La hierbabuena

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

Preguntaron a una buena mujer, que solía aderezar sus guisos con fina hierbabuena, dónde tenía su plantación.

- Estamos en invierno -contestó- solo quedan las raíces. Ya brotará en primavera. Ahora no la encontraréis en la ensalada, pero sí la podréis notar en el guisado, pues la guardo seca.

El Señor miraba fijamente el rincón del huerto que había indicado la mujer, después les dijo:

- Me gustaría que aprendieseis de esta planta. En situaciones adversas es absurdo luchar, lo mismo que sería grave equivocación escarbar en el suelo para que los brotecillos crecieran en invierno. Hay que guardar lo que se puede y saber esperar. En llegando la primavera, la planta no empezará a brotar desde cero, aprovechará todas las raicillas extendidas por el subsuelo y su renacer será mucho más ufano que cuando la planta, fruto de un débil esqueje, se inició a la vida en este huerto.

El hombre, en circunstancias adversas, se ha de saber recoger, sumergirse en el estudio y la oración y esperar mejores tiempos, cuando aprovechándose de todo lo almacenado en los inviernos espirituales de la vida, podrá surgir de nuevo, florecer y dar fruto abundante.

- Tienes razón, Señor, yo he pasado muchas veces por lo que tu llamas “invierno espiritual”. Siempre que me pasa temo morirme morirme y que todo lo que sé, todo lo que pudiera hacer, si las circunstancias fueran favorables, todo, todo, se entierra en mi sepultura

Te pones muy trágico, amigo - le dijo el Señor mientras le miraba sonriente para animarle- Mi Padre sabrá recompensar también la esperanza que ha dejado huella de alguna manera en el interior de la persona, sabrá premiar el ensueño del oprimido por la envidia de los otros, acogerá con gozo a quien ha sabido resguardarse y guardar cuidadosamente todo aquello que había alcanzado, para poderlo ofrecer a los demás cuando llegaran buenos tiempos.

Y no te preocupes por los demás, el bien nunca se pudre. Y mi Padre, además, sabe hacer las oportunas transferencias. Además por viejo que te hagas, nunca sabrás los minutos de vida que te quedan. Ya lo sabes: la más bonita flor puede brotar en solo una noche.