A vueltas con el viaje del Papa

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja    

 

La verdad es que me pusieron de muy mal humor los comentarios que se hacían respecto al viaje de Benedicto XVI. Estaba nervioso e irritable de tal manera, que la gente me preguntaba por qué iba a Barcelona. La respuesta fue siempre la misma: soy presbítero, rezo por él diariamente, como persona y como Papa, me he desplazado a Roma a concelebrar la Eucaristía con él con motivo del año que nos dedicó y que supuso que muchos rezaran por nosotros y, me guste o no, por fidelidad y honradez, debo ir.

Y es que primero se le atacó por los gastos que ocasionaría. Se hizo, y continúan haciendo, críticas a su realidad de jefe de estado. Desde la ignorancia se pueden decir muchas sandeces. Quienes denigran tal realidad, deberían conocer los Pactos Lateranenses, que fueron el origen del estado de la Ciudad del Vaticano. Deberían plantearse la cuestión, comparándola con la Orden de Malta, soberana, con embajadores, lugares con garantías extraterritoriales … y sin poseer un territorio estatal. Su gestión es profundamente humanitaria y cristiana. ¿por qué los que reciben becas para estudios y para prestar servicios a los leprosos, pongo un ejemplo, no exigen que a una tal institución se la debe privar de soberanía?. O analizarse la cuestión desde la situación del Patriarca Ortodoxo Ecuménico, en El Fanar, sin soberanía y con casi persecución, por parte del estado donde reside, que se opone hasta a que proclame en documentos, su realidad religiosa. Debería recordarse la etapa en que los papas vivieron en Avignon, sin que gozaran del privilegio de jefes de estado. ¡tantas cosas deberían tenerse presentes! Y conste que el rango de embajadores de los nuncios, la “nobleza negra”, los uniformes de la Guardia Suiza y los zapatos rojos que calza el Papa, no me gustan nada.

El Papa vino a Barcelona a dedicar un edificio al culto católico. Vino el sucesor de Pedro a confirmar en la Fe a su hermano y a su Iglesia diocesana, gesto muy acertado. Fue una celebración litúrgica de gran categoría, maravilloso el marco y meticulosas las ceremonias. Las interpretaciones musicales magníficas. No se me ocurre reprochar nada. Ahora bien ¿fue una celebración evangelizadora, para la realidad decadente de nuestra cultura occidental? Me temo que no. En este aspecto fue ejemplar la visita a la institución del “Nen Déu” su cariño y atención por los niños discapacitados, eso sí que lo entienden todos, que alecciona a todos, que recuerda y patentiza las Bienaventuranzas, que buena falta nos hacen.

La última queja ha sido, que a las mujeres solo se las vio ejerciendo “sus labores”. Critican a las monjas que secaron el altar, empapado en el Santo Crisma. Olvidan, o quieren ignorar los tales, que la primera voz que en el encuentro evangelizó, fue femenina. La realidad divina eucarística, no puede viajar por ondas hertzianas, pero que un texto impreso se proclame, es decir, se convierta en Palabra de Dios, alimento del alma, sí. Esta realidad la tenemos muy olvidada los católicos, no así otras comunidades o iglesias cristianas. Y alimentados de este manjar, son capaces de dar frutos de santidad, incluso martirial. Y menciono episodios de estos últimos días. El documento pontificio recién aparecido, habla de esto. Vuelvo a recordarlo el ministerio, no ordenado, de lector, se le encomendó a una mujer. Reciba ella mi felicitación y enhorabuena.