Representaciones teatrales

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: En torno a Adviento y Navidad

 

 

Desde antiguo se ha querido trasladar al género teatral los relatos evangélicos, compuestos para lecturas litúrgicas, testimonio teológico y finalidades catequéticas, con todos los riesgos que cualquier trasposición supone. Ahora bien, la noticia que nos dan los libros canónicos es insuficiente para un tal género y se ha acudido a los textos apócrifos, principalmente al “Protoevangelio de Santiago” el más rico y simpático de entre los de su estilo y que ya desde antiguo es una buena fuente que sacia la piedad popular. El problema está en que los autores de las piezas no pueden hacer distinción entre acontecimientos seguros y tradiciones piadosas. Por otra parte el espectáculo cuando abandona la primitiva austeridad y quiere ser atractivo como simple espectáculo para creyentes y escépticos, añade detalles populares, populacheros tal vez, novísimas técnicas escénicas, que, si bien impresionan al público, nada representan para su formación religiosa. Dado que nuestra cultura parece que es más rica en escritores que en lectores, muchas veces se desconocen los textos cristianos más correctos y se toman como enseñanzas cristianas que se recordarán siempre, lo que ha sido un simple recurso, fruto del capricho del autor que busca notoriedad y éxito. No porque una representación navideña esté llena de ternura y humor, resulta pedagógicamente válida, sino que puede llegar a interferir la autentica catequesis infantil. 

Por otra parte si estas representaciones se ofrecen como espectáculo infantil hay que tener en cuenta que el niño las recibe paralelamente a otras que son totalmente fruto de la fantasía. Vaya un ejemplo. Existe el peligro de que el espectador inmaduro considere, al hacerse mayor, que tenían la misma categoría de veracidad el Niño Jesús, Blancanieves o Pulgarcito, teniéndolo todo archivado en el mismo rincón de su memoria. Perjudiciales también resultan las representaciones del demonio, o de los demonios, de sus confabulaciones y hasta de sus danzas, en algunos casos (si algo es totalmente falso en la realidad infernal es el baile, expresión de belleza, dominio y armonía, cualidades totalmente inexistentes en esa situación). Con el demonio no se puede jugar ni en la escena, como se dijo en otro lugar. 

Cosa diferente a lo dicho hasta aquí, son las representaciones estéticas, los llamados “belenes vivientes”, que pueden resultar tan válidos como las pinturas murales, las esculturas de los capiteles románicos o de los pórticos de las catedrales y basílicas, desde las románicas hasta la fachada del templo de la Sagrada Familia de Barcelona. Pueden ser válidos y hasta de gran valor catequético, ya que, en general, suponen una colaboración generosa espontánea y piadosa de la población sencilla, sumergida en el decorado imponente de la naturaleza. La preparación permitirá, al director escénico, insistir en la estampa histórica representada y en el contenido del texto evangélico. Creo saber que estas realizaciones son mucho más austeras, verídicas y piadosas que las otras, de las que se escribió anteriormente. 

¿Qué decir del género cinematográfico? Desconozco si existe alguna cinta cuyo contenido sea exclusivamente navideño, existen ciertamente películas de tal ambiente, cuentos de Navidad podríamos llamarlos, pero referentes al nacimiento de Jesús en exclusiva no creo que haya ninguno, en todo caso se trata de toda la vida del Señor donde aparecen las escenas de Belén. Desde el inicio del género, en aquellos tiempos del cine mudo ya se filmaron películas centradas en Él, con mayor o menor acierto cristiano y mayor o menor calidad estética. Sin pertenecer al género creativo y limitándose al de reportaje si que existen documentales, algunos muy bien realizados, que ofrecen imágenes de los lugares donde acontecieron los hechos que se celebran, tal como se encuentran en la actualidad o añadiendo noticias arqueológicas o ilustraciones pictóricas o escultóricas. Este estilo, que no resulta tan atractivo como distracción tiene la ventaja de que resulta pedagógico, mayormente si a la presentación acude alguien que conoce los lugares por haberlos visitado personalmente. En este último sentido todavía tienen valor los audiovisuales compuestos de sencillas diapositivas. Es una excelente idea decir a los alumnos de la catequesis: vendrá una persona que ha estado en Belén y os proyectará imágenes de lo que vio. La fotografía hoy en día tiene un valor casi tan notable como el acta notarial y para una mentalidad infantil aun mayor. 

Parecido juicio negativo al que se dio sobre las representaciones teatrales parece merecer los “comics” o las películas de dibujos animados. Aunque puedan resultar entretenidas el niño las recibe como alimento de su mundo imaginativo que un día descubrirá que no pertenece al mundo de lo real en la mayoría de los casos. Si la educación debe preparar para una vida adulta responsable y convencida de la autenticidad del testimonio de Jesús, de su doctrina y de su poder salvador debe desde los inicios gozar de total autenticidad y presentarse autónoma de otras historias que sólo pretenden pasar un rato agradable.