IV Domingo de Cuaresma, Ciclo B

San Juan 3, 14-21: La placa base con el procesador

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja



Vosotros sabéis, mis queridos jóvenes lectores, que un PC puede ser más o menos grande o tener muchos o pocos periféricos, pero lo fundamental del aparato, es su procesador y las memorias, cosas que nadie ve y de las que en principio, parece que no interesan. Ahora bien, cuando uno utiliza la computadora y quiere lograr buenos resultados, es cuando se da cuenta de lo importante que son.
Seguramente que sabéis algo del fracaso de los sistemas políticos, algunos basados en el marxismo, otros en el liberalismo capitalista. Su incapacidad parecería que da la razón a los que dicen que en los gobiernos siempre hay corrupción. Cualquiera de los dos sistemas puede resultar fatal, si no hay un recto proceder. La honradez de los que lo aplican es fundamental.
Decimos que falta educación en valores y nos vemos sumergidos en proclamas de cambios climáticos y agujeros en la capa de ozono. Lo que toque. Con tal que desvíe la atención de exámenes profundos personales y no ahogue el consumo, sea necesario o totalmente superfluo. El resultado es que reina el descontento general y hasta el hastío.
Nicodemo era un hombre notable en su tiempo. Por lo que parece, gozaba de buena posición económica y no se despreocupaba de lo que pasaba en su entorno. Estaba interesado en lo fundamental y creyó que del Rabí galileo podía aprender algo. Su situación le hacía temer que si se enteraban sus colegas, saldría perjudicado. Decidió encontrarse con Él por la noche, sin espectacularidad, sin escenario, en actitud confidencial. De la entrevista nos da buena noticia el evangelio de San Juan. No es superficial, ni entretenida. Va al grano y en profundidad.
El fragmento que leemos en la misa de hoy recoge uno de los puntos fundamentales de de la misión del Maestro. No cuenta Jesús que ha curado enfermos, ni multiplicado panes. Habla de Dios-Padre y de sus intenciones al introducirle a Él en la historia humana.
Quiere salvar a los hombres aun a costa de su sacrificio. Hace referencia el Señor a una experiencia que se conservaba muy viva en la historia de Israel: la serpiente de bronce que levantó Moisés en el desierto y que salvó vidas. Fue importante, pero únicamente un anticipo de lo que había de venir. Él, Jesús de Nazaret, debía ser elevado. Ahora sabemos que fue un alzar sublime y doloroso. Se trató de la cruz en el Calvario. Lo tenía presente el Maestro, aunque no de en ese momento explicaciones detalladas.
A los dioses muchas culturas les tenían miedo. Vivían tratando de calmar su ira. Jesús lo deja claro. Viene de parte de Dios su Padre. No ha venido a sembrar desdichas, sino a conseguir bondades. Se trata de aceptarle a Él, de dejarse encontrar. Pero todo aquel que le rechace, será condenado a la perdición, al fracaso.
El evangelio de hoy, ya os lo he dicho, no es sencillo. Seguramente que vosotros no tendréis miedo de que os aborrezcan por creer en Jesucristo. Vuestro problema muy probablemente es “que no tenéis tiempo”, como tanto se oye decir, de pensar en estas cosas. Vuestra jornada está repleta. Trabajos, reuniones, viajes… no dan tiempo a analizar problemas fundamentales. Tal vez, como a Nicodemo, os quede la noche. Os propongo que, en casa o en el bosque, os quedéis solos en la oscuridad, dejéis que el silencio os empape. Encended una velita y a su luz leed el texto. La dificultad que tendréis en conseguirlo, pero el experimentar que aquella pequeña candela, es la única posibilidad que tenéis de obtener buen resultado a vuestro propósito, puede ser una buena sugerencia y enseñanza de lo que es Jesús. Aparentemente alguien alejado en la historia pasada, sin ser héroe de gestas guerreras, sin habernos dejado obras de arte o edificaciones por Él realizadas. El Maestro es una luz que enseña al hombre a vivir. Si supiéramos seguir sus enseñanzas, mejoraríamos mucho. Mejoraría nuestro mundo. Encontraría la salvación que no consiguen deliberaciones políticas, ni proyectos económicos.
Pregúntate que “placa base” está anclada en tu alma. Ni Pentiun, ni AMD, se llamará, únicamente Cristo. Olvídate de lo superfluo, aquello que satisface tu vanidad. Serás tan grande como la amistad que tengas con Dios, tus posibilidades no dependerán de los títulos o trofeos que tengas.