Fiesta: Santiago, apóstol, Patrón de España
San Mateo 20, 20-28:
Santiago

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Junto con su hermano menor Juan y con Pedro, eran los discípulos predilectos del Señor. Se los llevó de excursión el día que debía transfigurarse y pudieron contemplarle ellos charlando con Elías y Moisés. De temperamento decidido él y hasta violento, eran ambos hermanos llamados hijos por ello hijos del trueno. Su madre era una mujer decidida que, dejando de lado a su marido, llamado Zebedeo, se atreve a entrometerse en los planes del Maestro y solicitar para ellos, los mejores puestos en el Reino. Pese a ello, a Jesús le hace gracia lo que le pide y se entretiene en disquisiciones que en aquel momento no llegaron a entender.
Muerto y resucitado el Maestro, aparecía, a los ojos de los de fuera, como uno de los líderes de la comunidad, característica que le convirtió en la primera víctima del odio popular. Herodes Agripa le condenó a muerte, siendo así el primer apóstol mártir. A la gente de Jerusalén, la ejecución, esta vez por decapitación, les cayó bien y el reyezuelo se grajeó su simpatía. Hasta aquí lo que aporta el texto revelado.
Las tradiciones y leyendas, que aunque puedan carecer de segura historicidad, son de gran valor, sitúan al apóstol por tierras íberas. A la orilla del río Ebro en Zaragoza, reconfortado por la misma Santa María, aquella que por encargo de Jesús en el Calvario, había acogido su hermano Juan y que probablemente lo hizo en el domicilio de Santiago, ya que, al ser tan joven, no dispondría de domicilio propio. A la hospitalidad que le había ofrecido el discípulo, correspondía ella con esta visita, que le levantó el ánimo de tal manera, que fue capaz de llevar su predicación hasta el otro extremo de la península, donde hoy llamamos Compostela. Vuelto a Tierra Santa, es entonces cuando, prisionero de Herodes, es ejecutado. Según continúan informando los relatos, sus discípulos depositan en Jerusalén la cabeza, que hoy se venera en la catedral armenia de Santiago, y el cuerpo se lo traen a Galicia, donde es enterrado. Es este sepulcro, el objeto de una de las mayores manifestaciones de religiosidad que durante siglos mueve a multitudes a peregrinar e implorar la protección del “amigo del Señor”. Otros relatos cuentan que en la batalla de Clavijo, un lugar próximo a Logroño, se puso al lado de las huestes cristianas, logrando la victoria.
Sin que tenga demasiada importancia os añado que puede llamársele Santiago, como hasta ahora vengo haciéndolo, Jaime, Jacobo y hasta Diego. En una población cercana a Nazaret, Jaffa de Galilea, se dice que nació. La iglesita está ambientada según esta tradición y a uno le parece, por las imágenes que contempla, que está por la ruta jacobea.
Hasta aquí los contenidos históricos y legendarios de nuestro santo apóstol. Brevemente, mis queridos jóvenes lectores, os comentaré los textos litúrgicos de la misa de hoy.
Se dice de nuestro mundo, y en especial de vosotros, que faltan valores. Creo que se comete un error al hablar así. Valores los hay. Se aprecian los deportes y los buenos profesionales que los practican. Se admira a cantantes y conjuntos musicales de categoría. Vibran sentimientos nacionalistas. Se aprecian los títulos y diplomas que adornan paredes y de los que se presume mucho, etc. Pero hay dos aspectos que resultan preocupantes. En primer lugar, la substitución de unos valores vigentes hasta hace poco, por otros de inferior rango. El valor patria, queda reducido a veces, por la admiración al equipo de futbol que lleva su nombre. Y se manifiestan en su honor y gritan vivas y producen destrozos del mobiliario público, porque su equipo ha conseguido un triunfo sonado. El segundo error es la ausencia de una escala de valores. Los de segunda o tercera categoría, se convierten en supremos y se olvidan de los fundamentales. Tener una escala de valores, pensada y decidida, saberle ser fiel prescindiendo de cosas que en un momento determinado pueden ser muy apetecibles, es una las peculiaridades humanas. Un perro es capaz de apreciar el gusto de un buen manjar y mordisquear un hueso. Un gato juega con gracia con un ovillo de lana. Un caballo corre a las órdenes de su jinete, procurándole el triunfo. Pero solo el hombre es capaz de tener Fe, la fidelidad de un animal es superada con creces por la Caridad humana. Una bestia puede ser muy fiera, pero solo el hombre es capaz de vivir Esperanzado.
Cuando el hombre vive en grado sumo estos valores que le caracterizan, decimos que es un héroe. De acuerdo con las circunstancias y con el lenguaje que les era propio, los apóstoles replican a las autoridades y se arriesgan al defender su escala de valores, hasta perder la vida. Mi reflexión era la interpretación de la primera lectura.
Ahora brevemente, os comento la segunda. San Pablo resume elegantemente la paradoja humana. Considera él nuestra total realidad: corporal, espiritual y anímica. Se dan en estos estratos aparentes desequilibrios y diferencias importantes. El ser humano no es como un pedrusco sin color. Se parece a una preciosa ágata, que se adorna con diferentes matices e irisaciones. El resultado final, el éxito de una vida, será que muchos reciban la Gracia.
En el episodio evangélico, al que ya me refería al principio, se observa el contraste entre lo que se valora cuando uno vive aprisionado en el espacio y el tiempo, la madre de los cebedeos así estaba, y el hombre que existe libremente, proyectado hacia la eternidad. El triunfo no será el poder y la riqueza. La ganancia suprema, se conseguirá siendo servidor de los demás.