Miercoles de Ceniza, Ciclo C.
San Mateo 6,1-6.16-18: CuaresmaAutor: Padre Pedrojosé Ynaraja
Imagino, mis queridos jóvenes lectores, que no es muy probable que asistáis a la liturgia del Miércoles de Ceniza. Antiguamente no existían los condicionamientos profesionales y estudiantiles que nos lo dificultan hoy y a todos nos era posible ir. Ya que se trata del inicio de la cuaresma, me propongo pues, dedicaros unas nociones sobre este tiempo litúrgico, al que llamamos santo.
Su origen es muy antiguo, se remonta al periodo en que se constata que no todos
los bautizados se comportan como tales, que el bautismo no se puede repetir y la
Santa Madre Iglesia es consciente de que debe responder a la situación anómala
del que no ha perdido la Fe, pero que su historia personal no le permite vivir
en íntima comunión y le necesario convertirse, recibir el “bautismo de
penitencia”, es decir la absolución.
Remontémonos a más lejos. Ya el Antiguo Testamento era consciente de que los
cimientos de la Fe lo constituyen la oración, la limosna y el ayuno. Sobre estas
realidades se levantaría el edificio de la religiosidad. A estas normas la
Iglesia acudiría para permitir que los pecadores se incorporasen. Pecadores que,
poco a poco, hubo de reconocerse, lo éramos todos. Se insertó en el mítico
periodo de los cuarenta dís, y ya tenemos estructurada la Cuaresma. Un tiempo
muy serio. Tan serio que los últimos días que la precedían, justo cuando se iba
a empezar, la gente quería disfrutar de lo lindo, para mitigar el rigor que se
la avecinaba. Surgió el Carnaval, del cual no es preciso os haga descripción.
Se olvidó entre nosotros la Cuaresma, pero se desdibujó el preludio. Ni Venecia,
ni Rio, ni Sao Paulo, ni Tenerife, se acuerdan del motivo de sus inicios.
Para que me entendáis, es como si un día visitarais una mansión y el propietario
os mostrara un bello almacén, os fuera enseñando botellas de las más
prestigiosas marcas de vermut: rojo y blanco. Pasarais a la sección de amaros y
amaretos, hasta llegar a los bitter, con alcohol y sin él. Sin olvidar los vinos
de Moriles y Montilla. Os ofrecería, como hombre educado, sorbitos de cada uno
de los caldos, para despediros finalmente y sonriendo, en la puerta del jardín.
Con seguridad os preguntaríais ¿de qué sirven tantos aperitivos que han
estimulado el apetito, si no se nos ha ofrecido ningún manjar?.
Carnaval sin Cuaresma es un sinsentido.
La liturgia incorpora un elemento que solo utiliza este día: la ceniza.
Tradicionalmente se guardan restos de las palmas y ramilletes del Domingo de
Ramos que, una vez quemados, se conservan su cenizas para imponerlas este día en
la frente del fiel que se acerca. En la ciudad de Roma, la estación litúrgica
papal se celebra en Santa Sabina, una basílica de las afueras, que tiene el
privilegio de poseer la más antigua representación occidental de Jesús
crucificado.
Lo que os he explicado hasta el momento se refiere a la Iglesia Católica Latina.
El proceder de las Iglesias Orientales, católicas o no, es otro cantar. Lo digo
en su honor y para vergüenza nuestra.
Nosotros conservamos la oración, más o menos practicada atentamente y con
devoción. La limosna no la hemos olvidado. La practicamos, generalmente, de una
forma que no es la tradicional. Colaboramos en ONGs, tal vez paguemos cuotas.
Acudimos en ayudas puntuales en momentos de desgracias naturales o acompañando a
necesitados, enfermos o asistiendo a comedores, etc. Pero lo que es el ayuno, lo
tenemos muy olvidado. Paradójicamente, si alguien lo practica, no es
precisamente por motivos cristianos, responderá a consejos médicos o para
conseguir lucir un buen tipo. Es cosa ahora, antes de Pascua, de examinarse.
Sin querer enmendar la plana al Maestro, tratando solo de traducir su lenguaje
semítico, yo os diría que cuando Él dice que “vuestra mano derecha ignore lo que
ha dado la izquierda” entendáis vosotros que vuestra limosna, vuestra
generosidad personal, será auténticamente cristiana, si os olvidáis de la ayuda
que habéis prestado, de tal manera que cuando al cabo de un tiempo la persona
favorecida os dé las gracias, reconozcáis que ya no os acordabais de lo que
hicísteis. Sería esto un resumen de la lectura del evangelio de hoy)
Y como realización práctica de la conversión que desea la Santa Madre Iglesia
que realicemos en este santo tiempo, os propongo que hagáis una visita a un
monasterio de clausura y preguntéis como es su vida o, si no os es posible, que
veáis seriamente, atentamente, meditadamente, la prodigiosa película “El gran
silencio”. Sé algo de la vida de los cartujos, de su oración, de sus ayunos y de
su silencio. Pasé unos días junto a la Gran Cartuja, en los Alpes franceses,
donde se filmó la película, los monjes me trataron con exquisita Caridad, de
otra manera de nada les serviría su ascesis. Ya existe copia en DVD. Tal vez os
se posible visitar un monasterio de Carmelitas descalzas o de Clarisas, por
poner ejemplos femeninos. De comunidades como las tales, aprenderéis mucho más
de lo que yo os pueda decir.