XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 15, 21-28: Viaje al extranjero

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja   

 

 

Probablemente ocurrió esta excursión del Señor a tierras del Norte, durante las vacaciones de las fiestas de las cabañas, Sukkot para los hebreos, en otoño. El Líbano es, así pues, Tierra Santa. Tiro y Sidón fueron ciudades autónomas, algo así como Ceuta y Melilla o Singapur. En estas poblaciones todo el mundo se siente próximo al que se le cruza por la calle, sin preguntarle donde ha nacido, de donde viene, ni a donde va. Está allí y punto. La buena mujer que se le acercó al Señor, también era de otras tierras. Quizá el ser ambos extranjeros facilitaba el diálogo. Resultaba por ello más fácilmente sentirse próximos en la confianza mutua. De todos modos, ya lo sabéis, mis queridos jóvenes lectores, Jesús siempre está cercano, aun en los momentos más críticos de la duda y de la tentación. Si no le vemos, como nos pasa a veces con personas que están a nuestro lado, mientras nos rodea y apretuja la multitud en una manifestación, puede uno sentir su aliento, que es muestra de presencia. El aliento del Señor son sugerencias que aparecen en el fondo, a veces olvidado, del corazón.

Aquella buena mujer tenía una hija endemoniada, según su parecer. Muchas madres hoy en día, sienten una pena semejante, porque su chiquilla querida, vive sumergida en la droga. Uno en las circunstancias de Jesús, puede, como hacen los famosos, refugiarse en el clásico: non coment. Jesús se limitó a permanecer en silencio, como si no se enterase, o no le interesase lo que aquella mujer decía. Estaba de vacaciones, que pasase por despacho a horas convenidas, le hubiera respondido alguno. El Señor, no. El Señor escucha siempre, aunque parezca que no oye.

Intervienen los Apóstoles. Habréis oído decir a veces que no hay que rezar a los santos. Que hay que ir directamente a Dios. Pues parece que el Maestro no piensa de esta manera. Había oído las suplicas directas de la mujer cananea y se había hecho el sordo. Intervienen ellos, y hay que reconocer que no lo hacen con demasiada delicadeza para con la mujer. Y muda su actitud. Aparentemente no está interesado en la petición. Realmente lo que está sucediendo en el interior de la buena mujer es que la fe va aumentando. Le sigue posteriormente un diálogo precioso, con alusión a los perritos falderos, tiene gracia.

Jesús se admira en llegando este momento. Ahora yo pienso y os propongo a vosotros, mis queridos jóvenes lectores ¿se admiraría Jesús de vuestra Fe? O esta observando que es muy raquítica. Y a la admiración hacia la sirofenicia consigue el resultado que solicitaba: la chiquilla se cura. Era una extranjera. Para Él nadie es extranjero. ¿y para vosotros?

San Pablo escribiendo a cristianos de Roma les recuerda su origen judío. Y su cambio posterior. Sin renunciar a su linaje, se advierte más vinculado a los de su misma Fe. Siente por los de su pueblo un especial cariño, aunque su dedicación primordial sea hacia los cristianos. Es más, les recuerda las maravillas que se operarán cuando los suyos, los judíos, se incorporen a la Iglesia. En este momento hay que preguntarse con sinceridad, cuando me encuentro con un judío ¿mi actitud es semejante a la del Apóstol?

La última frase es magnífica, resulta ser la traca final, el fin de fiesta. Dice que al fin del tiempo, se manifestará la compasión de Dios.