IV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C.
San Lucas 4, 21-30: ¿Fue Jesús un imprudente provocador?Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja
Antes de emitir un juicio al respecto, permitidme, mis
queridos jóvenes lectores, que os repita que el evangelio no se propaga mediante
los criterios de actuación que pueda tener un viajante de comercio o un político
en campaña electoral. Pero, aunque lo dicho parezca obvio, con frecuencia se lo
olvida.
Se había estrenado el Señor como Maestro en su población, Rabí ya le llamaban,
al acudir a la sinagoga aquel sábado y aceptar la lectura e interpretación del
texto de Isaías, que el domingo pasado recordábamos. Asistiría, sin duda, al
acto su Madre ilusionada y sus parientes cercanos, que estarían intrigados
deseando comprobar si era verdad lo que explicaban de Jesús, al que ellos
consideraban un buen operario de la construcción, pero, seguramente, poca cosa
más. Según parece, José ya había muerto y esta circunstancia influiría en el
estado de ánimo de Santa María (cuando a una madre le falta el marido,
evidentemente, se apoya mucho más en los hijos y espera que le proporcionen las
satisfacciones que su corazón necesita).
El Nazaret de aquel tiempo, contaría según el cálculo de los arqueólogos, cerca
de quinientos habitantes. Situado en la alta Galilea, su vecina población más
próxima era Séforis. Pero esta ciudad se encontraba aquellos días en situación
de modernización y en cambio de imagen al estilo clásico. El plan urbanístico y
las decoraciones, correspondían a criterios romanos, ajenos totalmente a las
costumbres judías. He visitado en diversas ocasiones lo que queda y es de una
belleza extraordinaria. Una tal situación, inclinaba al pueblo a tener criterios
provincianos. No le faltaban artesanos de la madera, de la cerámica y de los
metales, amén de los ocupados en labores agrícolas. Seguramente, estarían
satisfechos de lo que eran, sintiéndose, aunque no lo fueran, el ombligo de la
región. Un ciudadano salido de entre ellos, debía, pues, postrarse a sus pies
con humildad.
Y resulta que no ocurrió así. El comentario de Jesús no fue localista, deseaba
Él que tuvieran una visión abierta. Les hablaba del proceder de Elías, el gran
profeta y el “hombre del Carmelo”, a los pies del cual, en el extremo Este de la
sierra, se asienta Nazaret. La narración de la viuda de Sarepta les era muy
conocida y nadie se hubiera atrevido a censurar a su héroe, diciéndole que había
obrado por capricho. Algo parecido ocurría con Eliseo, su pequeño gran discípulo.
La doctrina de Jesús tenía, pues, sus precedentes. Pero ni por esas, ellos
esperaban aprovecharse de su conciudadano y Jesús no había puesto límites a sus
entendederas. Se negaban a aceptar lo que decía, que ellos interpretaban que era
un reproche y un desprecio. Así que decidieron suprimirlo por las buenas, es
decir, por las malas. Lo que no contaban era con la astucia de Jesús, que se les
escurrió. La hora de dejarse coger, debía llegar más tarde, sería en Getsemaní,
no entonces.
En Nazaret hay una iglesia llamada Nuestra Señora del espanto, recordando la
aflicción de su Madre al observar la reacción adversa de los vecinos, el lugar
donde pudiera estar el precipicio no es seguro.
La segunda lectura es preciosa. Seguramente la habréis escuchado en alguna
celebración del matrimonio. Quisiera, para que entendáis el mensaje, advertiros
que en griego, el amor se escribe de tres maneras diferentes, según a qué
aspecto se refiera. Cuando se trata de la afición a una materia o de la amistad
se le llama “filos” (filosofía, filología, filantropía…) cuando es amor
matrimonial o de enamoramiento, se le llama “eros”. Cuando es Amor de Caridad,
amor sublime y sobrenatural, se escribe “ágape”. A este Amor precisamente, es al
que se refiere San Pablo. Meditadlo a través de este prisma. ¡A tantas
tendencias hoy en día se las llama amor! ¡Hoy aparecen y mañana dejan de existir!.
Uno siente atractivo por una. Una se desvive por otro. Y en ambos casos, solo se
trata de sentimientos espontáneos, que brotan y mueren, cual una florecilla
silvestre. El Amor del que se habla en la segunda lectura de hoy, exige dosis de
compromiso y mirada hacia un horizonte eterno, no lo olvidéis. No es un amor
cualquiera, pensadlo bien.