XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
San Marcos 10, 46-52:
La Fe, a veces, tozudez

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Choca el que precisamente sea un ciego, el que se de cuenta de que el que pasa por allí es el “hijo de David”, Jesús, y que quiera encontrarse con Él. El cruce de un grupo aglutinante de poco más de una docena de personas, a las que se les puedan haber añadido otras más, tratándose de una populosa y alegre población, resultaba irrelevante y hasta ignorado, por cualquier un hijo de vecino. Por el contexto, se le nota al Maestro rodeado de gente entusiasmada, que se empeña en estar a su lado, apretujándolo y formando una barrera aislante. El hijo de Timeo no parece sea hombre de estudios, ni que tenga contactos con gente influyente. Generalmente, la ceguera, en aquel entonces y aun ahora, es consecuencia de una infección y de la falta de higiene. Es el tracoma, y el que lo sufre, es relegado a la miseria y la marginación.
Pero Dios-Padre ilumina a los ciegos e instruye a los ignorantes. Arma de fuerza a los tullidos y de tozudez a los débiles olvidados.
Bartimeo grita e insiste, a todos molesta el que interrumpan, son normas sociales que hay que cumplir. Pero la Fe las sobrepasa. Jesús le oye y le atiende, sin comprobar si tiene conocimientos teológicos.
No, no los tiene, no obstante, cuando se encuentra con Él, le llama Rabuni, maestro mío. Se trata de la misma expresión que utilizará otra marginada, María, la de Mágdala, tan mala, que al perdonarla, nos cuentan sus compañeros, que le sacó el Señor siete demonios.
No os devanéis los sesos, mis queridos jóvenes lectores. Encontrar a Dios, al que dará sentido y orientación a vuestra vida, no es cuestión de consultar gruesos tomazos, acudir a doctas conferencias, dejarse aconsejar por tiradores de cartas, o probar con el I ching.


La poca Fe que os pueda quedar en algún momento de vuestra vida, incluso la falta de Fe, el hueco que en vuestro interior hayan dejado antiguas vivencias religiosas, son suficientes para que saquéis fuerza de la flaqueza y gritéis: “si es que existes, aunque no te vea, si es que estás a mi lado, aunque no te note, si es que puedes, aunque yo ahora no me fio ya de nadie: ayúdame a encontrar el camino, dame tu mano para que avance un poco. No me abandones”.


Comprobar una pequeña mejoría, será suficiente. Grito muy simple, pero intenso, confiado, aun dentro de la duda que pueda invadir el alma, pero con espíritu tozudo, que los hombres estamos sumergidos en el tiempo y, consecuentemente, hay que repetirse. En la Eternidad no será necesario hacerlo. Allí no hay pasado, ni presente, todo es actual.


No creas que repetir sea ridículo infantilismo, es sencilla humildad.


Y a poco que descubras, sigue al Maestro que te ha iluminado. Pues, parado en la vagancia se vuelve a caer en el desánimo y la desorientación.


Nota marginal e ilustrativa


Seguramente sabréis, que Jericó es la ciudad más baja de la tierra y una torre descubierta, la edificación más antigua del mundo hasta ahora encontrada. Situada muy cerca del Mar Muerto, esta a poco menos que 400 m. bajo el nivel del Mediterráneo. Recibe el nombre de Ciudad de las Palmeras y goza de clima tropical. Era lugar de paso para el que venía del norte y se dirigía a Jerusalén, de la cual dista en línea recta unos 30 Km y la diferencian unos 1100 metros de altitud. Ambas poblaciones están unidas por una moderna autovía. Puede uno, en algún trecho, salirse de ella y caminar por el antiguo sendero, el que recorría Jesús, por el que le siguió el ciego curado. Hace pocos días estaba yo por allí, me aparté y dejé que se llenaran de arena mis sandalias, imaginaba que era el mismo polvo que se pegó a los pies de Señor y del ciego ya curado.
Hoy en día hay debe uno rodearla si va en coche, consecuencia de la anómala situación política. En la antigüedad no era así, de aquí que, además de las palmeras, se destacase por su comercio, la frondosidad de la vegetación, de hecho es un oasis, y la alegría de sus habitantes. Los ciegos de aquellas tierras, que aún se encuentra uno, no son personas atractivas, todavía quedan los afectados por el tracoma.