XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 60-69:
Comprometerse, arriesgarse por amor

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Uno de los lugares que trato de visitar siempre que puedo, cuando voy a Tierra Santa, es Siquén. No os voy a llenar la cabeza de referencias bíblicas, no es este el momento apropiado, aunque sienta la tentación de hacerlo. Os diré únicamente que está situado a menos de un kilómetro de la actual Nablus, a poca distancia de la tumba del patriarca José y del pozo de la samaritana. Por desgracia, el lugar esta sucio, abandonado e ignorado ¡con la cantidad de recuerdos interesantes que suscita! El fragmento del libro de Josué de la primera lectura, pertenece a un momento crucial del asentamiento del pueblo judío en la tierra que se le había prometido a Abraham, y de la que le habló Dios por primera vez, precisamente en este lugar santo. En el pasaje de hoy se trata del comprometerse un pueblo. El sucesor de Moisés les explica que él y los suyos renuncian a las creencias de los ancestros, para dar su adhesión total al Dios amigo. Aquel que les ha amparado, que les ha guiado por el desierto, del que han experimentado su bondad. El pueblo le escucha y “firma en blanco”. No se trata de pactos militares o políticos, ni de tratados de conveniencia comercial. El Señor será su Dios porque les ha amado. Podrán existir otros dioses, creen ellos, pero solo este les ha protegido, de aquí que con Él se comprometan.


El relato es una buena preparación para leer el evangelio de este domingo. Lo dicho por Jesús: que era necesario comer su carne y beber su sangre, les había parecido cosa aberrante. Naturalmente, aquella gente conocía poco al Maestro. Cuando les pregunta a los apóstoles si ellos le creen, no le contestan que saben que habla metafóricamente, o que está preparando, con su discurso, la institución de la Eucaristía. San Pedro, hombre de poca cultura, intuitivo, decidido y fiel, responde acertadamente. No acepta sus palabras porque las entienda, las suscribe como consecuencia de la experiencia que tienen de Él. Sólo de Él se fían, porque se han dado cuenta, de que es el Santo consagrado por Dios.


Por mucho que estudiéis, no podréis desentrañar el misterio de Dios. Muchas veces digo que cada vez creo menos. Mi Fe no es conocimiento, entendimiento, ni erudición de sabio. Mi Fe deriva del gran amor de Dios que experimento. Nunca duda uno de la existencia de aquel que nos ama. Muchas veces le digo: ¡eres un sol, aunque me hubiera casado, ninguna esposa me hubiera hecho tan feliz! Pero no os asustéis los que pensáis matrimoniar. Os recordaré lo que le dice a su novia aquel ogro místico que fue Leon Bloy: Juana, yo amo a Dios en ti. ¡ventajas que tiene ser cristiano!


La segunda lectura os puede parecer machista. Brevemente me referiré a ella. En primer lugar, San Pablo escribe mediatizado por las costumbres de su tiempo y hay que conocerlas un poco, para saber lo que pretende enseñar. Pero es que aunque se tomaran al pie de la letra, muchas mujeres maltratadas o asesinadas, hubieran deseado ser consideradas como el Apóstol dice. Os invito a que analicéis el texto. Y que meditéis el final: es un gran misterio, yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.