Fundamentalismo y New Age. III

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja    

 

Es preciso que reconozcamos que ambos extremos, fundamentalismo o fanatismo retrogrado, cargado de beatería, y una evanescente espiritualidad religiosa, tal vez de tonos cristianos, tranquilizan, dentro de la irritabilidad de los primeros y el sopor de los segundos, pero nunca llegan a rebosar de felicidad quien a estas tendencias se incorporan.

Ahora bien, hablar de fundamentalismos y de New Age, me atrevería a decir que ya ha perdido actualidad, pese a que perdure. Asistimos a un fenómeno preocupante: la “catolicofobia”. No quiero entretenerme en analizar las causas u orígenes de este fenómeno, que nos ofende a los fieles de la Iglesia. Añádase el aburguesamiento, lo señalaba no hace mucho Benedicto XVI. Es un enemigo no cruento, pero maligno, como lo fueron las persecuciones de la época romana a la que siempre acudimos como patrón comparativo. Aceptarlo en teoría es fácil, reconocerlo en la práctica no. A un chiquillo se le puede explicar el ejemplo de San Tarsicio. Una quinceañera podrá ver la heroicidad de Cecilia, Inés, María Goretti o Josefina Vilaseca. (Otra cosa será que imite su testimonio). Enfrentarse a las fieras o a un desalmado violador, tiene mérito. Pero saber que la búsqueda del puro triunfo deportivo o el derroche en modelitos, es una tentación pecaminosa es más difícil de aceptar. Ocupa el tiempo, pero no llena la vida de felicidad. Y hay que tener la valentía de proclamarlo. Que una cosa es el clásico “mens sana in corpore sano” (espíritu limpio, en un cuerpo lozano) y otra el espectáculo vergonzoso de personas que se someten por dinero y otras que con su dinero van a verlos.

El aburguesamiento contemporáneo, enemigo del alma se inmiscuye en la elección del vehículo, quien compra uno de gama alta siéndole suficiente un utilitario, en la adquisición de los muebles, porque otros modelos están de moda, o la elección del tamaño del televisor, el tamaño debe estar en relación directa al numero de personas que se servirán de él, etc. etc. Los criterios burgueses dictan la norma: puedo, pues adquiero. Yo personalmente, acostumbro a llevar escasa moneda. Me sirvo del llamado dinero de plástico. Cuando se presenta la ocasión, me pregunto: ¿resulta cristiano que compre esto?.

Si el “patio” está ocupado por fanáticos o por exóticos espiritualistas, si el resto lo llenan los consumidores, ¿qué nos toca hacer a los discípulos de Jesucristo? ¿Debemos gastar energías en condenar desviaciones y tendencias o libertinajes matrimoniales? Ocuparnos en estos menesteres, dirigidos a personas que les falta fundamento, da nulo resultado. Ha llegado la hora de evangelizar pura y simplemente, de sembrar la buena semilla con ilusión, respaldada nuestra actividad por aquellos que han dedicado su vida a la oración, y estimulados por los que entregan su vida al servicio de los mas necesitados.

Mientras haya cartujos, trapenses, carmelitas y clarisas, mientras existan Cottolengos, Hermanitas de los pobres y seguidores de Teresa de Calcuta, quienes hemos escogido la vocación misionera, podemos continuar tranquilos. Ni a fundamentalistas sectarios, ni a New Age, debemos temer, ahora bien, periódicamente deberemos examinarnos de aburguesamiento, una infección difícil de descubrir y erradicar.

¿Vivimos una trágica situación nueva? Nuestra aventura se asemeja a la que nació en Pentecostés. Recordemos fariseos, saduceos y zelotes, amén de seguidores de Mitra y de los cultos greco romanos. Nuestra tarea, es semejante a la de Pedro, Juan y Pablo etc. Aventura apasionante.