¿Se puede ser agnóstico en Navidad?

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja    

 

Pues sí y pienso que no a causa de la maldad de los no creyentes, sino de la tozunería de muchos que se declaran cristianos y quieren continuar siéndolo sin ningún esfuerzo de conversión.

Como cada año, desde diferentes situaciones, se nos ilustra de la religiosidad que imperaba en tiempo de Jesús. Informaciones tendenciosas, que, desde fuera de la Iglesia tratan de desacreditar nuestra Fe. Desde los cultos al sol, que esta temporada luce poco rato, pero empieza a lentamente a alargar su permanencia, hasta los cultos a Mitra, de alguna manera también relacionado con el sol. Me sorprende que nos aleccionen ahora de estos cultos. Hace más de 50 años, ya leí un cuento de Kipling, que hablaba de las relaciones del apóstol Pedro con un adorador de Mitra, sin representar sus situaciones problemas de convivencia. No satisfechos con lo dicho, se atreven con personajillos secundarios. He leído algo, pero prefiero referirme a lo que me contaba una chiquilla de nueve años. En la escuela, le habían enseñado que Papa-Noel, era un invento de la Coca-cola. Nada le dijeron que San Nicolás era uno de los grandes santos, muy venerado, y al que las Iglesias Orientales, le dedican bellos iconos. Ni de su historia y leyenda en occidente, que, de ser sabio y santo, pasa a generoso y bonachón. Olvidaron también decirle que el nombre de hoy es víctima de corrupción lingüística, consecuencia del pasar al inglés americano, llamándose desde entonces Santa-Claus. Que sea figura aprovechada por la bebida, es un fenómeno semejante al de la “quina san clemente” o el “agua del Carmen”. Sí, no se puede olvidar, desde fuera pretender desacreditarnos, es lamentable.

Pero me preocupa mucho más, que las costumbres que se han ido acumulando, vinculadas a estos días, vayan carcomiendo la vida espiritual de la gente joven. La cosa viene de lejos, seguramente la iniciaron los artistas plásticos. Vaya un ejemplo. La escena de los pastores encontrándose con la Sagrada Familia, va acompañada de las ofrendas que ellos traen. Pues bien, nada dice de esto el evangelio de Lucas. Los pastores, enterados del acontecimiento por los ángeles, acuden a descubrirlo y cuando encuentran al Niño, lo contemplan asombrados. De inmediato hablan con María, son portadores de una Buena-Nueva, que se la trasmiten. Resultan ser los primeros apóstoles del Mesías esperado. Henchidos de felicidad marchan a anunciarlo a los vecinos de Belén.

Si ahora apareciera físicamente el Niño, sería mucho más fácil dejarle el obsequio de 10€, que salir a proclamar a los compañeros, a los amigos y a los desconocidos, que ha nacido Dios. Que deben sentirse felices e ir a contemplarlo. Que feliciten a María y a José. Y no es un cuento. En la mesa Eucarística, ocurre algo semejante a lo que aconteció en Belén, y nos lo reservamos.

Que dejar de comer sabrosos manjares y bebidas de solera estos días, es difícil, no lo ignoro. Pero es más barato que las terapias de desintoxicación, las curas antidepresivas o las periódicas visitas al sicólogo, que los familiares deben pagar posteriormente, tratando de solucionar depresiones, infidelidades y crisis matrimoniales o derivas a la delincuencia, consecuencia de la falta de sentido de la propia vida.

¡Con la felicidad que proporciona la Navidad, limpia de las telarañas del aburguesamiento y fiel a las enseñanzas evangélicas! Los que estos días han acudido a misa jugándose la vida, muriendo algunos por ello, estoy seguro de que no han estado bebiendo cava, comiendo selectos mariscos o exquisitos postres. Y, no se olvide, que los mártires y perseguidos, son las flores de la Iglesia. Junto a ellos, la juventud de allí no pierde la Fe, podéis estar seguros.