El mozo de estoques

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

       Uno del grupo le dijo un día que quería dedicarse a ayudar a la juventud, que sentía hacía tiempo una inclinación interior, pero que, por otra parte, tenía miedo. Veía a los chicos que eran "pasotas" y, a la vez, estaban desamparados; quería y no quería, sentía ilusión pero temía acabar decepcionado.

      - Mira, hombre- le respondió-, tú has de hacer como el mozo de estoques de los toros. ¿No has visto como siempre da al maestro lo que necesita? ¿No has observado que cuando llega el momento de matar, el mozo le da los trastos, sonríe, le dice palabras de aliento y nada más?

      A los jóvenes hay que darles criterios, procurar crear buenos hábitos, darles convicciones personales; todo en el momento oportuno, pero proyectado hacia el futuro. Deben darse cuenta de que hay que tener conocimientos, pero que sirven de muy poca cosa si no hay un dominio interior, una disciplina de vida, una agilidad, para no dejarse atrapar por el adversario. ¿No es así que no  imaginas un torero, conocedor de los animales y de las calidades del acero, que padezca reuma o que salga a la plaza con unas piernas enclenques?

      Dales armas para la vida, pero no pretendas ejercer control. Tú ya no eres joven, mira la carrera de su vida desde una cierta distancia, reza si conviene. Si has educado para la libertad, sé consecuente y respeta tú esta misma libertad.

      Otra vez el tema de las corridas; pero si al Maestro no le gustaba la tortura de los animales! ¡Si no había ido nunca a una plaza de toros! Pero claro, el ejemplo era ilustrativo; todos conocían el momento de la entrega de la espada a través de la TV, en programas que de vez en cuando les había tocado tragarse. Y de nuevo, admiraban al Señor, que sabía sacar enseñanzas provechosas incluso de los momentos aburridos.