Solemnidad. Epifanía del Señor
San Mateo 2,1-12

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Este es, mis queridos jóvenes lectores, el nombre de la fiesta que da sentido a la jornada. Bien es verdad que en muchos sitios se le llama el día de reyes y que va acompañado de una serie de elementos no siempre de total índole cristiana. Al final, para el que tenga interés en la materia, añadiré unas explicaciones.
El texto del evangelio de hoy es suficientemente expresivo como para que no sea necesario que os añada explicaciones. No importa el lugar de donde venían estos egregios personajes, ni cuantos eran, ni de qué estrella se trataba, la que ellos siguieron, ni siquiera si se trataba de una estrella en el sentido estricto. Eran personas inquietas, interesadas en lo que es más importante, aunque no resulte lucrativo. Se trataba de la venida al mundo de alguien superior que traería la salvación. De alguien que no pertenecía a su pueblo.( Si de algo podemos estar seguros, es de que el nacionalismo les importaba un comino). Su escala de valores la tenían bien estructurada, sin que en ella el factor utilidad y lucro estuvieran presentes.


Eran gente generosa, marchaban con regalos. Muchos hoy cuando salen de viaje se procuran un buen equipo y se aseguran de que podrán pagar los gastos que el viaje les ocasione. ¿qué lleváis en vuestro bolsillo o bolso cuando salís? ¿Estáis preparados para regalar a quien encontréis y se lo merezca?


Era gente dispuesta a compartir. Parece que procedían de diferentes lugares, situados al Este de la tierra de Israel, enfrascados cada uno en investigaciones históricas y astronómicas o astrológicas, que no dudaron en compartir. Averiguaron juntos en Jerusalén, nada de rivalidades. Que caminaban juntos indagando.


Gente que no se decepcionaron, al contemplar que lo que ellos buscaban, se encontraba encerrado en una criatura que, en aquel momento, más que hablar, sería capaz solo de balbucear y llorar. Alimentarse y defecar, como cualquier bebé.
Gente que prefirieron ser leales a lo que habían descubierto, lo que el Señor les había mostrado, a quedar bien con los sabios y el rey Herodes. No se trataba, lo sabían bien ellos, de codearse con gente importante, sino de estar al lado del que es importante, aunque no lo parezca.


Estos son hechos narrados con intencionalidad, no se trata de una noticia periodística de agencia. La Iglesia ha visto, en el gesto de los lejanos e inteligentes personajes, un signo del reconocimiento universal de Jesucristo.
Hoy en día este reconocimiento lo manifiestan los mártires que nos sorprenden por su valentía, como sorprende cada flor que brota de una planta. No se puede salir a buscar el martirio, pero se puede marchar a lejanos lugares para anunciar al Salvador. Los misioneros son la actualización del gesto de los Magos de Oriente. La Epifanía todavía dura. Que cada uno de vosotros se pregunte ¿Cómo contribuyo yo a esta Epifanía?


(La Iglesia hoy celebra este reconocimiento de los extranjeros en Belén, pero también el bautismo en el Jordán, como una manifestación al mundo, de que el Espíritu Santo también se une a la Epifanía de los Magos. El primer milagro de Jesús en las bodas de Caná, como una manifestación al estamento popular, del poder de Jesús. Siguiendo todos los textos, de la misa y de la Liturgia de las Horas, encontramos estas referencias).


EXPLICACIONES MARGINALES. Dejadme que os hable de algunas prácticas que por muy populares que sean, no ennoblecen la jornada. En primer lugar las cabalgatas. Hoy las dominan el espíritu comercial, ciudadano, alejado del profundo sentido de la fiesta, que generalmente se ignora. Que una serie de gente se disfrace y marche rodeada de los logotipos de casas comerciales que pueden pagar los costes, que se tiren tantos caramelos que no llegan a las manos de los niños y se estropeen, en un mundo en el que tantas criaturas sufren hambre, que los discursos y ceremonias de la entrada y entronización, para nada hagan referencia al misterio de Belén que celebramos, deben inclinarnos a la total ignorancia de estos desfiles, pensando que no ayudan a una correcta catequesis, que siendo auténtica, carece del boato y lujo propio de estas comitivas y cuando se entere el niño inocente que era teatro barato, se incline a pensar que el hecho evangélico también es farsa. El Papa hace pocos días advertía que se recordara que la historia navideña no es una fábula  y será bueno que lo tengamos en cuenta.


La otra costumbre, propia, creo, exclusivamente de España, es decir que los Reyes traen regalos a los niños, se los dejan depositados en sus domicilios. Yo respeto esta costumbre, es una exigencia de honradez hacia mis padres que la practicaron, pero no la fomento. Por mi parte a los chiquillos que vienen a misa, les enseño unas moneditas de oro, cada año las mismas, son regalos de mi madre para este fin, y les invito a que se las ofrezcan a la imagen del Niño, del belén cercano al altar. Después les propongo oler la fragancia del incienso de calidad que siempre tengo y les invito a que lo quemen en honor de la misma figura. De idéntica manera procedo con la mirra. A continuación, les digo que en ellos veo una imagen del Niño Jesús y de aquí que les haya preparado unos regalos. Os he explicado lo que hago proponiéndoos que vosotros hagáis algo semejante. Olvidaos de futuros días del padre o de la madre, que fomentarán entidades comerciales y hoy, por pura generosidad y viendo en vuestros padres alguien semejante a José y María, les preparéis y entreguéis, un obsequio original.