I Domingo de Adviento, Ciclo B

San Marcos 13, 33-37: Tal vez hoy o mañana

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- Hoy el evangelio habla de una cosa de la que nadie quiere hablaros. Hasta a veces os lo ocultan. Se trata de la muerte humana. Vosotros ya sabéis algo de ello. Habréis visto algún animal que lo ha atropellado un coche, algún pajarito ha aparecido inmóvil en la jaula y os lo han retirado o el pez de vuestro acuario lo habéis encontrado en la superficie de panza arriba. Cuando ha pasado esto, seguramente, os habéis puesto un poco tristes. Cuando muere algún animal que apreciamos siempre ocurre así. Aunque no os hablen de la muerte humana, seguramente sabréis algo de ella por las películas de cine o por la televisión. Sea como fuere, la muerte es una cosa que os da miedo.

2.- ¿Qué dice Jesús en el evangelio de la misa de hoy sobre ello? Jesús explica que un hombre se fue, dejando a sus criados vigilando la casa hasta su vuelta. Tal vez a vosotros también un día han marchado vuestros padres y os han encargado el cuidado de un hermanito, de contestar al teléfono o de que cerraseis las ventanas si llovía. Vuestros padres confían en vosotros y quieren que les ayudéis. Pero si no hacéis caso y os vais a jugar a casa de un vecino o ponéis música tan fuerte que no podéis oír el timbre u abandonáis al chiquillo y al volver se encuentran que se ha caído de la cama, o que ha entrado agua en la casa, eso les entristece. Porque habían confiado en vosotros y no habíais cumplido.

Algo semejante pasa con Jesús, nos ha dejado unos encargos personales, nos ha puesto en este mundo para que seamos sus amigos y ayudantes. Él confía en nosotros. No podemos defraudarle. Desea que ayudéis al compañero del que se ríen todos. Desea que si tenéis algo: juguetes, libros o golosinas, no seáis tacaños y penséis y compartáis con los que no lo tienen. Desea que vuestros padres estén satisfechos de vosotros. Parece que Dios se haya ido de este mundo, aunque esté siempre muy próximo. Un día, no sabemos si pronto o tarde, se presentará y nos preguntará como hemos cumplido sus deseos. Será mala cosa si nos encuentra que hemos olvidado lo que nos encomendó.

3.- Así que cada día debemos estar atentos y no olvidarnos de ello. Y si se presenta en cualquier momento y nos encuentra ocupados en lo que nos confió, Él estará contento y también nosotros. A unos la vida les dura mucho, a otros poco, pero si no le decepcionamos, aunque venga muy pronto la muerte, con motivo de un accidente o de una enfermedad, nos recibirá para vivir eternamente con Él y para que seamos compañeros de otros jóvenes, que también cumplieron sus deseos. A su casa la llamamos Cielo y en él sabemos que hay mucha gente joven, que no todos son viejos, serios y barbudos, como los representan en muchas imágenes.

Si en este momento viniera la muerte y se nos llevara, al entrar en el Cielo, nos encontraríamos a un niño de siete años llamado Tarsício, a otro un poco mayor que se llamaba Domingo, a otro que le conocían como Dominguito, a una chica italiana muy valiente llamada Goretti y muchísimos más. A estos que pueden ser compañeros vuestros en el Cielo los llamamos santos, Dios espera que nosotros lo seamos. ¿Qué le contaríamos si ahora mismo viniera a nuestro encuentro preguntándonos que hemos hecho por Él?