Juventud espiritual

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

Un día, les decía el Señor:

      - Sed jóvenes como vuestro Padre celestial es eternamente joven.

      Fue entonces cuando un adulto serio se le acercó y le dijo con sorna:

      -¿Y cómo se sabe que uno es joven? ¿Hay que mirarle los dientes, como se hace con los caballos? ¿Tiene dientes el alma?

      Y se reía a mandíbula batiente. El Maestro prosiguió:

      - No os daré soluciones; no os enseñaré a calcular la edad espiritual. Os daré indicios, os explicaré situaciones y seréis vosotros los que lo aplicaréis a vuestra realidad.

      Si un día te levantas y está todo nevado, el paisaje es blanco totalmente, y sonríes y añoras cuando eras un chiquillo, cuando con tus compañeros luchabais con bolas de nieve, o hacíais un muñeco con una escoba bajo el brazo, una bufanda al cuello y un viejo sombrero en la cabeza, y te acuerdas de que aquellos días no ibas a la escuela... Si evocando todo esto no sientes amargura dentro de ti, si observas a los chicos que corren, resbalan y caen, y sonríes sin pensar que pueden hacerse daño... Si piensas que la nieve es riqueza para los campos y buenas reservas de agua en las montañas... Si crees que tendrás que poner cadenas en tu coche, pero así tu viaje será una pequeña aventura... Si al ver la nieve, te pones contento... eres joven, no lo dudes.

      Pero si nevando un día te preocupas por las cosas que faltan en tu despensa, por la pierna que se fracturó tu amigo un día, por el barro que habrá en la calle al cabo de unos cuantos días... no lo dudes, eres un viejo decrépito.

      Si al ver la nieve por la ventana, mandas en seguida que abran un ancho camino a tu puerta para que ni las suelas de los zapatos la toquen; si para ti no hay nunca copos de nieve grandes, o nieve menuda; si ignoras que pisar nieve virgen es uno de los pocos placeres que el hombre actual puede compartir con el hombre primitivo; si dices que debe de hacer mucho frío y ni tan solo abres una rendija de la ventana para tocarla... ¡ay de ti...! es que tu espíritu esta lleno de arrugas, que ningún cosmético podrá devolverle la suavidad de la juventud.

      Si te traen un ramo de flores, que de tan grande que es, no pasa por la puerta, y todavía no lo has abierto y ya estás tratando de adivinar con alegría quién te lo debe haber regalado, es que todavía tienes una criatura a flor de piel. Pero si, cuando abres, lo primero que piensas es que el ramo es demasiado grande y que no sabrás donde ponerlo; si enseguida empiezas a calcular la cantidad de bolsas de basura que se necesitaran para tirarlo cuando se haya vuelto mustio, es que tus articulaciones espirituales padecen grave artrosis.

      Si al llegar la primavera y ver las flores, piensas en tu alergia; si al ver los pájaros los asustas para que no hagan el nido en tu casa y ensucien la terraza, puedes estar seguro de que sufres insuficiencia cardio-espiritual aguda.

      Si eres un hombre mayor y pasa a tu vera una chiquilla alegre que rebosa vitalidad por todo su cuerpo, con unos ojos inmensos que invaden totalmente su cara; si al verla la contemplas satisfecho, sin ninguna envidia, sin añorar un vigor que ya no posees, si piensas que se parece a tu nieta o a la que podría haber sido tu nieta, aunque tus huesos crujan, puedes estar seguro de que eres joven de espíritu.

      Los jóvenes cruzan la calle por cualquier sitio, y los mayores agradecen un vado para subir a la acera. Asímismo, quien busca siempre soluciones fáciles y no le gustan las sorpresas, quien lo tiene todo asegurado y dice que no tiene edad para sobresaltos, mientras piensa dentro de sí que todo le da lo mismo, y no está dispuesto a las carreras, ni aunque sea una organizada para caracoles, entonces este, es más viejo que una momia.

      Si llamas por teléfono a una casa y en seguida una voz infantil te pregunta quién eres, y se pone a charlar sin escucharte,en aquella casa hay juventud, no lo dudes ni un instante. Pero si va sonando el timbre y después de un buen rato se oye una voz grave, cansina y condescendiente que pregunta, como si se tratara de un tiro de trabuco ¿quién llama?, con todo seguridad en aquella casa están cansados de vivir, hace tiempo que su electroencefalograma anímico es totalmente plano. ¡Es tan elocuente la manera de descolgar el teléfono y decir las primeras palabras...!

      Es viejo quien con frecuencia dice: "Toda la vida lo hemos hecho así". Y es joven el que está de acuerdo con aquel (1) que afirmó: "el día que muera será el día que acabaré de nacer"

      Es viejo quien renuncia a la aventura, es joven aquel que, reconociendo que no tiene edad para practicar toda clase de deportes, busca otros terrenos donde todavía le es posible la aventura espiritual, como la educación, la colaboración con las ONG, etc. Tal como hace el piloto de rally, quien al llegar a edad avanzada, se convierte en comisario de carreras, o el escalador que se adentra en las simas y guía a otros altruisticamente, disfrutando de la espeleología científica.

      Es viejo aquel que no acepta ningún cambio, o que dice que todo ha cambiado y que él  ya no sirve para nada, que ya no le toca más que vivir esperando pacíficamente la muerte. Es joven quien se levanta y escucha las noticias, y compra el periódico para saber cuál es la novedad, el cambio propio de aquel día.

      No os quiero cansar más. Ya lo veis, en la vida sencilla de cada persona podemos notar fácilmente si se es joven o se es viejo de espíritu. Vosotros mismos, si sois jóvenes, descubriréis la manera de adivinarlo.

      Vuelvo a deciros lo del principio: sed jóvenes como mi Padre celestial es eternamente joven.

(1)Benjamín Franklin