La estrella fugaz

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

 Quiso una estrella ser libre. Deseó, suspiró y decidió serlo del todo y una mañana se escurrió hacía los más amplios espacios cósmicos, a vivir la mayor aventura que uno pudiera imaginar. En un momento determinado de su peregrinar decidió acercarse a la Tierra, fisgonear por entre la atmósfera con la ingenua intención de ser descubierta por los hombres y gozar, vanidosa, de su admiración. Apareció un momento, se convirtió  en una espectacular estrella fugaz y al instante se volatilizó sin que nada ni nadie sacara algún provecho de ella, gozara de alguna satisfacción.

Querer ser un pequeño punto solitario es falsa humildad. Dependéis los unos de los otros , yo os escogí, no os abandonaré nunca. Quiero estar a vuestra vera tal como seáis y os comportéis, mientras no me deis la espalda.

La propia idiosincrasia no es por sí misma independiente, va a remolque de los hombres que os  rodean. Aprecio el instrumento solista, pero no os olvidéis del conjunto de la orquesta. Sed guitarras del concierto de Aranjuez de Rodrigo o flautas de “il Gardelino” de Vivaldi, pero nunca extemporáneos, fuera de tono.

Esto lo dijo el Señor una mañana al levantarse y comprobar que ya se había ido un chico muy majo, seguro de sí mismo, indómito, decidido y con muchas más cualidades, pero al que le faltaba una que es esencial: estar en comunión con los hombres, fuese la que fuese la unión, el lugar o el grupo con el que se encontrase.