Solemnidad. La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María

San Lucas 1, 26- 38: Hicieron lo que les dio la gana

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- Como el clima era benigno y no corrían ningún peligro, iban desnudos, como uno se desnuda en la visita al médico sin sentir miedo, no tenían necesidad de protección material ni mental, todo era puro… Dios quería saber si se podía fiar de ellos y les sometió a un examen, o una prueba de campeonato, como queráis llamarle. No se trataba de ser listo, fuerte o guapo. Lo que Dios quería saber es si podía confiar en ellos. Así que les propuso la cuestión, no sabemos exactamente que debía ser, la narración habla de obedecer, comiendo lo que fuera, donde fuera, pero no de un árbol especial. Si el anciano escribiera hoy en día, y, tratándose de una mujer, en vez de fruta, seguramente hablaría de bombones. Planteada la cuestión así, se marcho discretamente el Señor, en espera de saber lo que ocurriría.
La pareja humana no obedeció, hicieron lo que les dio la gana, sin tener en cuenta a Dios. A eso le llamamos pecar y a las consecuencias de tan estúpido proceder, castigo. Dios estaba enfadado, pero no alterado, defraudado pero sin perder la esperanza. Se necesita confiar mucho y ser muy atrevido como lo es Dios, para no abandonar su obra y echarlo todo a perder. Dictó solemne sentencia. (No os fijéis en detalles que no importan y que en aquel tiempo se desconocían. Como algunas tribus vecinas adoraban a las serpientes, estos ancianos sabios, pusieron al maligno dentro de la piel de uno de estos animales, que abundaban entonces y ahora por aquellos lugares. Pero como no sabían zoología, para ellos un reptil y una lombriz son animales del mismo género. Los primeros muerden, las segundas se tragan paquetes de tierra para en su estómago extraer las substancias útiles para poder vivir).


2.- Si hoy leemos este relato es para que sepamos que desde el primer momento Dios quiso salvar a la humanidad y por eso, a continuación del pecado y del castigo, anunció que tiempo más tarde, un descendiente de aquellos hombres sería capaz de machacar al primer causante del mal, aunque fuese a costa de ser herido por este. En este cuento se trasmitía el anuncio de un descendiente que volvería a ser bueno del todo. Con Maria, la madre de Jesús, la sin culpa alguna, volvió a empezar la buena historia, no sin que causase en ellos mucho dolor y en el caso de Cristo la aceptación voluntaria de la muerte (aquello de que le morderá el tobillo) fuese la puntilla que inutilizó la causa de todo mal.
Debemos estar más contentos de este triunfo que si nuestro equipo favorito ganara la copa del mundo, o nuestro compañero fuese campeón olímpico. Por eso hoy es una fiesta grande en el mundo cristiano, porque nos alegramos de tener una madre espiritual tan limpia y a la vez sencilla.