III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

San Marcos 1, 14-20: Aventureros

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

1.- En el lago de Genesaret había abundante pesca en los tiempos evangélicos, la hay aún hoy, pese a que algunas especies animales hayan cambiado. Desde la década de los cincuenta del pasado siglo, se introdujeron pescados diferentes, que resultaban más rentables para el comercio local. Pero la técnica de captura y el oficio, han cambiado muy poco. Se pesca con red, en general, muy poco con anzuelo y menos con arpón.

Pescar está dentro de las ocupaciones humanas para asegurar la propia vida y la de los suyos, es una labor que ejerce ya el hombre primitivo cuando habita junto a ríos, lagos o mares. Resulta paralela a las dos emblemáticas de pastor o agricultor. Pero es muy diferente a la de plantar unas semillas y regarlas, esperando que a su tiempo den fruto. O reservarse unos animales, darles de comer y esperar que se reproduzcan o nos proporcionen sus huevos, para obtener sustento. El arte de la pesca siempre es un poco incierto. Un montón de factores pueden favorecer o estropear el resultado final de una jornada. El viento, la temperatura, la luz, las substancias que lleva en suspensión el agua, condicionan el éxito de todo un día de desazones. Aun moviéndose en una pequeña extensión como la del Lago de Genesaret, aun encerrados en aquella hondonada sofocante a 200 metros bajo el nivel del Mediterráneo, los pescadores son siempre unos pequeños aventureros. De aquí que fuera en este gremio donde escogió Jesús a casi todos sus colaboradores o discípulos.

2.- Mucha gente joven de hoy en día se aburre y necesita tener MP3, consolas, bicicletas de montaña, que cuestan bastante dinero, si quiere alejar su enojo. Otros acuden a los deportes de riesgo para satisfacer su vaciedad. Pero los equipos necesarios para practicar estas aficiones son caros y los desplazamientos que requiere su práctica no están al alcance de todos los bolsillos. Ahora bien, el deporte de alto riesgo de la Fe, lo puede practicar todo quisque.

Jesús conoce la buena preparación que tienen aquellos hombres que se embarcaban asiduamente con la ilusión de que su remar y calar las redes diera buenos resultados, admitiendo que una ardua y monótona actividad podía acabar en la orilla, con las barcas vacías, sin que esto les llevara a la postración o al abandono de su profesión. Jesús, a un primer conocimiento personal, después de un intercambio de ideas y experiencias dice a sus valientes compañeros: venid conmigo, desde ahora, seréis pescadores de hombres. Cosa semejante, aunque no seamos pescadores, nos dice hoy. Invita a jóvenes como Juan y a adultos como Andrés, a la empresa que más le ilusiona: construir, cada uno a su manera, el Reino de Dios, como le encomendó el Padre Eterno. Ciertamente es un deporte espiritual fascinante, con etapas que suponen aventuras del más alto riesgo, en todos los terrenos y etapas de la vida. Es el deporte favorito de Cristo, el que a través de los siglos han practicado y practican los mas admirables santos, nuestros hermanos. En sucesivos domingos desea que acudamos a entrenarnos, hay que llenarse de coraje e ilusión. No os los perdáis.

3.- (Se ha encontrado en la región, no hace muchos años, una barca semejante a las que utilizarían los apóstoles, y de su misma época. Se exhibe ahora con el nombre de “barca de San Pedro” o, más adecuadamente: barca antigua. En las ruinas de lo que fue la casa del apóstol Pedro, se han recuperado anzuelos que pudieron haber sido utilizados por los compañeros de Jesús. Embarcaciones y aperos, quedaron abandonados en el lugar, sus propietarios marcharon a lejanas tierras, vinieron a nuestras lejanas tierras, a predicar el Evangelio)