judía, donde esperaba encontrar material de utilidad didáctica, como así fue. El hombre propone y Dios dispone. Contaba que la búsqueda nos había llevado a encontrar una cafetería, atendida por una gentil argentina. Preguntamos y nos preguntó a su vez ella. Volvimos al establecimiento y nos conto que había hecho sus averiguaciones. Estaba ilusionada por acudir a una sinagoga y recitar una oración en memoria de una muy querida abuela y había dado con ella. Pero nos dijo que para entrar en la de Barcelona le informaron que debería ir provista de documentación y dar detalle de sus propósitos a la policía. Sí, claro, es preciso tomar precauciones.

Terrorismo o antisemitismo, son criterios que se aducen. Si se hubiera acercado a la catedral, muy próxima, le hubieran exigido pagar entrada. Muy lógico, conservar estos grandes y maravillosos edificios, suponen muchos gastos. Todo correcto, ahora bien, cabe preguntarse ¿es justo el proceder? ¿es oportuno? ¿resulta útil para que los recintos cumplan sus funciones? ¿Serán fomento de religiosidad judía o cristiana o pronto se convertirán en meros lugares de interés turístico? Tanta precaución, tanta burocracia, ha provocado enojo e incomodidad a muchos que al no encontrar en el momento que les urgía orientación, fe, paz interior, las normas establecidas se lo han impedido.

En tal situación unos, los introducidos, saben muy bien los momentos en que podrán reunirse con los suyos, fomentar sus entusiasmos, adoctrinarse. Sus estatutos estarán reconocidos y aprobados, pero su proceder, sé que irritará a muchos lo que voy a decir, sus operaciones seguirán aunque lo ignoren, técnicas sectarias.

Otros, al no encontrar lo que buscaban, Fe, paz interior, iluminación para su progreso, contacto personal con alguien experto en discernimiento espiritual, se decantan por refugiarse en la propia interioridad, creen no es precisa la religión, que es suficiente la espiritualidad, que no hay que acudir a la oración, basta la reflexión, que tal vez no exista ni Dios, ni Eternidad, ni alma, pero sí una energía espiritual, presente en la naturaleza, en la proximidad a una encina centenaria, en las olas que se mecen. Escuchar cierta música apacigua tanto como el encuentro personal con un Dios que nadie está seguro de que exista. Cuando uno se abstiene de espectáculos donde se maltrate a los animales, cuando uno rehúsa comer su carne o vestirse con sus pieles, esta aprendiendo a no ser violento. Algo existe que no es detectable con nuestros instrumentos de medida, no hay duda de ello, pero no hay que preocuparse. Sin darse uno cuenta, en esta sociedad que llamamos post-cristiana, se ha introducido esta realidad viscosa, que somos incapaces de analizar con precisión, próxima a los misteriosos efectos beneficiosos de las Flores de Bach, al yoga o a la astrología. Sin duda que muchos ritmos modernos crispan el ánimo, pero cierta música apacigua el alma más que la asistencia a misa, piensan.

Ambas posturas espirituales inician en el fanatismo o en los ámbitos de la New Age.

He tratado de describir unas situaciones personales que son aceptadas por muchos.

Nuestras iglesias, si están abiertas y no cobran entrada carece generalmente de cordialidad. Se limitan a anotar las horas de apertura y cierre y el lugar donde está situada la puerta de entrada.

Paralelamente va creciendo posturas radicales donde conceptos o comportamientos que son pura costumbre se elevan a la categoría de exigencias, de manera que si alguien se aproxima le resultan antipáticas.

Ni este fundamentalismo que he resumido en 3 líneas, ni posturas de New Age a las que he dedicado bastante mas espacio son verdadera Fe cristiana. No sé en cual de los dos bandos milita más gente. Satisfacciones no dudo que encuentres en ninguna de las dos orillas. La felicidad no sé si la saborean.