XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 51-59:
Para ser cristiano hay que ser un poco hippy

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Escribe San Pablo a los cristianos de Éfeso, lugar donde había pasado anteriormente una buena temporada. Sus advertencias parecen actuales. Os habréis dado cuenta de que muchos de los que viven junto a nosotros, se dan al consumo irresponsable de drogas, sean duras o no lo sean tanto. Experimentamos también una gran crisis económica, que debilita las posibilidades adquisitivas de muchos. Poco a poco, va invadiéndolo todo y dejando, la crisis y las drogas, en un estado de decadencia, a mucha gente. Se convocan asambleas y se trazan planes para encontrar soluciones, comprobaréis que se avanza muy poco. Y viene el apóstol e invita a sus lectores, os invita a vosotros, ya que el texto es palabra de Dios, a que cantéis salmos, toquéis instrumentos y deis gracias a Dios. Cuando uno lee estos consejos, no puede menos que  recordar a los hippies y piensa, sin decirlo, que el Apóstol ha perdido el juicio.
La lamentable situación en que nos encontramos, es fruto de la ambición de unos pocos, que prosperaron anteriormente, aprovechándose de muchos. La falta de esperanza, que inclina a quitarse la vida o darse a la droga, que es suicidio a plazos, es consecuencia del abandono de la búsqueda de auténticos valores humanos, para dejarse caer en el puro consumismo. Lo es también por el desconocimiento del mensaje salvador de Jesús. No os extrañe, pues, que se os invite a una vida tan chocante. Y no creáis que es utópica la idea. San Francisco de Asís la hizo suya y fue muy feliz y os aseguro, que tengo amigos franciscanos, que siguen su senda y que son también felices.


Con un espíritu de este calibre, hay que escuchar el mensaje de las otras dos lecturas.


En primer lugar, el libro de los Proverbios, nos presenta a la Sabiduría como a una señora. Con imaginación hay que leer el texto. Imaginación poética y religiosa, cosa que hoy no abunda, de aquí que tanta gente viva aburrida.


Escuchar y aceptar las palabras de Jesús, resulta bastante más difícil. Habla Él desde la realidad divina y nosotros lo leemos desde una mentalidad propia de los filósofos griegos. Este lenguaje, estoy seguro, les resultaría mucho más fácil de aceptar, a los que lo puedan escuchar,  desde posiciones propias de la física moderna. Pero no es este el momento apropiado para disquisiciones de este género. No os preocupéis, no tratéis de entenderlo al pie de la letra. Es más sencillo si nos limitamos a aceptar que quien se aproxima, quien se pega, quien se entrega a Cristo, goza de la plenitud de la existencia. Debe ser algo así como lo que cuentan que sienten los que consumen alucinógenos. Lo que pasa es que ellos lo sienten en la realidad ficticia y de breve duración. La felicidad, en cambio, que nos aporta el Señor, es real, duradera y hasta eterna.