Sonidos exóticos

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

Como cada año, la TV transmitía desde Viena su tradicional concierto. La música no era novedad, ya se sabe, el estilo peculiar de la familia Strauss dominaba el programa. En cada edición había algo original: unas castañuelas, un toque  de timbal en un determinado momento, un tiro seco de escopeta, o el sonido de un reclamo pajaril en una música propia de cacería. Eran simples anécdotas, pero tenían gracia y daban relieve a la pieza musical, sonando en el momento oportuno y en aquel magnifico escenario.

Comentaban todo esto los discípulos cuando el Maestro dijo:

- Si sonasen aislados estos objetos ¿de qué servirían? ¿Quién se atrevería a decir que el estampido de un trabuco es bonito? Pero el compositor que ama la fina música de cuerda, o el brillo agudo del metal, o la profundidad de la madera, no quiso excluir de efectos sencillos de otras cosas y los incorporó con gracia en la gran orquesta.

Vosotros debéis aprender a amar e incorporar a vuestros proyectos a aquellos que se han venido a llamar los “marginados” si queréis que vuestro trabajo tenga total eficacia. Tal vez sea un instante, quizá una ayuda momentánea, pero no os olvidéis de ellos. Un marginado sólo es como el ruido de una madera que golpea a otra sin ton ni son, pero ya habéis oído cómo sonaban introducidas en una suave melodía dos trozos de madera, me estoy refiriendo a las castañuelas... Hay marginados apartados por la sociedad porque no tenían dinero o les faltaba cultura, hay otros que sus cualidades excepcionales y su singularidad o su ingenio peculiar son como un hueso dislocado. La riqueza personal de estas personas se puede perder ya que su manera de ser resulta incómoda a los que se sienten instalados confortablemente en la sociedad. Aquellos que dicen que se preocupan por los demás reservándose con empeño un lugar principal temerosos de que los demás les arrebaten los méritos adquiridos o heredados.

No tengáis miedo. Arriesgaos y agregad a vuestros proyectos a toda persona generosa que tenga alguna cosa enriquecedora. Si son gente que no cree en mí ni en mi Padre, todavía pondréis  poner mayor empeño en solicitar su colaboración. Ofreced todo el bien que os hagan, hacedme llegar su altruismo mediante vuestra oración. Así también seréis buenos vosotros y mi Padre se acordará todavía más de ellos.