Eva

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: En torno a Adviento y Navidad

 

 

1.- REFERENCIA BÍBLICA: Ge 2y 3

 

2.- RELATO SIMPLE

 

Ya había terminado la creación de este mundo y quiso Dios que hubiese alguien capaz de dirigir la Tierra y hasta, tal vez, ocuparse de algunos astros próximos. Dios hizo la pareja humana, que colocó en un lugar encantador. Había árboles frutales, ríos y piedras preciosas, todo lo que podía satisfacer a un hombre recién hecho. Les confió el mundo y únicamente exigió amorosa fidelidad. El control de esta condición se hacía mediante el signo de un árbol, señalado convenientemente, el cual no debían ni siquiera tocar. Pero hay que advertir que en el mundo se había colado el demonio -resto nefasto de una anterior creación, de la que no sabemos casi nada- que astuto y pernicioso como era, trató de que los humanos fueran malos como él mismo y estimuló su orgullo y fue de esta forma como la pareja humana se convirtió en desobediente. El demonio entonces se apartó discretamente y ellos se sintieron solos y sufrieron de grave depresión. Dios salió a su encuentro y les preguntó qué les pasaba. Reconocieron ellos con sinceridad su pecado y Él les dijo:

 

-A ti, el varón, te tocará de ahora en adelante trabajar con esfuerzo hasta llegar al cansancio, si quieres sobrevivir tú y los tuyos. Al final de tu vida morirás y tu cuerpo se deshará en la tierra.

 

-A ti, mujer, te advierto que desde ahora sentirás una fuerte inclinación hacia el hombre, que él injustamente te dominará y que el engendrar hijos te supondrá dificultades, molestias y dolores.

 

-A ti, demonio, tentador y malvado, te digo que no volverás a entrar en la Tierra como un guerrero airoso, sino que únicamente podrás hacerlo disfrazado como un villano. Te has convertido en el enemigo declarado de los hombres pero te advierto que un descendiente de esta mujer te vencerá un día a ti, tú conseguirás solo herirlo.

 

Dios aquel día no abandonó al hombre. Había que alejarlos de aquel Edén, pero quiso que marchasen protegidos, les proporcionó vestidos y los despidió de allí, pues no eran dignos de permanecer en el Paraíso.

 

El hombre y la mujer tuvieron hijos y uno de estos sintió en su interior la envidia; no quiso, no le dio la real gana, dominarla, y aunque Dios le advirtió que tenía una malvada inclinación interior y que debía extirparla, él no le hizo caso. Este mal hijo asesinó a su hermano y de nuevo entró el pecado en el mundo.

 

El mal había emponzoñado la Tierra, se había cometido infracción contra Dios y contra el hombre. Solo quedaba la vida y pegada a ella, la esperanza. Ellos no lo sabían pero Dios ya había escogido un nombre para esta esperanza, para esta ilusión, se llamaría Jesús.

 

 

3.- RELATO "NAIF"

 

El mundo estaba acabado, faltaba únicamente quien lo dominase respetándolo, quien lo domesticase, quien lo protegiese con amor. Dios hizo al hombre imaginando que cumpliría esta finalidad y además para poder tener Él mismo a alguien a quien amar y que fuese capaz de tener conciencia de su amor. Quiso también que pudiera ser un compañero eterno, un recuerdo, un testigo perenne, de esta creación recién concluida. Debía ser algo concentrado, sólido, algo inmejorable, su imagen y semejanza, como dice la Biblia, y la expresión es acertada. Este hombre se paseaba solitario por el lugar, lo observaba todo, lo investigaba todo, trataba de desmontarlo todo, pero siempre acababa sintiéndose solo, ansiando, sin conseguirlo, tener alguien con quien compartir, con quien charlar, con quien jugarse una partida y jugárselo todo en ella, en un emocionante juego. Dios allá arriba en el Cielo era imponente, pero no se le podía molestar por cualquier tontería que a él se le ocurriese. El hombre se dio cuenta de que si seguía así se pondría a hablar solo, pues la desazón le dominaba y además, no hay que olvidar que todavía nadie había inventado el lenguaje, pero imaginando que de repente se inventara, eso de hablar solo, le pondría en ridículo ante aquellos animales, tan bestias, que creerían que se había vuelto loco, aunque no supieran qué era la locura. Una tal humillación no se podía consentir. Un hombre loco ni domina, ni domestica, ni ama; en una palabra, en aquel escenario hubiera resultado un trasto totalmente inútil. Consciente de todo ello, con un conocimiento del hombre mucho mejor que el que el hombre pudiera tener de sí mismo, Dios decidió proporcionarle una compañera (obsérvese que se dice compañera, acabado en a, de femenino, no un compañero). Tomó rápidamente la decisión: el mundo debería continuar haciéndose, progresando, creciendo, es decir la creación continuaría creándose y se lograría así colaborando la pareja. Esto dice mucho a favor de Dios, proclama que es valiente y le gusta arriesgarse. Nadie se hubiera atrevido, después del fracaso de los ángeles, a dar poder y libertad, a permitir concentraciones masivas del personal, a autorizar que se tuviesen iniciativas personales, en fin, nadie sino Él es capaz de crear y respetar la libertad. Dios quería que alguien, que no fuese Él mismo, pero que se le pareciese mucho, que estuviese casi a su altura en estos menesteres, emprendiese un trabajo divino en este mundo. Quería compartir con el hombre y para lograr que el hombre supiese hacerlo, decidió que empezara compartiendo consigo mismo, por eso ateniéndose a un genial proyecto hizo aparecer en escena a Eva.

 

El hombre ya había sonreído desde el principio al ver salir el sol, pero, como no había inventado el espejo, no tenía ni la más remota idea de lo que era un rostro sonriente. Al ver a Eva sonrió y ella hizo lo mismo y entonces apareció en el mundo un saber que hasta entonces nadie había percibido, se conoció, se experimento y se logró la satisfacción de ver y compartir la sonrisa humana. Fue así como en lo mas íntimo del corazón de Adán brotó, floreció la felicidad, algo maravilloso, sorprendente, magnífico, inexplicable. En cuanto él la vio a ella, la abrazó y notó que ella también se le abrazaba y, derrochando alegría, constató que tenía en ella un espejo viviente. La observó con mirada profunda y vio el mismo deseo de crear que él sentía, de esta guisa marcharon triunfalmente cogidos del brazo por el jardín del Edén. Se habían trasformado en proyectos vivientes de fecundidad.

 

No miraron atrás, tampoco al Cielo, este fue su error, ni se fijaron en su Dios, aquí estuvo su falta, quisieron ignorar voluntariamente sus normas, su cariño, sus desvelos.

 

Uno supone que pensaron que podían ser un dios, y esto se les hizo irremediablemente atractivo, así que olvidaron las buenas y sorprendentes primeras experiencias, las cortas, pero magníficas vivencias iniciales, tenidas uno al lado del otro y quisieron, ellos dos solos, ser el centro de ellos mismos... lo que resultó de sus imprudentes afanes fue que se tiñeron, se mancharon, de pecado. Fue así, y entonces, como se descubrieron solos, desnudos, desprotegidos, desamparados, y conocieron algo que no había sido planificado, algo impensable en el proyecto de Dios, tuvieron miedo, algo horrible, espantoso, inaguantable. Buscaron, sin saber por qué lo hacían, un escondrijo, todo era atolondramiento indecisión, ¿dónde podían esconderse? ¿de qué, o de quién, sentían pánico? Sufrió el hombre la duda y el desconcierto. Sintió el tedio y notó que la mano que hasta entonces conducía, que estrechaba con deleite, estaba helada, y sus ojos lloraron, los de los dos, sin saber cómo. Y es que chorreaban derrota, quiebra, hundimiento total. Así, sin tenerlo previsto, sin querer hacerlo adrede, pero, eso sí, queriendo hacer su santa, o nada santa voluntad, siendo esclavos de un antojo, se encontraron en pecado. Y tenían sueño sin poder dormirse y temblaban de frío, quemándose por dentro. El mal había echado raíces en aquella primera y minúscula humanidad.

 

Salió a su encuentro Dios que les dijo:

 

-Me habéis querido dejar solo y hacer lo que a vosotros os diera la gana, no habéis querido compartir conmigo, queríais amaros, sin amar los dos a un tiempo y a un proyecto. Pues de ahora en adelante las cosas os irán de mal en peor. A ti, Adán, te tocará trabajar, has conocido el llanto y experimentarás también el sudor, el cansancio y al final la muerte. Y además tu, Eva, tendrás pánico a quedarte sola, irás detrás del hombre, que querrás sea "tu hombre"  pero que si te descuidas serás su esclava. Tendréis hijos, pero tú se los darás a él con fatiga y dolor.

 

Cuando paseabais tranquilos teníais a vuestro lado al diablo, un desperdicio, una pesadilla diría yo, que os incitaba. A partir de ahora con más empeño cumplirá con su desgraciado oficio de tentador, pero, no os desesperéis pues, si tenéis precaución, podréis alejarlo, dominarlo, libraros de él, aunque se pegue a vuestra vera. Te anuncio Eva, que un descendiente tuyo un día, logrará vencerlo. El diablo se retorcerá, se desgañitará gritando, tratará de meterle miedo y alejarlo de sí mismo, pero en una pelea será finalmente derrotado. Este descendiente tuyo será un hombre hecho y derecho, como era tu marido cuando yo lo creé, pero con aún más garbo, tendrá un don que no le vendrá por ser un descendiente tuyo, sino por mi buen y exclusivo obrar, tú no eres capaz de trasmitirle este poder, pero aún así, por ser de tu linaje, vencerá al enemigo y te salvará a ti y a los tuyos.

 

Marchad afuera, alejaos y no pretendáis volver a entrar en este Paraíso, no obstante el llanto de hoy es esperanza futura.

 

Y, pese a su desilusión, el primer hombre, Adán, y la primera mujer, Eva, se convirtieron en aquel momento en peregrinos de eternidad.

 

 

4.- INVOCACIÓN A EVA, MADRE NUESTRA.

 

¡Oh!, Eva, madre universal y esposa. Te contemplo asombrado al verte limpia, inmaculada y santa. Eras así en el primer momento de tu existencia, al salir de las manos generosas de Dios. Tú estás en el origen de todo lo bello, de lo maravilloso, de lo admirable, de todo lo que está vivo.

 

¡Oh!,Eva, te contemplo al lado de tu marido, oigo las palabras bonitas que te dice y observo tus mejillas sonrosadas por la emoción. En ti descubro la timidez ingenua de la chiquilla inquieta, tú conservas el primer beso de un hombre enamorado, el primer abrazo, la primera caricia, el primer deseo, el primer placer, el primer estimulo para que tenga coraje en las dificultades.

 

¡Oh! Eva, te contemplo vacilante mientras eres tentada, buscando la satisfacción de tu vanidad, cosa que consideras justa. Débil como eres, lo quieres todo para ti y los tuyos, sin respetar nada, caiga quien caiga. Tú estás en el origen de todas mis dudas, mis vacilaciones, mis inquietudes, mis deseos dominantes, en una palabra: tú eres el origen de mi orgullo, el origen de mi pecado, al que he añadido el mío por iniciativa propia.

 

¡Oh! Eva, te contemplo llorosa, derrotada, indignada contra ti misma y contra quien te ha tentado. Te contemplo también arrepentida, veo en ti el origen de todos mis errores, de mis sufrimientos, de mis humillaciones, de mis llantos.

 

Pero tú, nuestra madre Eva, a quien miro sin ira, eres el origen de toda conversión. En el Paraíso nos enseñas que el hombre no debe desesperarse nunca, aunque haya obrado el mal, que Dios ha metido en ti un germen de salvación que nos alcanza a todos. Al tener hijos, veo en cada uno de ellos una semilla de esperanza eterna. Y que conste que yo me considero uno de los tuyos.

 

¡Oh! Eva, tu imagen quedará en mi interior como la de una tentación y un atractivo, pecado y gracia, pena y felicidad. Eres, por todo ello, testimonio del misterio humano, enigma espiritual, expresión perenne y profunda de lo mas íntimo y recóndito del ser.

 

¡Oh! Eva tú vivías tranquila en el Paraíso, pero hubiste de abandonarlo y con tu compañero, escarbar la tierra y que vuestro sudor la regase y fecundase. Tú que habías dado vida, experimentaste el dolor de ver que uno de tus hijos, el querido Abel, experimentara la muerte, víctima de su hermano, al que tu también habías engendrado. Tú que fuiste la primera en amar a un hombre, viste el odio en el corazón de otro hombre, Caín, tu hijo.

 

¡Oh! Eva, hasta ahora te veía como la introductora del pecado en el mundo. Eras para mí la causa de toda nuestra desgracia. Hoy me doy cuenta de que solo eres la inauguradora del mal que yo he continuado y aumentado con creces, durante toda mi vida. Tu dolor, tu arrepentimiento, es un testimonio ejemplar y un estímulo para mi.

 

¡Oh! Eva, el polvo que arrastra el viento tal vez es el polvo de tus vestidos, el de tus cabellos o el de tus huesos. Cuando yo lo sienta por los caminos cotidianos de la vida, marcharé decidido, estimulado por tu recuerdo. Y así entonces también yo seré peregrino de eternidad.

 

 

5.- ORACIÓN A DIOS AL CONTEMPLAR A EVA

 

Señor Dios, que te alegras al ver el resultado final de la creación en la Eva que tu has sacado del interior de Adán y que al darte Tú cuenta de su pecado no la has destruido, sino que has introducido en ella la semilla de tu Hijo Jesús.

 

Enséñanos a no desmoralizarnos nunca, a vivir esperanzados, a aceptar en paz tanto lo que nos pica como lo que nos estimula, lo que nos hiere y lo que nos mata.

 

No abandones, Señor, la creación que a partir de Eva dejaste continuar, para que fuera creciendo en manos de los hombres. Haz que se conserve y que mejore, como fruto del ingenio humano, de su tenaz voluntad, de la bondad que existe, aunque a veces no se vea, entre tantos hombres. Ayúdanos a respetar esta creación y a perpetuarla. Que nunca alguien sea capaz de hacer y utilizar algo, capaz de destruirla.

 

Que llegue un día, que en memoria de Eva, por la salvación de tu Hijo, que también es hijo de ella, toda la creación reconciliada, se encuentre al fin de los siglos y junto a ti, Señor de los espacios y del tiempo, pero Señor por encima de todo de la salvación, y cante un himno de júbilo, satisfacción y amor por los siglos infinitos y eternos. Amén.