El piano y el arpa

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

       Entraron en el escenario de un auditorio musical; era un rato de descanso y los instrumentos, uno por uno, descansaban delicadamente colocados  junto al lugar donde poco antes se habían colocado los músicos. En un lugar prominente, orgulloso él, destacaba el piano.

      Aunque iba mirando los instrumentos y comentando las características de los que les eran más conocidos, o más apreciados, el Señor pasó de largo junto al piano, ni tan solo  dio un vistazo al que pomposamente  llaman rey de los instrumentos. Uno del grupo se atrevió a indicárselo. El Señor tenía miedo de herir la sensibilidad de alguno y suavemente dijo:

      - Reconozco la riqueza musical de este instrumento, no quiero discutir en este terreno, ya que cuando lo oigo me gusta me gusta su sonido; pero cuando lo miro, me da un poco de lástima... tengo la impresión de que hay encerrada, aprisionada dentro, toda una orquesta. En cambio el arpa, con toda sus cuerdas al aire, es un instrumento juguetón y libre.

      El piano me hace pensar en aquellos hombres religiosos pero inseguros, llenos de temor, buscadores incansables de seguros de vida eterna, encerrados en si mismos y calculadores. Son los que vulgarmente llamamos beatos o, en otros lugares, carcas.

      Me gusta mucho más el creyente libre, arriesgado, que cuando trabaja lo hace alegremente, sabiendo que el acierto se funda más en un corazón puro y bien templado que en calculadas acciones, en milimétricas iniciativas, en miserables generosidades.

      Sed alegres y sonoros como el arpa; mi Padre, a vuestro lado, dará resonancia eterna a vuestra música. Casi nadie le verá, a Él. Vosotros, si en vuestra libertad sois humildes, descubriréis que, como el arpa, también a vuestra vera hay una caja de resonancia que da el tono cálido, el relieve rico, la continuidad, a la melodía. Si, a mi Padre le gusta dar la iniciativa a los que quiere; qué maravilloso es el amor de mi Padre con la libertad de los hombres.