Caminatas de Navidad

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: En torno a Adviento y Navidad

 

 

Se han puesto de moda las caminatas. Por si el lector no tiene conocimiento de lo que me refiero le diré que se trata de una iniciativa ciudadana por la que alguien piensa un itinerario atractivo e invita a seguirlo. Se le propone que lo haga en compañía de amigos, familiares o de cualquier persona que encuentre en el lugar de la inscripción,  para mayor satisfacción suya.

 

En el terreno espiritual, en el imaginativo también, la singularidad de cada uno desvela su libertad interior y siempre la caminata, por mucho que se detalle, deviene original. Sé que pese a redactar unos idearios, cada uno, al hacérselos suyos, vivirá con gozo su propia aventura interior.

 

Afortunadamente se multiplican los viajes y peregrinaciones a Tierra Santa y se multiplican también los relatos, yo mismo soy autor de uno de ellos, (*) de manera que, para no caer en repeticiones, sugeriré un paisaje espiritual muy genérico, fruto de la audición de piezas musicales, lo específico serán unos relatos breves. Espero que ambas cosas juntas resultarán útiles para la vivencia espiritual. Pienso que, de practicarse esta plegaria en grupo, por todo escenario se ponga en el suelo un gran mapa del Israel bíblico y que se señalen los itinerarios mediante lamparitas que se vayan encendiendo a medida que se progresa en la oración. Puede realizarse una sencilla revisión, revisión o intercambio entre los asistentes. Para esto último ofreceré, al final de cada caminata, unas preguntas que puedan facilitarlo. 

 

 

1.- CAMINATA DE LOS HERALDOS DE LA IMPERIAL CIUDAD DE ROMA PROCLAMANDO UN CENSO EN TODO EL TERRITORIO. 

 

 

PAISAJE:

Overtura de Tannhäuser, de Wagner, toda ella repleta e ampulosidad pero con pequeñas insinuaciones, fugaces pero incisivas.

 

 

RECORRIDO:

Lo proclaman con solemnidad: en todo el Imperio, de un tiempo a esta parte, y durante un largo intervalo, ha habido paz. Ha sido tan largo que los viejos del lugar no recuerdan otro igual. Y la paz por estos pagos no es habitual. Si los heraldos lo afirman debe ser cierto. Según explican, en la misma Roma levantan un monumento a esta tan duradera calma, “ara pacis” se llamará.

 

A uno le extraña tanta prosopopeya, la amistad, el amor y la paz son prendas “pret a porter”, exactamente hechas a medida de los hombres, pero a lo mejor les resulta a estos heraldos difícil saber donde se encuentran. En todo caso, lo que debería resultar extravagante, cursi y repelente, propio de otras culturas, de la cultura del maligno, es el odio, la guerra.

 

Pero esta gente, los enviados de Roma, no proponen consideraciones antropológicas, vienen con proyectos concretos, buenos para la competente autoridad, incómodos sin duda para el pueblo. El vulgo no quiere cambios, desea que le dejen tranquilo en su casa. Los únicos cambios que le gustan son los climáticos: que llueva un día, que luzca el sol otro y que entre tanto las plantas puedan crecer y dar fruto, y los animales triscar a sus anchas, engordar y multiplicarse.

 

Los heraldos imperiales no se inmutan, continúan repitiendo su discurso con total indiferencia en todos los sitios. Se ha determinado hacer un censo, es una cosa que la autoridad manda ineludiblemente, aunque a los habitantes les cueste creerlo y aceptarlo (según dicen las crónicas a Dios tampoco le gustan los censos. El rey David recibió un duro castigo por decretar uno y se trataba, no se olvide, del glorioso y mimado rey David *). Hay que obedecer, no toca otro remedio y los que lo proclaman, a su vez les pasa lo mismo, a fin de cuentas son unos mandados. Van de un pueblo a otro, diciendo siempre lo mismo, monótonamente, aburridamente. A ellos les importa un pito que lo que están anunciando moleste a la gente. Es una orden y hay que cumplirla. Les pagan por hacerlo y santas pascuas.

 

Cumpliendo órdenes rutinariamente, están proyectando y cumpliendo esignios anunciados hace siglos. Sin saberlo ni quererlo, preparan el cumplimiento de antiguas profecías.

 

 

REVISIÓN DE RUTA

¿Estoy atento a lo que a mi alrededor se anuncia? ¿Analizo lo que dicen los periódicos, las emisoras de radio o la televisión? ¿Soy consciente de que pueden contener ocultamente, designios de Dios? ¿Leo, escucho o veo, con espíritu crítico? ¿Ma doy cuenta de que una cosa que me puede resultar molesta tal vez trasporte en su interior un programa divino? 

 

 

2.- CAMINATA DE JOSÉ Y MARÍA DE NAZARET A BELÉN   

 

PAISAJE. Como ocurre con frecuencia, y aquí no podía ser una excepción, se escuchará el famoso adagio de Abinioni

 

 

 

RECORRIDO

Del norte de Israel, de Nazaret, en la alta Galilea, salen él y ella. De poco más de doce años la chica, no tendrá todavía los veinte el joven. Van con el inseparable asno. No se trata de una pareja que salgan juntos, como ahora se dice, no. Son un chico y una chica que van juntos, hoy hacia Belén, mañana tal vez a otro lugar. Eso sí, van por el mundo amándose.  (Los que salen juntos porque les gusta, porque se gustan, el día menos pensado se separan porque no les gusta o  porque no se gustan. Se trata de gente que no quieren ir hacia un lugar determinado, no han oído que les están llamando a los dos, para que lleguen juntos. A los tales no se les puede llamar enamorados, como máximo pueden recibir el nombre de salidores, de aquí que normalmente lo abandonen; el salir y el salir juntos.)  A esta pareja no les va a pasar esto. Los dos son fieles, fieles el uno al otro, fieles cada uno a Dios, fieles juntos a Dios, que da sentido a cada uno y que da sentido a su unión y a su caminata.

 

La fidelidad les lleva a Belén. No hay que olvidar, y es un detalle muy importante, que la chica está muy embarazada, léase que está a punto de dar a luz.

 

Envueltos ambos en proyectos divinos, nunca tan bien diseñados y con el detenimiento con que han sido diseñados estos, y aunque la mayor parte de los habitantes de la tierra les ignore, y aunque sus vecinos y familiares no estén enterados, ellos ilusionados van hacia Belén y con ello preparan un gran acontecimiento.

 

En el Cielo todos los contemplan atentamente.

 

 

REVISIÓN DE RUTA

¿Cómo marcho yo? ¿Cómo voy con los amigos,  con cualquiera que va junto a mí por los senderos de la vida? ¿Me entretengo con ellos, les doy generoso mí tiempo, su compañía me compromete, trato siempre de descubrir hacia donde quiere Dios que vaya con ellos? ¿Trato de descubrir que quiere Dios que hagamos juntos? 

 

 

3.- CAMINATA DE CIUDADANOS ROMANOS Y DE MUCHOS VECINOS QUE AUN SIN TENER LA CATEGORÍA DE CIUDADANOS, VAN HACIA BELÉN 

 

PAISAJE. Coro de peregrinos de Lohengrin, que se me perdone el volver al mismo autor. Sépase que no siento por Wagner, ni por sus teorías estéticas ninguna simpatía.

 

RECORRIDO

Charlando van diciendo: Debemos ir a Belén, no nos toca otro remedio. Fue por casualidad  que allí nació el rey David. Es curioso que un pastor, Jesé, que iba a engendrar tanta prole, se estableciera en lo que era un triste villorrio. Ahora sus descendientes, que somos multitud nos toca ir a censarnos precisamente a este lugar que a nadie nos interesa. Pero los romanos mandan o, más que mandan dominan. Si no fuera así se hubieran dado cuenta de que lo más sencillo hubiera sido que quienes se desplazasen fuesen los funcionarios romanos. El pueblo hubiera podido continuar en sus tareas, quien en el campo, escarbando el terruño, quien con sus rebaños entre riscos y navas. Los pastores lo hacen así, cuentan y recuentan, miran, estudian y separan las cabezas que apacientan. Y si los romanos no querían complicarse la vida podían convocarnos a la salida de la sinagoga o plantar su oficina al lado de la mesa de los recaudadores de impuestos, hubiera sido más sencillo. Pero no, a Belén. Y aunque de la misma parentela ya nadie se conoce ahora ¿De qué nos aprovechan los parientes?

 

 Pero hay que ir a Belén y deprisa y volver pronto, que allí no se nos ha perdido nada, que nadie nos pagará los gastos. En ningún sitio se está tan bien como en casa. Estos romanos no tienen casa, habitan en guarniciones y sólo saben hablar de su ciudad, la gran Roma, más les valiera ponerla a salar y guardársela en conserva dejándonos vivir tranquilamente..

 

 

REVISIÓN DE RUTA

¿Estamos tan apegados a la monotonía cotidiana, a nuestra tranquilidad, que la hemos convertido en nuestra seguridad? ¿si no es nuestra costumbre, algo propio de nosotros mismos, menospreciamos lo imprevisto, lo desconocido. ¿por qué nos molesta? ¿Por qué no aceptamos que tal vez los cambios estén llenos de riquezas, de bienes desconocidos? ¿Olvidamos que el compañero, el forastero, el extranjero, pueden ser Jesús? 

 

 

4.- CAMINATA DE ALGUNOS PASTORES, NO TODOS, QUE VAN DESDE BEIT-SAHUR A BELÉN, PASADA YA LA MEDIANOCHE.  

 

 

PAISAJE

El segundo movimiento de la quinta sinfonía de Beethoven, la fuerza de la música y la ampulosidad resultan un buen envoltorio para imaginar la euforia ilusionada de los pastores.

 

 

RECORRIDO

A unos beduinos de la cercanía de esta villa que los antiguos dedicaron al dios Lejem , les han dado una noticia, les han traído una invitación, les han propuesto un plan, les han dado unas indicaciones. Inexplicablemente, una gente tan ruda y testaruda como los pastores, han dicho que sí. Y como primera paga, más que paga obsequio, regalo para los oídos, se les ha ofrecido un concierto: un coro canta una melodía que nunca se había escuchado, un coro de ángeles proclama un villancico antes de que este género musical se conociera, es el primer concierto de Navidad que en la tierra se ha escuchado y con seguridad que ninguno de tantos otros que más tarde se han ofrecido ha sonado tan bien. Nunca los cantores afinaron tanto, nunca las entradas fueron tan al unísono, nunca la melodía satisfará tanto al oído, nunca una letra de canción descubrirá un secreto por tantos siglos tan bien guardado. Se les dice que en la tierra habrá paz para los hombres que ama el Señor, se les descubre que el Señor aquella noche recibe un gran homenaje. Y de todo esto sólo ellos se enteran, hay que advertir que el concierto se les ha ofrecido a ellos solos y de aquí que están tan desconcertados como satisfechos.

 

La Sagrada Familia, sí así hay que llamar a esta simpática parejita y su chiquitín, no escucha música, está en silencio, que es casi lo mismo. Mejor dicho el tal silencio es el concierto de lo eterno que se mete armoniosamente en lo mas interior de los santos. Música y silencio son buenos amigos, ella es sonido escogido y amaestrado, él armonía  absoluta de la luz. (pastores y Sagrada Familia comparten el mismo júbilo celestial, a cada uno de los comensales se les sirve lo mismo en diferente plato, es un hartón de alegría)..

 

Los pastores, saben donde deben ir, no paran, se mueven nerviosos, repletos de emoción, por fin encuentran al Niño reclinado entre pajas como se lo habían dicho, y lo adoran, sin saber bien qué es adorar, y le presentan sus regalos. De obsequiar saben ellos algo, pero no mucho. No han consultado documentos, ni han calculado situaciones, ni brillos de estrellas, únicamente han sabido vencer la pereza y el egoísmo, cosa que tiene un gran valor a los ojos de Dios, mayor que todos los saberes científicos que los hombres puedan tener.

 

Al marchar no quieren quedarse el gozo para ellos solos, hablan y no paran de lo mismo a los demás. Algunos les hacen caso, suerte que tienen, suerte que nos alcanza a nosotros a quienes por su mediación nos ha llegado la noticia.

 

 

REVISIÓN DE RUTA

¿Quiero verlo todo claro antes de tomar una decisión? ¿Estoy envuelto de pereza que me ofusca la mente o me he hecho viejo de espíritu perdiendo toda inquietud por lo desconocido? O ¿es que quiero que todo me lo sirvan hecho, sin ofrecer nada de mí parte? 

 

 

5.- CAMINATA DE JOSÉ Y MARÍA CON EL NIÑO, DE BELÉN AL TEMPLO. DISTANCIA DE NO MÁS DE  DIEZ KILÓMETROS.

 

 

PAISAJE:

 Cualquier interpretación del salmo 122 (v 121) a mí la que más me complace es la de Gelineau.

 

RECORRIDO

La ruta es simple, a mano izquierda del camino, según se  sale, se pasa junto al sepulcro de Raquel, a la que los del  lugar dicen que todavía oyen llorar en las noches tristes del invierno, por no haber podido estrechar entre sus brazos a su recién nacido hijo Benjamín. Jerusalén está cerca pero hay que atravesar la ciudad de cabo a rabo hasta llegar a la explanada del Templo. Es sencillo lo que allí les toca hacer: ofrecer un par de tórtolas o de pichones, lo primero que encuentren, después vivir interiormente el significado de aquella ofrenda ¿Qué es esto para ellos que desde siempre han estado ofreciendo a Dios todo lo que son y tienen? La emoción que sienten no es por lo que dan, es por lo que poseen: esta hermosa criatura que han traído para ofrecer. Si habita en este inmenso y privilegiado lugar el invisible y espiritual Dios de Israel es porque un día, este día, vendrá aquí su Hijo. Vendrá presentado por su Madre, volverá otras veces, purificará el lugar, antes de que se extinga definitivamente su magnificencia. Ellos no saben nada de todo esto, simplemente están en el lugar satisfechos y agradecidos.

 

Querían marchar enseguida, inmediatamente después de haber concluido el rito pero alguien los ha parado y retenido. No se puede despreciar a nadie, no se puede ignorar a quien quiere decirte algo que crea importante aunque a uno le parezca que quien pretende hacerlo ya chochea. Escuchan atentos y sin esperarlo oyen palabras tremendas que no alcanzan a entender del todo.

 

 

REVISIÓN DE RUTA

¿Programo mí vida y soy fiel a lo que me propongo o vivo obrando al tuntún? Aún así ¿doy oportunidad a lo imprevisto que puede ser tan importante, o más, que lo que yo tenía previsto? ¿Pienso que un viejo o una vieja, aun achacosos pueden decirme cosas importantes de parte de Dios? 

 

 

6.- CAMINATA DEL VIEJO SIMEÓN, A TRANCAS Y BARRANCAS, DESDE SU CASA AL TEMPLO. 

 

 

PAISAJE:

Tercer concierto para flauta y orquesta "il gardelino" de Vivaldi. La melodía de la flauta, libre y juguetona, refleja muy bien el estado de ánimo de Simeón, un vejete fiel a Dios y hombre libre como el que más.

 

RECORRIDO:

Sube aquel buen hombre monótonamente, resoplando, Dios mío ¿Por qué los templos siempre han de estar en las alturas?. Llega a la entrada, penetra en aquella inmensa explanada que conoce al dedillo pese a su extensión. Hace años que se pasea como el que no quiere la cosa, fijándose detalladamente en la gente con un cierto disimulo. No es un guardián, esto es propio de los de la tribu de Leví, pero le interesan mucho las personas. Mejor dicho, le interesa encontrar a una persona que cada día busca y nunca encuentra. No sabe exactamente que pretende con estas pesquisas, sabe que no le va a dar trabajo ni dinero, que no le restituirá la juventud que hace mucho tiempo se alejo de él, pero que le interesa mucho encontrar a este hombre que será el que todos esperan desde antiguo.

 

Simeón, que así se llama, es un jubilado de todo lo habido y por haber, del trabajo, de la familia, de las aficiones. Nadie lo licenció de la fe y de la ilusión, ambas virtudes están en él muy vivas. Su piel está cada día más apergaminada, sus rodillas chirrían y su vista se nubla, pero su espíritu rejuvenece, de aquí que parezca que su personalidad pierda el equilibrio. No se cansa de recibir diariamente al sol sorprendido, él que ha visto tantos amaneceres.

 

Está seguro, no pierde la esperanza, el Señor, el Dios de sus padres, Adonai, bendito sea su nombre, le tiene reservado un secreto antes de morir, no se lo ha desvelado del todo, no sabe exactamente que es lo que va a poder ver, pero le han dicho que se morirá de ilusión, de poder morir con ilusión.

 

Nunca se ha olvidado de subir, desde que oyó aquella extraña voz, no fuera el caso de que el Señor quisiera encargarle una misión y él aquel día no hubiera acudido a la cita. Hoy al  ha tenido la sensación de que era una mañana diferente y luego al divisar a lo lejos a aquella mujercita con su hijo, al lado del que debería ser su esposo, se ha dado cuenta de que no sólo la jornada sino su vida entera iba a ser diferente a partir de aquel momento. La joven, casi una chiquilla, que llevaba en sus brazos a su hijito no tenía parangón. Al estar cerca y cruzarse sus miradas, la emoción le ha embargado totalmente.

 

Sí, aquel era el momento esperado, aquel era su día, aquel niñito la sorpresa. ¡Que suerte estar al quite! ¡que desgracia tan grande hubiera sido no encontrarlo!

 

Con el niño en sus brazos recita la oración de la noche, aunque el sol no hubiera llegado siquiera al cenit. No era oración de sacerdotes, no, la plegaría que él recitaba se la estaban inspirando en aquel momento desde lo Alto. Nosotros la hemos aprendido y también la pronunciamos. Este simpático vejete nos enseñó a rezar antes de acostarnos, nos enseñó a envejecer contentos, a esperar la muerte satisfechos de lo mucho que Dios ha hecho en nosotros y continuará para nosotros.

 

Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz...

 

Dicen que al volver del Templo se murió, acabó como un pajarito, al decir de la gente, sin molestar. Se extinguió sonriendo, todavía repitiendo la misma canción que había dicho cuando tuvo al Niño en sus brazos.

 

 

REVISIÓN DE RUTA

¿Pienso con frecuencia que Dios confía en mí, se fía de mí, para que se cumpla algo determinado de antemano? O voy envejeciendo lentamente, aprovechando carnés de tercera edad, ventajas y rebajas que proporciona el mundo  a los que están ya cansados de vivir? ¿Creo que esta actitud pasiva es la más oportuna, dada la madurez de mí existencia? ¿Por qué no imagino que tal vez Dios me reserva un gran proyecto para el final de mi vida?