Solemnidad. La Natividad del Señor

San Juan 1, 1-18: Un escrito de San Juan

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- A la gente joven de ahora casi no os enseñan a pensar. Quieren que recordéis cosas, nombres, fórmulas, números. Y después que sepáis apretar botones o chutar pelotas. Ya está bien guardar en la memoria cosas importantes, pero hay que saber el significado que tienen. La vida es algo más que apretar botones o chutar pelotas.La agilidad corporal es buena pero, si no hay nada más, el hombre se convierte en un animal autómata. El evangelio de hoy, si lo habéis escuchado, seguramente que no lo habréis entendido. Es un escrito de San Juan, un santo intelectual, que no se entretiene en detalles. Más que describirnos como empezó a vivir Jesús, nos quiere decir desde un principio, que se trata de un hombre importante, no porque haya ganado concursos, premios o carreras. Jesús, nos dice, es importante porque viene de Dios Padre. Nos dice y repite que Él es la Palabra. A nosotros nos cuesta entender que significa lo que dice. Pongamos un ejemplo, para que se entienda algo. A veces vosotros decís: te doy mi palabra. ¿Qué significa dar la palabra? Significa comprometerse con lo que se está diciendo. Significa que podemos reclamar, pues, en aquello que se dice, pone uno toda su alma. Algo así es Jesús: la palabra y el compromiso de Dios con los hombres, pero hecho documento viviente, hecho hombre.

2.- Para la gente de aquel tiempo el individuo que se había hecho importante era un hombre que se llamaba Juan y, por su manera de obrar, le conocían por el bautista, el remojador”, diríamos nosotros. Y es que predicaba mucho, exigía mucho de los que se le acercaban y, si estaban conformes con su doctrina, para demostrar que entraban en su círculo de discípulos, que aceptaban su mensaje de penitencia, los sumergía en el Jordán. Y cuando vio Juan que su vida peligraba, se fue a otro sitio, cercano, pero más discreto. De todos modos llegó un día en que lo metieron en la cárcel y de una manera estúpida y cruel, el rey Herodes lo mando matar. Pero aunque dejó de vivir, lo que había predicado, que era importante, lo recordaba mucha gente y por eso este evangelio al principio, habla de él, para poner las cosas en su sitio, sin querer de ningún modo desacreditarlo.

3.- La explicación será corta, pues os costará estar atentos, pero esta explicación acaba con una frase muy bonita. Dice que la Palabra (vuelvo a repetir que es así como llama a Jesús, pues fue durante toda la vida una explicación de cómo era Él mismo y como era Dios en su intimidad más profunda) plantó su tienda entre sus conciudadanos. Es algo así como si dijera que llegó a un camping y se hizo compañero de los otros. Lo que pasa es que este campamento es muy extenso, todos cabemos en él. El que sabe descubrirlo y sentírselo a su lado, es capaz de hacer de su vida una aventura, una excursión hacia el Cielo. Pero nos advierte el evangelista que los más próximos, sus vecinos, no lo reconocieron, pasaron de Él. Pero los que fueron sus amigos, no por méritos propios, sino porque Él los escogió, aquellos se enriquecieron interiormente de tal manera que se les puede llamar hijos de Dios, hermanos pequeños suyos.

Hoy nos toca a todos preguntarnos: ¿queremos ser de este grupo escogido de los predilectos? Hay que advertir que, desde aquella primera Navidad, es posible.