El perro amaestrado

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

     Entraron el Maestro y sus amigos en una casa en la que tenían un perrito muy simpático. Al Maestro le gustaban mucho todos los animales y disfrutó  jugando con aquel cachorro. Observaba que el animal no ponía nunca las patas en el sofá, ni arañaba los visillos, ni lamía las flores. Cuando lo comentó recibió enseguida esta explicación del propietario:

      - Este perro, desde el primer día, sabe que no puede hacer estas cosas. Como tampoco puede ensuciarse dentro de la casa, pues ha de esperar a hacerlo cuando lo sacamos a pasear...

      Le preguntaron cómo lo había conseguido y él dijo, orgulloso:

      Es cuestión de tiempo y de no admitir ningún fallo. Si lo haces desde el primer día, el perro aprende lo que puede y lo que no puede hacer.

      Al salir de la casa el Señor les decía: Ya lo veis, amaestrar un perro es cuestión de horas, por eso el animal sabe lo que puede y lo que no puede hacer. En cambio, los hijos... Lo habéis visto: escriben con una letra horrorosa, solo saben leer los nombres de las marcas de bebidas famosas o de pantalones tejanos. Entran y salen de casa cuando les da la gana. La cama la ha de hacer siempre su madre, y lavar los platos también. El animal tiene una norma, ha sido cuestión de horas, le ha costado mucho al amo hacérsela entender; ¿cuantas horas ha dedicado a la educación de sus hijos? Con el perro, la pintura del coche y el césped del jardín, ¿no ha empleado más horas que con sus hijos? Acordaos de lo que nos ha dicho, enfadado, cuando comentaba el desorden de la casa: "En los colegios de ahora no les enseñan nada de nada", y se ha quedado tan tranquilo, como si él hubiera recibido el encargo de amaestrar el perro, pero no de educar a sus hijos.