Solemnidad. La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

San Lucas 1, 26- 38: La Inmaculada

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- Vosotros sabéis, mis queridos jóvenes lectores, que hay gente que presume de que le han nombrado hijo predilecto de su aldea. No digo que no sea cosa laudable, pero ¿que categoría tiene el título si la comparamos con la de premio Nobel? Claro que para saber la importancia de uno de esos galardones en terreno de la química, por ejemplo, hay que estar enterado de bastantes cosas de esta ciencia. El analfabeto no será capaz de valorarlo. Algo así sucede con el titulo que damos a Santa María y que hoy celebramos. Para entender el significado hay que tener una cierta cultura religiosa. Afirmamos que fue ella, y solamente ella, la que desde los primeros momentos de su existencia estaba limpia espiritualmente y con el mismo esplendor se conservó hasta el fin de su vida. Advierto esto, porque la primera pareja, a quienes simbólicamente llamamos Adán y Eva, también lo fueron al inicio de su existencia, pero después su comportamiento fue un desastre. Y de aquí vino que se introdujese el pecado en el mundo. Algo más importante que la llegada de meteoritos, no lo olvidéis. Si alguno de estos fue capaz de ensuciar de tal manera la atmósfera que ocasionó la extinción de los dinosaurios, entre otras cosas, la introducción del pecado todavía emborrona la convivencia humana. Y va para largo.

2.- María no, María se salvó de la contaminación y se conservó pura. Y su limpieza no se le otorgó para satisfacer su orgullo personal. Fue en vistas a un proyecto que tenía Dios. Como las labores de laboratorio exigen instrumental y productos “químicamente puros para análisis” algo así, dicho con toda reverencia, debía ser el instrumento de salvación de Dios. Este es el significado de la fiesta. Conservarla en el corazón es tan importante como uno guarda una joya que aprecia por el valor de la gema y de su montura y por el recuerdo y vinculación con quien nos la regaló.

3.- De la primera lectura os podría escribir largamente, mis queridos jóvenes lectores. Ya lo he hecho otras veces y no quiero repetirme. He visto múltiples representaciones de la escena y conservo en casa bellos libros con magníficas reproducciones. Os puede chocar lo de la desnudez. Es una muestra de que no tenían ningún peligro y no necesitaban ninguna defensa. Eran buenos y nada temían. Podéis comparar las creaciones de los artistas, que también vosotros conoceréis, con cualquier ilustración de strip-tease, que sin duda, para gracia o desgracia, tampoco ignoraréis. Las primeras las contemplamos asombrados de su ingenuidad y belleza, las otras son buenas muestras de la degradación a la que puede someterse el bello cuerpo humano.

Vaya por delante que el relato del Génesis es una enseñanza catequética, para nada una narración histórica. Cosa que le da mucha más importancia. Existen y coleccionamos fósiles, y a todos nos gusta tenerlos, pero aquí nos llega desde antiguo una doctrina fundamental, que para nada es fósil espiritual.

No busquéis tampoco exactitudes. Los antiguos no diferenciaban la lombriz, que se zampa paquetes de tierra, y decimos que es un anélido, de la serpiente que repta y es alargada y que la clasificamos como reptil, y esta, a diferencia del gusano, muerde y puede llegar a ser mortal. El caminante de ciertos lugares sabe que peligra su talón si pisa uno de estos animales por en medio, la parte superior se eleva y clava los colmillos y con ellos introduce el veneno en el pie.

4.- El relato es bello y enormemente didáctico. El relato evangélico es sublime. No me canso nunca de leerlo. Con sinceridad os digo, mis queridos jóvenes lectores, que poco después de llegar de esos benditos lugares, de rezar y contemplar la casita donde ocurrió el hecho narrado, debido al cambio brutal del clima, he enfermado y ahora restablecido, os debería escribir con prisa y me disgusta hacerlo de esta manera. La misma narración, la encontraremos en la misa de uno de estos domingos de adviento y será entonces, si Dios quiere, cuando os de más detalles. No quiero dejaros sin que sepáis que allí donde María dijo sí, a no más de un metro de distancia de donde ahora una estrella en el suelo pone “hic de Mariae virgine Verbum caro factum est” (aquí de la Virgen María el Verbo se hizo carne) allí mismo, con absoluta certeza arqueológica, estaba ella. Visitar el lugar con devoción ayuda a incorporarse al mensaje.