XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
San Marcos 10, 17-30:
¡O todo o nada! Lo siento, no es esi exactamente

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Hago una corta referencia, mis queridos jóvenes lectores, a la segunda lectura de hoy. Respecto a la imagen de la espada de doble filo: la mayoría de vosotros no habrá tenido en la mano ninguna de estas armas: ni de matador de toros, ni de uniforme militar de gala, ni, mucho menos, de las antiguas de combate. Creo yo que el autor inspirado, diría hoy que es como un cuchillo de carnicero, capaz de penetrar en una pieza de carne y separar limpiamente el hueso, dejando al descubierto lo que es sabroso alimento. De igual manera, la Palabra de Dios es capaz de deslindar el bien hacer, del puro egoísmo, o del obrar a impulsos de deseos vanidosos. Hay gente que quiere deslumbrar, que obra por puro lucimiento y los que les observan se lo creen, pero, si su proceder lo iluminamos a la luz del Evangelio, no nos engañamos o, en el mejor de los casos, somos capaces de aprender a ser mejores.


El episodio evangélico de la misa de hoy, hay que leerlo con atención y serenidad.


En primer lugar, el chico que se le acerca a Jesús, lo hace con buenísima intención y gran respeto. Desea llegar felizmente a la vida eterna. Hoy encontraríamos con facilidad jóvenes interesados en saber que estudios le podrán conducir a buenas salidas profesionales. Qué métodos le permitirán llegar a ser un campeón olímpico, o qué maneras hay de triunfar en la vida social, o cómo se consigue ser atractivo ante los demás y seducir. Es, pues, de admirar este joven.


Jesús le atiende. El chico es sincero, no presume de vana humildad. Como diría el poeta: reconoce que es, en el buen sentido de la palabra, un buen chico. Y el Señor no le lleva la contraria. Y además le mira con simpatía. Ahora bien, el Maestro se atreve a estimularle a situarse en mejores canchas. Para avanzar, le dice, es preciso ser pobre. El chico es sincero consigo mismo y no quiere aparentar ante los demás, aquello que no es. Discretamente, se aparta. Su honradez es digna de elogio. Démosle una buena nota, sin llegar a concederle un sobresaliente. Nada insinúa que el joven se condenó.


Cuando en casa comentan el suceso, discretamente el Señor se refiere a muchos, entre otros, se refiere a nosotros. Los que sabemos leer y escribir. Los que no nos falta alimento suficiente cada día. Los que tenemos tantas cosas, que, aun siendo útiles, no son indispensables. Los que podemos adquirir casi todo lo que apetecemos, ya que disponemos de dinero. Se refiere a nosotros, con dureza extrema. Usa un lenguaje estrambótico, muy propios de una mentalidad semita. Exagerado como el que más, según nuestra manera de hablar. Un camello tratando de pasar por el ojo de una aguja, era una buena caricatura (por cierto, no eran mucho mayores las agujas de entonces de las nuestras de hoy. Se han encontrado una cuantas en su misma casa de Cafarnaún).
Los discípulos se lo toman al pie de la letra, a la tremenda. Jesús no quiere que se vayan a dormir desanimados. Lo que resultaría imposible para los hombres, no lo es para Dios.


Quisiera aconsejaros que, cuando deseéis comprar una cosa que no es indispensable, más que calcular si disponéis del suficiente dinero, os lo planteéis de otra manera. Se trata de que penséis, por ejemplo estos días que las noticias nos cuentan que ha habido grandes desgracias debido a movimientos sísmicos, que imaginéis que estáis al lado de un semi-enterrado en los escombros de su destruida vivienda, carente de alimento y de atención facultativa. ¿seré yo capaz de gastar mi dinero en cosas que no son imprescindibles, abandonando al desgraciado a su mala suerte?.


Tampoco quisiera que, si no tenéis hoy la audacia de ser consecuentes, os sintierais perdidos. Tratad de compartir algo de lo que tenéis y progresaréis en el bien, el Señor os echará una mano para que adelantéis. No tengáis la menor duda. Y no se trata de hacer rebajas de temporada o descuentos por cierre del negocio.