Fiesta: Sagrada Familia de Jesús, María y José
San Lucas 2, 41-52: ¿Familia conflictiva?Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja
Para entender el episodio de hoy es preciso olvidarse de las imágenes plásticas que nos han legado los artistas. Si os habéis fijado, mis queridos jóvenes lectores, en el centro de la escena ponen los pintores a un niñito, para colmo, generalmente, con apariencia de niña y actitudes ripipís o de sabiondo. De ninguna manera sería así. Un chico al llegar a los 12 años, se convertía en lo que hoy, en la ceremonia del bar-mitva, llaman esclavo de la Ley, es decir mayor de edad. Os recuerdo también lo que os he dicho más de una vez: que en aquellos tiempos, en aquella cultura, no se daba el fenómeno de la adolescencia, de la segunda infancia se pasaba a la juventud, pudiendo ser el muchacho de doce años un prodigio, como hoy en día todavía ocurre en el terreno de la interpretación musical o de la danza. Jesús era un chico hecho y derecho, con un aprendizaje de oficio en el campo de la madera. Que lo mismo debía preparar y colocar vigas, que un marco de puerta para la entrada o reparar un arado. Si sabía por entonces leer y escribir, ya es más difícil de precisar. Podía haber aprendido en la sinagoga, que de alguna manera era escuela, ya que instruía en los contenidos de la Ley, los Profetas, los Escritos, mientras salmodiaba. Hacerse rabino, ser reconocido como tal, es posible que fuera labor posterior, cuando trabajaba en la vecina Séforis, lugar de cultura clásica
Otro aspecto a tener en cuenta es la forma de enseñar y de aprender de entonces.
El maestro reconocido como tal, se sentaba en una piedra y le rodeaban los que
querían aprender, que estaban en el suelo, (instruido a los pies de Gamaliel,
dice Pablo). En algunas ocasiones se le juntaban al “enseñante” algún que otro
compañero. Dialogaban entre sí, los discípulos preguntaban o argüían. Todos
sabemos que se conoce mejor la inteligencia de una persona por lo que pregunta,
que por lo que alardea saber. En una rueda de prensa, es corriente hoy en día,
que el que la dirija, al ser interpelado sobre una cuestión acuciante y tal vez
capciosa, empiece su discurso diciendo al agudo periodista: buena pregunta la
que Ud. me hace, antes de explicarse. Algo así deberían pensar los doctores de
la Ley, con las intervenciones de Jesús. El lugar del episodio sería alguno de
los corredores o soportales, que delimitaban el perímetro de la gran explanada
del Templo, al aire libre o en algún lugar cerrado.
Se quedó allí Jesús, joven inquieto, argumentando, escuchando, compartiendo. Y
sus padres mientras tanto, tan tranquilos el primer día, extrañados de que no
volviera con su grupo al atardecer, vuelta a la capital el segundo, ahora ya
afligidos. Asombrados el tercero. Final feliz pero intrígate: ¿por qué me
buscabais? ¿no sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?.
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir, afirma el evangelista. Les pasó
como a cualquier familia que no se da cuenta de que el hijo se ha hecho mayor…
No os alarméis, mis queridos jóvenes lectores, cuando veis que vuestros padres
no os entienden. María, instruida por el Arcángel Gabriel, inmaculada, llena de
la Gracia del Altísimo, íntima acompañante del Hijo de Dios durante 12 años, no
le habían comprendido. Había contestado el hijo con firmeza, pero sin
insolencia. La situación resultaría incómoda para los tres, pero el conflicto no
hizo mella. Bajaron a Nazaret y allí y Él siguió bajo su autoridad.
Cuando choca la libertad de uno con la responsabilidad del otro, debe resolverse
acudiendo a la fidelidad a Dios. Ortega y Gaset dice que el mayor acto de
libertad humana, es el voto de obediencia. Rebelarse contra todo, definirse como
anti-sistema, además de ser postura que con frecuencia ofende, resulta estéril.
Hay que arriesgarse a ser honrado para conseguir la plena autonomía. Es una de
las manifestaciones de la paradoja humana.
María, repite Lucas, guardaba todo esto en su corazón. Sin rencores, sin ansias
de venganza. Trataba de entender, para seguir amando. Jesús admiraba su
proceder, de aquí que, aunque no le había llegado la hora, le hizo caso, cuando
en Caná intercedió por los esposos y realizó el primer milagro.
En Nazaret, a unos 200 metros de donde vivía Santa María de soltera, está el
domicilio de la Sagrada Familia. Solo queda el sótano, allí donde guardarían el
trigo y el aceite, al abrigo de robos y ratones. En más de una ocasión se me ha
concedido la gracia de celebrar misa, lo he hecho arrodillado. Es la única
manera honrada de convocar al Señor para que nos instruya. Es el pensamiento que
nos domina, aunque, como en cualquier lugar, la Eucaristía sea anunciar su
muerte, proclamar su resurrección, solicitar su venida.