La muñeca dislocada

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

Libro: Si el Señor volviera tal vez...

 

 

Se distinguía un compañero por sus excentricidades, discrepancias e intervenciones estrambóticas. Al principio le hacían caso y, como era joven y parece que a la juventud le cae bien la rebeldía, era bien aceptado por los demás y deslumbraba por su pose. No era malo, pero a los que lo conocían les agarrotaba el pánico nada más verlo. Allá donde iba sembraba la confusión y, no obstante, él marchaba satisfecho.

Decía el Señor que era como un hueso dislocado, que no es dolencia grave pero sí  gravemente molesta. Una fractura se inmoviliza y la persona puede hacerlo casi todo y pasados los días correspondientes le quitan la escayola, continúa la vida normal y pronto olvida el incidente.

Pero ¡ay de aquellos que sufren de ligamentos laxos mal ligados, que dejan fácilmente escaparse el hueso de su lugar de encaje!. Difícilmente pueden ir tranquilos quienes les acompañan por las rutas de la vida.

Así son esta clase de hombres que sufren este mal interior en su alma. Si en el cuerpo solo se consigue la curación con una operación bastante traumática, en el espíritu solo puede uno esperar que un incidente grave, un gran fracaso, permita tener conocimiento del mucho mal que uno tiene dentro. Hay que reforzar la interioridad comprometiéndose y aceptando por otra parte la revisión que los demás hagan de uno mismo, obrando todos con fidelidad a lo que libremente se ha decidido, en una palabra viviendo, en docilidad a unos principios.