VII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

San Marcos 2, 1-12: Ingenio, Esperanza y Audacia

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja



Habréis observado, mis queridos jóvenes lectores, que existe hoy en día mucha gente que a todo dice sí. Que ofrece y promete mucho y que, a la hora de la verdad, ni cumple con lo dicho, ni realiza lo anunciado. Con esta manera de comportarse, queda bien con todo el mundo y va aupándose en la sociedad, pero, a la larga, se le ve el plumero. La cosa viene de antiguo, de aquí que Pablo en este fragmento de su carta a los corintios, se defina como un hombre de palabra y aproveche la ocasión para recordarnos que Dios se comporta de igual modo. Dios es misterioso, pero no engaña, dijo en una ocasión Einstein.
El título habla de ingenio, se refiere al que demostraron aquellas gentes. También habla de audacia, es la que demostró tener Jesús.

Hoy en día muchos pretenden conseguir las cosas sin esfuerzo, comprándolas en un supermercado, si es posible. Exigiendo resultados inmediatos. Si alguna cosa le es ajena a Dios es la prisa, está reñida con su Eternidad. La prisa, y el estrés consecuente, es un vicio de las culturas occidentales, decadentes, no lo olvidemos, por más que presumamos de antigüedad y poderío, económico, político y armamentístico.

En Cafarnaún, los recién llegados no podían avanzar por entre el gentío. No se desanimaron, se las apañarían llegando por arriba. Abren un boquete en el tejado y descuelgan al enfermo. El Maestro se quedaría boquiabierto. Le mira, comprende sus deseos de curación y, para sorpresa suya y del auditorio, le dice que le perdona los pecados. Lo primero es lo primero, pensó el Maestro y pensó acertadamente. No sabemos la reacción interior del enfermo. El evangelio nos dice que los progres intelectuales, se sublevaron ante lo que interpretaron era arrogancia. ¿Quién se ha creído que es él? Comentan ellos. ¿qué quien soy yo?, les dice el Señor, pues, os lo voy a demostrar. Si os parece insolencia lo que he dicho, ahora mando: puedes tú, paralítico aquí presente, cargar con tu camilla e irte a casa. No fue preciso decírselo dos veces: pies para que os quiero, pensaría, y salió de inmediato de la escena. Le tocó al Señor otorgar una menudencia, la curación corporal, para demostrar su poder sobre lo que era mayor, el perdón del pecador, aunque a ello le falte espectacularidad visual. Aquel hombre se curó por dentro y por fuera ¡vaya ganga!.

Proliferan hoy en día las ONGs. Me parece bien que las que operen desde una única dimensión social, se limiten a calmar el hambre, la sed, la ignorancia. Pero aquellas organizaciones que se declaran cristianas, han de recordar el proceder del Maestro. Repito de nuevo: lo primero es lo primero, se asevera. Primero es la obligación que la devoción, se dice. Sí, señor. Pero tengamos una ordenada escala de valores. Satisfacer el estómago, enseñar lenguas locales, procurar viviendas y no ofrecer de inmediato otra cosa superior, puede convertir al que recibe únicamente estos dones, en un desganado, un descontento, un desorientado… alguien que satisfechas únicamente sus necesidades corporales, caiga en la vagancia, acuda al delito o al crimen. O que, alcanzada una posición social correcta, desprecie a los que le ayudaron, diciendo que son unos infieles, adoradores del dios dinero. Y no les falta alguna razón. Procuremos la paz interior. Vehiculémosla con la generosidad de nuestro bolsillo, de nuestro esfuerzo, de nuestra dedicación. Es cuestión de coherencia, de honradez, de autenticidad. Pero no olvidemos encaminar hacia la Fe y la Gracia.

PRECISIONES MARGINALES. Para entender el episodio es preciso conocer como hacían sus tejados las gentes de aquellos tiempos, en aquellas tierras. Alguna viga sí que ponían, pero la techumbre era de ramaje mezclado con arcilla. Material ligero, elástico y suficientemente impermeable. Un tejido así fácilmente se podía abrir y realizar la proeza de descolgar a una persona por el hueco obtenido. Ocupar platea, sin siquiera haber comprado entrada de gallinero, dicho de otra manera. Seguramente habréis visto representaciones en que aparecen cúpulas esféricas. Es un anacronismo. Por aquellas tierras este tejado aparece posteriormente. Hoy en día sí que existen, pero no entonces.