Las posadas de Belén

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: En torno a Adviento y Navidad

 

 

Nada tienen que ver estas "posadas" con las tradicionales y festivas celebraciones de México que aparecen en otro lugar. Imagino que son para lectura personal y reflexión navideña, que siendo seria, puedan no obstante, resultar amena.

 

Cada "posada" recibe el nombre de un color, no se busque en ello ninguna trascendencia. Tenía, cuando escribí este "cuento navideño" unas tablillas pintadas y fijaba la mirada en cada una mientras redactaba. Conservo estos títulos para facilitar la referencia en el caso de que se quiera hacer un comentario colectivo a manera de forum, que me parece que puede tener interés  

 

 

      Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento (Lucas 2, 6 y 7)

 

 

      Vino a su casa y los suyos no le recibieron ( Juan 1, 11) 

 

 

      Pero a todos los que le recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre ( Juan 112) 

 

 

La primera posada es de color ROJO, color de sangre y de amor 

     

 

      Van a pie, no parecen ni gente elegante ni hippy. Caminan acompasadamente. Se va haciendo tarde, se acercan a un pueblo. Alrededor del núcleo rural se esparcen algunas casitas. Sin dudar ni un momento, se acercan a una de estas y llaman. Hay luz en el interior, también unos farolillos encendidos en la puerta parece que indiquen que les están esperando. Al menos esto es lo que a ellos se les ocurre pensar. Se abre la puerta rápidamente, lo hace un hombre joven.

 

      - ¡Buenas noches! ¡Pasad! ¿Que queréis?

 

(Pero ha mirado a ELLA y se aturde. Se acuerda de su mujer y la llama.)

 

      - ¡Ven en seguida!

 

(Llega la chica y, a diferencia del marido, al ver el ostentoso embarazo, lo encuentra natural y sonriendo dice:)

 

      - El tonto de mi marido os ha dejado en la puerta, ¡pasad! La casa está un poco desordenada, nosotros también tenemos un hijo. Bueno, vosotros por lo que veo estáis a punto de tenerlo... no te debe de faltar mucho a ti...

 

      - Es lo que creo, como es la primera vez, no estoy segura...

 

      - No te asustes mujer, que lo nuestro viene de antiguo.

 

(Sonríen las dos. ELLA se siente tranquila y complacida. ÉL no se aleja de su lado.)

 

      - Venga, acercaos a la mesa y picad de lo que hay, luego tomaremos algo caliente...

 

(tímido ÉL dice en voz baja)

 

      - ¿Pero si no nos conocéis...?

 

      - ¡Qué importa quién seáis! Habéis llamado, os he abierto y esta casa es vuestra.

 

      - Es que nosotros... venimos de lejos... y vamos a Belén. Ya veis cómo está ELLA, teníamos miedo de que no os fiarais y que pensarais que como corre cada gente hoy en día...

 

      - ¡Qué va, hombre! ¡Qué va! ¿Vais a Belén, habéis dicho? ¡Solo nos falta que os llaméis José y María!

 

      - Pues sí, así es.

 

      - Y que al niño que esperáis, si es niño, le vais a poner de nombre Jesús.

 

      - Sí, así es

 

      - Conque ¿vosotros sois...?

 

      - Sí, así es.

 

(Con naturalidad se abrazan llorando de gozo. La habitación se ilumina. Llaman a su chico, viene casi a gatas. Le dicen que cante. El niño, más que cantar, recita con su lengua de trapo un villancico. Todos sonríen felices. Cenan. Les enseñan un dormitorio con una cama y una litera. Él se ofrece a ir a buscar al médico. Ella cree que lo mejor es que llamen a la comadrona. Pero él, que no domina todavía su azoramiento, se sube al coche y marcha. Pasa un rato.)

 

      Acompañada por la esposa y ama de casa, y atendida por la matrona, nace el NIÑO, exactamente el niño que esperaban. ÉL está en la alcoba de al lado llorando emocionado. El médico del lugar no estaba en casa, tampoco hace falta que venga, dice la comadrona. ELLA está agotada, solo tiene fuerzas para vestir a la criatura con la ropa que traía. Confiada en la mujer de la casa le da al NIÑO. Lo tiene un rato abrazándolo, luego lo deja en una mecedora que hay junto al fuego y lo arropa con un saco de dormir.

 

      ELLA descansa, los demás, acurrucados a su vera, asombrados, no saben si llorar o reír. El niño se acerca al NIÑO queriendo jugar con él. Cuando los padres se lo van a impedir ven sorprendidos que el NIÑO sonríe y le alarga sus manitas menudas... 

 

 

La 2ª posada es de color ANARANJADO, ladrillo suavizado, limpio es un color maravilloso. 

 

 

      Estaban ante un caserón. Ladraba un perro que a la vez movía alegremente la cola. Una docena de patos desfilaba, como un ejército, dirigiéndose a un lavajo cercano. Pasó veloz un gato. Se asomó un chiquillo.

 

      - Oye guapo: ¿está tu madre en casa? Oye, ¿quieres decirle que si puede salir?

 

      - Bueno...

 

(Pasa muy poco rato, aparece una mujer de mediana edad, saluda con llaneza, sin desconfiar para nada. Al ver a ELLA sonríe complacida. Es evidente que ella se ha encontrado también alguna vez en su trance. Habla con naturalidad.)

 

      - Bueno chicos, ¿qué os trae por aquí?

 

(Quiere hablar ELLA, pues se ha dado cuenta de la simpatía que ha suscitado su abultado vientre, pero ÉL, que siempre se siente responsable, contesta.)

 

      - Venimos de lejos, calculábamos llegar a la ciudad hoy, pero se nos ha echado la noche encima. Tenemos que hacer unos trámites, asuntos oficiales, convalidaciones, permisos de residencia... esas cosas propias de los que venimos de fuera. No podíamos dejar pasar los días, pues hubiéramos perdido la oportunidad que se nos presentaba. Se lo explico para que no le extrañe vernos viajando en el estado de mi mujer.

 

      - No, si yo también hice tonterías de estas en mis tiempos. Era el terror del ginecólogo. Pero ya veis, todo fue siempre bien y hoy tengo cinco hijos maravillosos.

 

(Se notó que dijo lo último para infundirle tranquilidad a ELLA.)

 

      - Y...¿está su marido?

 

      - Claro que está. Pero allá adentro, con los animales. Venga, basta de cháchara. Que vosotros lo que queréis es pasar esta noche aquí ¿O me equivoco? Pues no os puedo ofrecer una suite nupcial de un cinco estrellas, pero algo habrá, no tengáis miedo. Esperad un momento, que llamo a los chicos. Están haciendo deberes, pero a ti la mayor te hará compañía. Dice que quiere ser enfermera, ¡que practique! Y tú, ¡ayúdame a entrar esta leña!, que aquí no hay calefacción, aunque no tendréis frío. Y luego, a cenar.

 

      - Oiga, pero ¿no nos pregunta nada y nos deja pasar?

 

      - ¿Qué quieres tú, que haga como aquella gente de Belén, que explica el cura?

 

      - Es que nosotros vamos a Belén...

 

      - Solo me faltaría oír que os llamáis José y María...

 

      - Pues sí, así nos llamamos...

 

      - ¡Anda tú! pero si no me había dado cuenta de que esto es Navidad. Hijos, ¡llamad a vuestro padre! ¡que venga en seguida!. ¡La que nos espera!. ¡Venga, todos a cantar y bailar!

 

      Hala, pasad, no tengáis miedo, puesto que sois vosotros, vais a tener nuestra cama, aquí nacieron todos y si tú das a luz en ella seguro que nos atraerá la ayuda de Dios. ¡Hoy nos ha tocado la lotería! ¡María santísima! Pero qué digo, si María eres tu.

 

      Y llorando de gozo se la llevó adentro. José se arrinconó, pero los chiquillos no le dejaron tranquilo, le atosigaban a preguntas y, todos a la vez, querían oír su respuesta. Entró el marido y lo entendió todo en seguida. Atizó el fuego. Trajo un jamón, queso, leche...Él no sabía hablar como su mujer, lo suyo era el trabajo...    

 

 

La 3ª posada es de color AMARILLO, color hiriente, especialmente frío, tal vez su única cualidad sea que contrasta bien con tonos oscuros. 

 

 

      Se acercan a una gran superficie comercial de estas que hoy en día proliferan alrededor de las grandes ciudades. Les han dicho que, como estos días se incrementan las ventas, las empresas necesitan más personal. ÉL cree que podría trabajar en cualquier establecimiento, vendiendo lo que sea. ELLA debido a que está embarazada de unos ocho meses, y por tanto su apariencia, su falta de agilidad y el cuidado que debe poner en todos sus movimientos, reconoce que no podría dedicarse a lo concerniente a la venta, pero piensa que puede estar en un almacén, por ejemplo, haciendo paquetes, ramos de flores, confeccionando guirnaldas, atando lotes de oferta, cuántas cosas, piensa ELLA que es capaz de hacer para ganarse algún dinero...les han hablado tanto de las grandes superficies, que están convencidos de que será la solución a la necesidad urgente de una residencia provisional, mientras de su país les llega una transferencia bancaria y la documentación pertinente para solicitar el permiso de residencia y después continuar sus estudios profesionales. Su tez sombreada, más que sus facciones, les delata. A nadie pueden ocultar que proceden del gran subcontinente asiático. Su origen facilitará la incorporación al comercio, piensan ellos.

 

      - El jefe de personal, por favor...

 

      - ¿Para que lo necesita?

 

      - ¿Tal vez es usted, señor, el jefe de personal?

 

(Los educados modales y su correcto, aunque un poco exótico atuendo, resultan siempre un buen introductor en cualquier ocasión.)

 

      - No, no lo soy ¿Qué desean?

 

      - El jefe de ventas de la Incomser me indicó que podía dirigirme a él de su parte.

 

      - Tendrán que esperarse un rato, está reunido.

 

      - Lo que sea necesario, señor.

 

(Se sientan, hablan, se miran, sonríen en silencio. Uno diría que son universitarios trotamundos, que viajan con billete interraíl, aunque el estado de la chica pone un interrogante a estas suposiciones. Al cabo de unos minutos, se les indica que pueden pasar a un despacho contiguo. Se levantan. Entran, saludan con exquisita corrección. Sin levantarse de su sillón, sin ofrecerles asiento tampoco, sin siquiera mirarlos, el ejecutivo pregunta:)

 

      - Y bien ¿que desean?

 

      - Nosotros, mi esposa y yo, debemos pasar una temporada efectuando unos trámites en nuestra embajada y en las oficinas del gobierno. También debemos recibir un documento bancario. Esperamos ser admitidos en la universidad. Como creemos que los trámites han de ser lentos y nos sobrará tiempo, queríamos encontrar trabajo y alojamiento por aquí. Un conocido, el jefe de ventas de la sucursal local de la multinacional Incomser, nos recomendó que nos presentáramos a usted...

 

(El ejecutivo no quiere fijarse en ellos, ni siquiera los mira, así tendrá más libertad para quitárselos de encima, piensa él, simula estar reflexionando, pero solo mata el tiempo, parece que desea que se sientan molestos y se vayan. Pero como no lo han entendido, pues están clavados al suelo, no sabe qué hacer. Por fin ELLA dice:)

 

      - Perdone, señor, ¿me permitiría tomar asiento? ya habrá visto mi estado...

 

      - Sí, claro, allá hay una silla. Pero oiga, joven ¿qué cree saber y que le parece que me puede interesar?

 

      - Cualquier cosa que se relacione con las ventas, domino varios idiomas.

 

      - Aquí en Navidad solo viene a comprar la gente de los alrededores, no hay turismo extranjero. Y si alguno por casualidad se acerca, ya me espabilo yo en inglés.

 

      - Pero usted, señor, seguramente estará muy ocupado y no podrá atender a los que solo quieren comprar, por ejemplo, un juguete.

 

      - No, mire, no insista, tenemos empleados fijos y, si algún día no es suficiente, una empresa de trabajo temporal nos proporciona el personal que necesitamos. Además, a mí me gusta hablar claro, su esposa cualquier día de estos deberá acudir al hospital, usted querrá acompañarla, querrá estar con ella cuando llegue el momento, querrá ir con ella cuando salga, querrá ir al juzgado a inscribir el nacimiento, querrá ir a su consulado, querrá bautizar a la criatura. ¡Tantos días debería tener fiesta para todas estas cosas! ¡No deberían haber abandonado su casa estando en estas condiciones!.

 

      - Nosotros no queríamos hacerlo, señor, pero llegó la concesión de una beca que hacía mucho tiempo que esperábamos, se trata de un laboratorio de alta investigación, no podíamos rehusarla, aunque nos llegue en estos días y estando ella como está. Pero nos es imprescindible ahora el trabajo, si quiero después presentar la tesis doctoral...

 

(Se veía a la legua que aquel ejecutivo no tenía demasiados estudios académicos porque, lo del doctorado no le hizo ninguna gracia.)

 

      - Esta empresa no puede proporcionarle trabajo

 

      - Y mi esposa ¿no podría hacer algo, por ejemplo, en paquetería?

 

      - Oiga, ¿pero ustedes no se han dado cuenta de que esto es una empresa comercial y no una casa de beneficencia? Si quería sacar su doctorado no debería haberse casado, o no debería haber pretendido tener un hijo, deben calcularse estas cosas y parece que ustedes van a la buena de Dios...

 

      - Si, claro, precisamente se trata de eso, de la buena de Dios.

 

      - Mire, yo estoy muy ocupado, ya lo ve, son días de mucho trajín, cada uno se gana la vida como puede. En otro sitio podrán atenderle. Mi compañero les acompañará a la salida, añade sin siquiera levantar la mirada. 

 

 

La 4ª posada es de color VERDE, dicen que lo es de esperanza, la verdad es que se obtiene la mezcla de cyan y amarillo, de aquí que, a veces, este color puede resultar ofensivo. 

 

 

      Van sonrientes, con paso decidido y seguro, aunque un poco lento, las muestras del embarazo de ELLA son evidentes. Su vestido no es estrafalario, pero denota que no son del lugar. Ven un gran cartel con una H y una estrella al lado, solo una, se cercioran de que no hayan borrado ninguna otra. ÉL saca la cartera y lentamente cuenta el dinero que lleva. Toca el timbre. Son observados a través del cristal, por fin una voz femenina pregunta:

 

      - ¿Que quieren ustedes?

 

      - Por favor, ¿será tan amable de abrirnos?

 

(Se entreabre la puerta con una cierta desconfianza, la mujer se fija en ELLA con detenimiento. Es una mirada de quien nunca ha estado embarazada. ÉL se decide a hablar:

 

      - ¿Podemos pasar la noche aquí? ¿Hay sitio para nosotros?

 

      - Pero oiga, ¿esta es su mujer? Pero ¿no está a parir? ¿Si es así, qué hace aquí?

 

      - Nos parece que pronto va a nacer nuestro primer hijo, sí, ELLA es mi esposa.

 

      - Entonces no es este su sitio. Diríjanse al hospital.

 

      - Pero es que nosotros queremos...

 

      - Mire, no me pongan a mi en apuros. Que ustedes no necesitan una fonda, sino un ginecólogo, o una comadrona. Vayan, vayan, continúen hasta el otro lado del pueblo ¿Como se les ha ocurrido venir? ¿De donde han salido ustedes? No me compliquen la vida, que ya tengo bastante con aguantar a mi marido borracho y a los mozos del pueblo que son unos gamberros...

 

      - Mire, nosotros venimos de Nazaret...

 

      - Ya. Y por lo que tengo entendido de allí salieron los de Navidad. Ahora solo falta que me digan que se llaman José y María.

 

      - Pues sí, así es.

 

      - Miren, si no fuera por lo de esta, que no engaña a nadie, diría que me están tomando el pelo y yo ya no estoy para estos trotes. Tampoco siento compasión pues, por la pinta que tienen, ustedes no son unos pordioseros. Pero no quiero responsabilidades. Además, la policía nos recomienda que no aceptemos a extraños. Si quieren, vayan al cuartel, o busquen al alcalde y que él, o un concejal, los atienda. Si vuelven acompañados de alguno  que nos den garantías, a lo mejor encuentro un rincón. Aquí pueden pagar en dólares, si no traen la moneda del país.

 

      - No es este el problema. No se preocupe, ya nos vamos. Pensábamos que usted podría tener la ilusión de que en su fonda, esta noche, naciera el NIÑO. ¡Nacen tan pocos niños hoy en día! Además, nuestro NIÑO será...

 

      - ¡Que no! Solo me faltaba a mi que ahora me vengan con enigmas. Una está escarmentada de extraños y no quiere tropezar otra vez. Al gato escaldado...¡Váyanse! ¡Busquen otro sitio! 

 

 

La 5ª posada es de color AZUL, si hay que definirlo como frío, una serie de connotaciones nos hacen pensar en un color amable, tal vez sea por ser el del firmamento y del mar              

 

 

      Su porte era elegante, pero no rico. La sensación de gente atractiva le venia tal vez de que ELLA llevaba una sencilla túnica, de las que lucen las palestinas, y le caía muy bien. Caminaba con una cierta dificultad. ÉL era esbelto, su rostro joven correspondía muy bien con su aire decidido. No obstante, no era altivo.

 

      Es difícil resumir cómo fue todo, de lo rápido que ocurrió. Llamaron tirando de una sobada cuerda que colgaba, al lado de la puerta de un gran caserón. Era casi de noche, temían que su osadía suscitara recelo, pero no podían hacer otra cosa. No son horas de llamar a una casa de estas, decía ELLA. No podíamos elegir la hora, decía ÉL, además ya sabes que nos han dicho que son buena gente. No estaban seguros de a qué asociación pertenecían, pero todos nos han dicho que en esta casa vivían mujeres alegres y buenas.

 

      Sonaron puertas y más puertas, tintinearon llaves y más llaves, se corrieron cerrojos arriba y abajo. No había duda: se trata de un convento de monjas, dijo ÉL. Efectivamente así resultó ser. Una vieja hermana abrió a trancas y barrancas la carcomida puerta. Sonrió y se echó en brazos de la joven, besó cariñosamente al marido. Les hizo pasar. La estancia era grande e inhóspita, pero se quedaron muy poco en ella, el tiempo preciso para que la monja tocara una campana interior estrepitosamente. Un instante después estaban en otro lugar junto a un vigoroso fuego.

 

      Los dos jóvenes se miraban extrañados, pero tranquilos. Les trajeron al punto leche caliente y pastelillos con frutas de colores en el centro. Todo lo tenían a punto.

 

      ELLA se atrevió a musitar:

 

      - Pero ¿ustedes nos esperaban?

 

      - Claro que sí. ¿No ves tonta, que hoy es Navidad? Ay, perdóname por llamarte tonta, hija mía. ¿Pero qué digo yo, si tu eres mi madre?

 

      - Así que ustedes creían...

 

      - Hija, no, a decir verdad no estábamos seguras, por eso la abadesa no ha dejado el viaje que las superioras le habían ordenado. Pero algo se temía en esta casa, o algo esperaba ella este año, porque me ha dejado a mí con plenos poderes.

 

      - Madre ¿como te llamas?

 

      - Ana, ¿Como iba a llamarme si no? ¿Qué te crees tú?

 

      - Claro, así debía ser...

 

      - Y así nosotros, podemos quedarnos...

 

      - ¡No faltaba más! Os quedáis aquí y nos tenéis a todas para lo que haga falta mandar. Además, tú acaso esta noche...

 

      - Si, yo pensaba que tal vez... no sé, es la primera vez que me pasa...

 

      - No te preocupes, que yo antes de entrar en el convento tuve cinco hijos y asistí a veinte parturientas del pueblo.

 

      - Y ÉL, ¿también puede quedarse?

 

      - Claro que sí ¿Por qué lo preguntas?

 

      - Es que a mí me habían dicho que la clausura...

 

      - Mujer, nosotras tenemos nuestras antiguas reglas, tenemos clausura, claro que sí, pero la hemos encerrado en el sótano, con la leña. Allá él no puede entrar, claro que no. Venga, acércate más. Perdón hijos míos, yo ya sé quiénes sois vosotros, pero vosotros no sabéis quien soy yo. Me voy a presentar. Soy la más vieja de la casa, parece que solo vivía para esperaros. En mis tiempos fui abadesa y he sido portera. También lavé la ropa y cavé en el huerto. Todas confían en mí, aunque yo ya no sirva para nada.

 

      ¡Venga! a cantar y luego a dormir. Vosotros acabad de cenar, que mientras tanto nosotras os miraremos felices. Esta noche la esperábamos desde hace tanto tiempo... Y si ha de nacer, pues que nazca, que será para bien. Y Dios dirá, que aquí esta una para servir, y las demás también.

 

      El lugar se iluminó, entró, nadie sabe por dónde, una suave brisa. ELLA, metida en un cuchitril, al lado de la chimenea, asistida por la antigua abadesa y ayudada por una novicia que había estudiado enfermería, dio a luz a su primogénito. En la estancia más grande, situada muy cerca, las demás cantaban villancicos suavemente, eran viejas canciones, eran confiadas plegarias al Padre de todos. Se durmió ELLA. Rezó con las monjas ÉL. La tensión del ambiente era grande, pero una monja tomó un pastel y todas, y ÉL también, en un periquete se lo acabaron.

 

      Entonces se oyó una voz angélica que decía:

 

      - Donde hay caridad y amor, allí esta Dios. Donde hay caridad y amor allí, nace Dios. Donde hay caridad y amor, allí hay gozo muy grande. 

 

 

La 5ª posada es de color AÑIL, fácilmente se degrada y parece entonces que se haya descolorido, no es muy frecuente su uso. 

 

      Eran negros. Uno puede cambiarse de ropa, conseguir pasaporte de una nación importante, hasta comprarse un coche potente. Puede cambiar muchas cosas, pero no puede cambiar de piel. Y cuando la tiene oscura, sabe que se le mirará con aires de superioridad, de cosa rara, a lo sumo graciosa. Pero que no será apreciado, admirado, deseado.

 

      Aquella agente de policía local le pidió la documentación con una cierta desconfianza, luego se fijó en ELLA y la miró con simpatía. Una mujer joven, sea del color que sea, que espera un hijo, cae bien a todo el mundo. Pero se limitó a hacer un gesto con la cabeza, que quería decir que podían continuar su camino. Había durado un instante pero la operación fue, sin duda, humillante. Ellos buscaban algo o buscaban a alguien. Hablaban entre sí. Se les notaba que sentían un cierto temor. Llegaron a una casa, leyeron atentamente la inscripción de la placa. Se miraron, tocaron el timbre. Se oyeron varias voces a la vez, una puerta interior se abrió y una bocanada de música frenética invadió la portería. Finalmente notaron que les observaban por la mirilla. Corrieron los cerrojos correspondientes, se abrió de par en par la puerta. Varias voces a la vez les dijeron:

 

      - Pero ¿de qué vais, colegas? ¿De dónde salís con esta facha?

 

      - A nosotros nos han dicho...

 

      - Pero que hacéis aquí fuera, venga ¡entrad de una vez!

 

      - Es que tal vez molestamos.

 

      - ¿Por que sois negritos? A nosotros no nos van esos rollos... Aquí hasta vienen gringos. Aquí cabe todo el mundo.

 

      - Es que nosotros queríamos...

 

      - ¡Anda! pero, mira esta cómo está. Bueno, pero aclaremos, a vosotros ¿quién os ha invitado a la fiesta?

 

      - Es que nosotros no venimos a una fiesta, allá en mi país me dieron esta dirección y este nombre, por si nos pasaba algo. Se ve que mi amigo conoce a los de esta casa, que se encontraron en un safari hace un año. Como se hacia tarde y esta ya veis cómo está. Esta que es mi mujer, quiero decir.

 

      - ¡Anda! pues tiene razón, pero si está a parir.

 

(ELLA entonces se turbó y le ardía la cara.)

 

      - Bueno, ¿así que no estáis de bailes y copas? ¿Y qué rollo os traéis?

 

      - Ya os lo he dicho, solo queríamos un rinconcito, tenemos bastante con una habitación pequeñita, como las cabañas de nuestra tierra. O si no, con unas mantas y un colchón hasta en el garaje podríamos dormir.

 

      - Mira, colega, eso a nosotros no nos va. Si queréis un cubata u os gusta una pizza, comed todo lo que queráis. Digo esto porque de la manera que esta está no os apetecerá una anfeta...

 

      - Es que nosotros...

 

      - Oye, pero, ¿cómo os llamáis?

 

      - Yo José, ELLA María.

 

      - ¡Anda! Pero si tiene nombre de galleta. Y esa cara de mosquita muerta... ¡si hasta parece una virgen!

 

      - Es que es virgen.

 

      - ¡No me digas! pues ya sabes que la virginidad trae el cáncer. Así que ¡a remediarlo!. Venga, hombre que ni entre los negritos se dan estos rollos.

 

      - Es que a nosotros nos dijeron...

 

      - No os creáis nunca lo que os digan. Hay que vivir el momento. ¡Venga! a bailar, que la noche es muy larga.

 

      - Nosotros necesitamos otro sitio. Veo que nos hemos equivocado.

 

      - Aquí nadie se equivoca, cada uno hace lo que le da la gana, que estamos en la democracia.

 

      - Pues nosotros hacemos lo que Dios quiere que hagamos.

 

      - ¡La que faltaba! Ahora hablan de Dios. Pero, ¿de dónde habéis salido?

 

      - De Nazaret, y vamos a Belén y como sois jóvenes pensábamos...

 

      - ¿Que creíamos en Dios? Venga colega, no me salgas con estos rollos, que pareceis unos viejos carrozas.

 

      - Pues nos vamos, y que Dios os proteja.

 

      - Protegernos ¿de qué? Y mira esta mierda de virgen preñada.

 

(Entonces ÉL se abrazó a ELLA llorando. Se alejaron. A sus espaldas sonó seco un portazo.) 

 

 

La 6ª posada es de color VIOLETA, mezcla de rojo: divinidad, y azul: humanidad. Es pues el color más apropiado para las escenas navideñas, pero nadie lo usa.

 

      Al ver aquello uno no estaba seguro de si era una casa, una barraca, una choza o qué es lo que era. Alguien vivía allí, era evidente. Cerca de "aquello" había ropa tendida y salía humo por la chimenea. No sabían cómo llamar. Al ir a golpear en la puerta con los nudillos esta se abrió de repente. En la estancia un vejete miraba un alegre fuego que bailaba entre unos troncos, bajo la campana hecha de latas de conservas. Alzó la mirada, se quitó los lentes, se levantó cojeando pero decidido. Al estar junto a ellos las piernas le temblaron y se arrojó a sus pies riendo y llorando a la vez.

 

      - ¡Claro que lo sois! ¡Si lo estaba esperando! ¡Si os tengo un rincón preparado! Es casi como el de aquel bendito día. Es muy pobre, pero no tengo otro mejor. En vez de un pesebre, os tengo guardada una hamaca. Siempre estaba en un desván y el otro día pensé...

 

      - Pero es que nosotros, si usted no nos conoce...

 

      - ¿Que no os conozco? solo faltaría ahora que me dijerais que no sois José y María. Pero ¡si esta casa se llama Belén! y toda la vida os estoy esperando. Bueno, perdón, toda la vida no. Desde que murió nuestro hijo y después la parienta se fue al Cielo. Yo me preguntaba qué hacía aquí sin ellos, si tenía sentido seguir viviendo aquí yo solo. Alguien por dentro me dijo: sí, tu vida tiene sentido si tienes esperanza. Ya lo veis, no temo a la muerte. Si entráis y os calentáis y tomáis una taza de hierbas y luego os quedáis a dormir para que pase lo que Dios quiera que pase, porque a ti, si no me equivoco, te ha llegado la hora, yo brincaré de gozo. Y por lo que yo me sé, tú no necesitas a nadie. Yo me iré a dormir al establo, hasta tengo un burro y una vieja vaca que me da un poco de leche, mañana os lo enseñaré. Vosotros querréis estar solos y no quiero molestar. Con que me dejéis dormir cerca de vosotros, tengo bastante. ¡Como esperaba este día! ¡Dios mío, gracias, qué grande es tu nombre!

 

No dejaba de hablar, aquella voz cascada que tenía costaba de entender, pero ellos gozaban, finalmente los miró fijamente y les dijo con un poco de vacilación:

 

      - ¿Me dejáis abrazaros?

 

      - ¡Claro que sí. ¿Tu te llamas Simeón?

 

      - Hombre, pues claro  ¿Cómo lo has adivinado?

 

      - No podía ser de otro modo. Es que nosotros también sabemos la historia, al recibirnos así no podías ser otro. 

 

 

La 7ª posada es de color NEGRO, ausencia total de color y de luz, supremo vacío.  

 

 

      La pareja iba con el atuendo normal de los excursionistas. Lo único que chocante era la apariencia de ELLA, ¡su gravidez era tan manifiesta! ¿A quién se le ocurre ir por aquellos caminos a aquellas horas? Pero ellos andaban decididos, se les notaba que sabían a dónde iban. En cuanto llegaron a la casa llamaron.

 

      La puerta se abrió tímidamente. Lo hizo una mujercita menuda de cara redonda y de tez arenosa, con unos ojos despiertos que delataban su origen, sin duda había venido del Altiplano.

 

      - ¿Qué se les ofrece a ustedes?

 

      - Muy buenas nos dé Dios, hermanita ¿Están los señores?

 

      - ¡Cuánto lo siento! No están. Marcharon unos días a la montaña a esquiar, y no volverán hasta pasadas las fiestas...

 

      - Es que nosotros queríamos pasar esta noche en su casa. Somos compañeros del mismo colegio. Ellos eran mayores, pero como nos veíamos cada día en el patio, es como si fuéramos de la misma clase.

 

      - Pues no, no están. Cuánto siento lo que me dicen. Pero les advierto que aquí no se hubieran podido quedar. En la casa no hay ni una sola habitación para huéspedes.

 

      - Pero si nos habían dicho que eran muy ricos...

 

      - Los señores dicen que las casas son muy caras, que cada metro vale mucho dinero y como ellos viven en la capital, vienen por aquí muchas veces, se van al apartamento cuando hay nieve y al bungalow en verano, no pueden gastarse dinero en tener en cada casa una habitación para extraños. Dicen los señores que para esto están los hoteles.

 

      - ¡Tanto sitio y ni una habitación para otros!

 

      - Cuánto lo siento, veo que ustedes son buena gente, pero ni yo misma tengo lo que se pueda llamar una habitación. Si fuera por mi les dejaría entrar, pero no cabrían y a mi me tienen prohibido que reciba a nadie. Pero ya sé lo que haré. Yo les doy mi platita, la que la que tengo ahorrada para cuando pueda volver a mi casa, la que guardaba para que mi chiquito pudiera ir a la escuela, la que serviría para podernos casar y tener un cachito donde mi hombre pueda cultivar la tierra. Pero ya trabajaré un poco más y ellos esperarán. Y si va a nacer, no se preocupe mi hermana, que yo les doy también para que llamen al doctor.

 

      - Hermana mía, no llores. Esta casa está muy oscura y vacía, pero tu bondad la ha iluminado. Vente con nosotros ¿No sabes que día es hoy?

 

      - Esta noche es Nochebuena y mañana es Navidad, dice todo el mundo.

 

      - Pues te vienes con nosotros y tendrás una Navidad para ti sola. Después se lo contarás a tu hijo, a tu hombre y a tus amigos. Pero deja este sitio tan oscuro esta noche, que Dios no permitirá que a la casa le ocurra nada malo. Yo me llamo María y este, José ¿Lo entiendes ahora?

 

(Y claro que lo entendió, desapareció el negro edificio y fue su rostro feliz el que iluminó una nueva estancia)  

 

 

La 8ª posada es de color GRIS, no es blanco sucio, no. El color perla combina bien con todos los colores en todas las tonalidades 

 

 

      - Esto parece "la casa de la Troya" le dijo EL al oído y ELLA sonrió por toda respuesta. La puerta se la habían dejado abierta y a través de la rendija se oían murmullos, canciones, música. Se veían en la habitación tendidas toallas y ropa interior. Habían llamado al viejo timbre y hasta a ellos mismos les asustó el estrépito que hizo. Salieron alegres dos o tres jóvenes que se quedaron helados al ver a la pareja. Ellos esperaban a unos compañeros con quienes iban a comerse un guiso que uno de los del piso de estudiantes había preparado y decía que era típico de su pueblo. Pero al poco la extrañeza se tornó alegría:

 

      - ¿Que os trae por aquí?

 

      - Pues me parece que venir a deciros adiós. Queríamos pediros un sitio para pasar la noche pero vemos que todo lo tenéis repleto.

 

      - ¡Que va! Aquí siempre hay sitio para uno más, o para dos, o para dos y medio, dijo medio en broma al fijarse en ELLA. Venga, ¡pasad, entrad. Ahora mismo llamo a una del piso que a lo mejor esta noche podrá hacer contigo practicas de "gine"

 

(al oír esto ELLA enrojeció un poco, pero no se sintió cohibida. Entraron)

 

      - ¿Y de donde salís?

 

      - De lejos, de muy lejos, si supierais...

 

      - Pues, si no nos lo contáis, no sabremos nada.

 

      - Es que no queríamos molestaros. Venimos porque voy a hacer un curso de post-grado y no tenemos ni la menor idea de donde podremos residir. En nuestra tierra un compañero que se llama Mustafá Aleh, nos habló de vosotros...

 

      - ¡Anda, sí! el "moro", pasó con nosotros todo el curso.

 

      - Bueno, pues él nos habló de unos compañeros y de este piso, nos dijo: son gente joven y muy maja, podéis confiar en ellos, si algo os hace falta.

 

      - Claro hombre, que aquí este está en secretaría. Aquella acabó medicina y ahora hace prácticas. Este dice a su familia que estudia, pero solo se matricula, aquí trabaja de lampista y carpintero, de muchacha de limpieza y de chico de encargos. Aquellos dos son extranjeros, escriben y hacen fotos, dicen que trabajan para una revista especializada en algas de las charcas. Ya veis, con este rebaño, econtrareis a alguno que se os parezca.

 

      - No, nosotros no somos así. Somos de pueblo. Pero a esta un día que estaba sola en casa, le hablaron de un plan de Dios y le dijeron que si quería colaborar y sin pensarlo dos veces dijo que sí. Y de resultas de ello ya veis como está. Pero yo no estoy ofendido, estoy contento de que Dios se haya fijado en mi mujer. No creo que lo entendáis. No sé que pensáis de Dios, vosotros...

 

      - Pues yo tampoco y soy el más viejo del lugar. Esta dice que es atea, aquel se retuerce en angustias existenciales, aquella otra colabora en una ONG que es de unos curas, el "chico para todo dice a veces que quiere ser misionero. Por aquí ha venido de todo. Desde el cura del pueblo de aquella, hasta el ex-cura y come-curas, que fue profesor del instituto. Los únicos que no pueden entrar son los viajantes de libros y de sectas.

 

      - Así que podemos quedarnos esta noche...

 

      - Pues ya os dije que sí. Venga que os preparamos para vosotros solitos un dormitorio y si a esta le llega la hora, nos la llevamos al hospital en el coche de la comuna y para que se divierta por el camino aquella tocará la guitarra.

 

      - Pero no dijiste que era atea...

 

      - Y ¿que pasa? ni que fuerais San José y la Virgen.

 

      - Pues sí, lo somos, ya ves, creíamos...

 

      - Mejor que mejor. ¡Ala! sentaos y explicaos que de todo ese rollo aquí estamos en babia y nos va a interesar.

 

      - Pero si lo más importante ya lo sabéis...

 

      - ¿A que te refieres?

 

      - A que sois hospitalarios, quiero decir acogedores, simpáticos, abiertos...

 

      - ¡Anda este! que no, chico que no, que no somos del diablo. Si sois la Virgen María el bendito San José, de la canción aquella, muy bien y si sois unos impostores, ¡Allá vosotros! que para entrar en esta casa no pedimos visado.

 

      (Nunca habréis imaginado un Nacimiento con un televisor, un microondas, una guitarra, un banjo, dos raquetas de tenis, un poster del Che, tres estanterías de libros y una plancha. Dos sierras y un martillo con tres cajas de clavos, amén de botes de conserva y saquitos de hierbas secas aromáticas y medicinales...

 

      Nunca lo habíais imaginado, pero así fue la Navidad esta vez)    

 

  

La 9ª posada es de color BLANCO, la suma de todos los colores, la luz mas luminosa, el blanco más claro y diáfano que uno pueda imaginar)

 

      En la sala enorme dominaban las superficies esféricas y los contornos octagonales. La esfera y el octogono son figuras de la perfección geométrica. Las paredes parecían de metacrilato muy fino. La gente sonreía, no había ni chiquillos, ni viejos. O tal vez aquellos jóvenes a veces tenían el candor de las criaturas y la dulzura de las abuelitas.

 

      No cabía la menor duda. Los jóvenes viajeros que descendían del Cielo Nuevo, habían llegado sin equivocarse a la Tierra Nueva. Todos se miraron. Todos la miraron. Fue entonces cuando ella desenvolvió un poco el manto y les enseñó al CHIQUILLO.

 

      Eran una gran familia. Todos constataron que aquel CHIQUILLO era su hermano mayor, aquel de quien tanto habían oído hablar, aquel al que tanto habían hablado, en el misterio de la oración. De repente notaron que ellos, como el templo, eran también refulgentes. La luz salía de ellos pero venía del CHIQUILLO. Cantaron en silencio una melodía, un himno que conocían desde antiguo:

 

      GLORIA A DIOS EN EL CIELO

 

      GLORIA A DIOS QUE ESTÁ AQUÍ

 

      PAZ EN LA TIERRA,

 

      PAZ Y FELICIDAD EN LA TIERRA QUE ES SUYA.